PERU
El presidente saliente de Perú entrega una obra que él mismo inició en 1986 y fue símbolo del fracaso de su primer Gobierno
Dos semanas antes de dejar el poder y cederle la banda presidencial a Ollanta Humala, Alan García ha inaugurado la primera línea del metro de Lima, más conocido en la ciudad como el tren eléctrico. La estructura, elevada en buena parte del recorrido, recorre casi 22 kilómetros desde el extremo sur hasta el centro de la capital y se espera que en su primera etapa beneficie a 125 mil personas por día. El gobierno invirtió 510 millones de dólares para concluir el tren y dispuso trabajos a triple turno para entregarlo a tiempo, antes del traspaso de poderes, el 28 de julio próximo.
Aunque todavía no está plenamente operativo, resultaba claro que el presidente saliente no iba a perder la oportunidad de reclamar el crédito por una infraestructura sumamente emblemática, importantísima para una ciudad de casi ocho millones de personas con un tráfico endemoniado, pero sobre todo para él mismo. Se trata, según palabras del mandatario durante la inauguración, de la obra más grande de la historia de Perú.
También debe ser una de las que más tiempo demoró en concluirse y, sin duda, la más polémica de todas. El mismo Alan García inició su construcción durante su primer Gobierno, en 1986, pero al poco tiempo quedó inconclusa, detenida por falta de recursos económicos y embarrada por serias denuncias de corrupción que nunca se esclarecieron del todo y que llegaron a involucrar a García y a funcionarios del Gobierno italiano, que financió parte de la obra.
De aquel primer impulso solo quedó un tramo de casi 10 kilómetros, concluido pero en la práctica inservible, y varios kilómetros más de estructuras inconclusas, que durante cerca de dos décadas sirvieron como recordatorio monumental del fracaso y la corrupción del aquel gobierno. “Cuando se concluya el tren eléctrico”, fue durante años una frase que usaron los peruanos para referirse al futuro lejano, indefinido, casi utópico. “La justicia siempre reivindica”, ha declarado el presidente en su discurso inaugural. También ha anunciado que de inmediato empezarán las obras del segundo tramo de la línea. “En 10 días comenzamos el trabajo, para que no pueda ser detenido”, advertido.
El metro efectivamente ha empezado a funcionar de manera oficial, pero pasará tiempo antes de que pueda considerarse una alternativa real de transporte. Cuando lo sea, apenas cubrirá 1,5% de los 10 millones de viajes que hay en Lima un día cualquiera, según Luis Quispe, especialista en transporte de la ONG Luz Ámbar.
Durante los próximos meses seguirán las pruebas del servicio y se prevé que en octubre quede abierto para el público en general y se empiece a cobrar por los viajes. Además, debido a la prisa por concluir la obra, el metro no tiene suficientes trenes. Apenas se cuenta con los cinco adquiridos en la década de los años ochenta, por lo que se estima que el intervalo entre cada uno será de entre 25 y 30 minutos. Ya se encargaron 19 trenes más, pero estos llegarán de manera paulatina a partir del próximo año, por lo que se calcula que el metro recién llegaría a su operatividad plena a mediados de 2013. “No es una solución al transporte de la ciudad, al menos de momento. Habrá que tener paciencia”, señala Luis Quispe. (Fuente: JAIME CORDERO, EL PAIS)