ROMA
El jefe de la Policía italiana, Antonio Manganelli, señaló que la beatificación de Juan Pablo II, este 1 de mayo, traerá a Roma numerosas delegaciones oficiales de numerosos países (ya han confirmado su asistencia 51 países), así como cientos de miles de personas, por lo que se han aumentado las medidas de seguridad en la ciudad ante el riesgo terrorista.
Roma será una ciudad vigilada, pero no militarizada, y la seguridad está garantizada, precisó Manganelli. Varios miles de policías vigilarán la ciudad y especialmente el Vaticano y las zonas adyacentes. También será vigilado con lanchas el río Tíber.
“Según las estimaciones de la prefectura llegará cerca de un millón de personas y por esto potenciaremos el plan de transporte que hemos presentado”, explicó el asesor para la movilidad del cabildo romano, Antonello Aurigemma.
Testimonios de fe
Varios testimonios de curaciones milagrosas atribuidas a la intercesión de Juan Pablo II tras su muerte en 2005 han sido publicados por un sitio de Internet del Vaticano. Curaciones inexplicables, vidas salvadas, depresiones superadas y familias que se vuelven a unir figuran entre los milagros atribuidos al futuro beato.
Los testimonios son narrados en todas las lenguas, entre ellas español, francés y portugués, en la página abierta en 2006 por la Santa Sede con ocasión de la beatificación del Papa polaco (www.karol-wojtyla.org).
La mayoría de los testimonios sostiene que se trata de curaciones “instantáneas” de cáncer o enfermedades incurables. Algunos aseguraron que Juan Pablo II se les apareció en sueños, en el curso de una cirugía o durante un accidente en el que podían perder la vida y que gracias a él se salvaron o pudieron soportar los sufrimientos.
Testimonio de un náufrago
Un norteamericano que después de naufragar sobrevivió 14 días en el Atlántico sin comida atribuyó el hecho a Juan Pablo II, que será beatificado el próximo domingo.
Víctor Mooney, de 45 años y residente en Queens, Nueva York, fue rescatado el 10 de marzo pasado en una balsa salvavidas en pleno océano Atlántico por un barco de carga griego que captó su señal de SOS por radio.
Según Mooney, Juan Pablo II lo había bendecido en 2004 durante una peregrinación a Roma con motivo del día internacional del sida y eso de alguna forma ayudó a salvarle la vida. “Dios envió a sus ángeles a protegerme y seguramente el santo padre intervino en esto”, dijo Mooney en un comunicado.
Relicario
Un frasco con sangre del papa Juan Pablo II será mostrado en su ceremonia de beatificación del domingo en Roma. El Vaticano anunció que uno de los cuatro frascos que los médicos tomaron en sus últimos días será expuesto en un “relicario precioso”. Después de su muerte el 2 de abril de 2005, el secretario privado del Papa, el cardenal Stanislaw Dziwisz, recibió dos de los frascos.
Los otros dos -uno de los cuales será el utilizado en el acto- fueron puestos a recaudo de las monjas del hospital pediátrico Bambino Gesú, en el Vaticano. Las monjas también recibieron un mechón de su cabello.
Después de ser extraída, la sangre fue mezclada con anticoagulante para que se conservara en estado líquido. El cardenal Dziwisz le entregó en febrero una gota de la sangre del pontífice al piloto de Fórmula 1 polaco Robert Kubica, que resultó gravemente herido en un accidente durante un rally en Italia, con la esperanza de acelerar su recuperación. Después de once semanas en el hospital, Kubica fue dado de alta esta semana y los doctores dijeron que su estado era “bueno”. Según la prensa automovilística, Kubica asistirá este domingo a la ceremonia.
La beatificación, un estado antes de la santidad, se produce después de que el Vaticano confirmara que el papa Juan Pablo II hizo un milagro: la cura del Parkinson de una monja francesa. La rapidez con que empezó el proceso de beatificación ha llevado a muchos a considerar que el Vaticano busca restaurar su imagen, dañada por los escándalos de pederastia surgidos en su seno.
Detractores de Juan Pablo II se oponen a beatificación
Juan Pablo II no tenía sólo amigos. Algunos sectores progresistas católicos no le perdonan haberlos apartado con mano firme de la Iglesia y sostienen que el futuro beato no fue igual de intransigente con los curas acusados de abusos sexuales ni con los eclesiásticos que los encubrieron. Ellos se oponen a su beatificación.
La elección de Karol Wojtyla en 1978, con sólo 58 años, despertó esperanzas en medios progresistas: ¿Podría un Papa moderno y juvenil abrirse a las ideas de la revolución cultural de los años 60? La respuesta llegó con rapidez. Si bien se oponía a conceptos tradicionales anticuados resultó ser un pontífice contrario al “relativismo cultural”, un defensor acérrimo de la doctrina de la Iglesia frente a los llamados “desvíos” del Concilio Vaticano II.
Para muchos expertos, haber vivido bajo la opresión del régimen comunista en Polonia lo convirtió en un anticomunista, que temía la influencia del marxismo en la Iglesia: estaba impregnado de los valores conservadores de la Iglesia eslava.
Critican “bloqueo” de beatificación de arzobispo Romero
Teólogos contestatarios deploraron que la beatificación del arzobispo de San Salvador, Óscar Romero, asesinado en 1980 por un comando de extrema derecha, siga “bloqueada” por el Vaticano y que, en cambio, sí vaya a ser beatificado el papa Juan Pablo II.
Personalidades de 16 países, como el teólogo suizo Hans Küng, el obispo brasileño Luis Flavio Cappio, el obispo francés Jacques Gaillot y el sacerdote psicoanalista alemán Eugen Drewermann, se han sumado a la iniciativa del movimiento católico contestatario Wir sind Kirche (Nosotros Somos la Iglesia) y de la red ecuménica “Kirche von Unten” (Iglesia de Abajo). En un comunicado transmitido a la AFP, los promotores de esta llamada exhortan a los católicos a “conmemorar la beatificación del mártir San Óscar Romero” realizada ya “por los pobres de América Latina y los amigos de Jesús de toda la Tierra”.
El obispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, muy popular en América Latina y conocido como “la voz de los sin voz” por su compromiso con los más desfavorecidos, fue asesinado el 24 de marzo de 1980 de un disparo en el corazón por un comando de extrema derecha, al inicio de la guerra civil en El Salvador.
Sus acciones fueron a menudo vistas con ojo crítico por el Vaticano, que le reprochaba su proximidad con la Teología de la Liberación. Juan Pablo II visitó su tumba en 1996 y le rindió homenaje.