La vida del inmigrante… ¿de dónde venimos?

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LITERATURA

CELEBREMOS EL MES DE LA HERENCIA HISPANA

Por Alirio Alemán*

La vida del inmigrante es un ir y venir en semejanza a las olas del mar sin saber cual es su destino final, así es la vida del inmigrante en la tierra del norte (USA) ahí están, perdiendo cosas materiales por aquí, ganando un dólar por allá y todo para el sustento diario…un día pierde un amigo, otro día pierde un gran amor y con el pasar de los días y luego los años, unos dejan de ser adolecentes y otros más mayores, muchos triunfan en su camino, mientras  otros fracasan, la vida del inmigrante es así, sus voluntades caen como cristales y sus ilusiones se desploman en miles de pedazos.

Así lo narro en mi crónica DIARIO DE UNA VIDA: LOS HIJOS PERDIDOS DE EL SALVADOR (En homenaje a Esperanza Noemí Romero; inmigrante salvadoreña). Es normal que en el atardecer de nuestros días convertimos nuestras vidas en una búsqueda, buscamos el mundo joven que se nos fue de las manos, al amor verdadero que dejamos ir por decisiones estúpidas y nos quedamos con soledades y tristezas.

En este camino del inmigrante, perdemos infinidad de tesoros mágicos, en este sendero de ida, no tan largo como el regreso, ahí perdemos la sonrisa de aquellos que se quedan a la espera de ver cumplir un sueño, aquellos que han creído nuestra última palabra de un ¡VOLVERE, LO JURO!

Como lo narro en dicha crónica “Los que se van, son como los que se mueren, con el tiempo olvidamos sus rostros y también su actuar, su mirar…hasta el tono de su voz” ante la falta de empleo en países de Latino América, la gente pierde toda esperanza de sobrevivir y amarra las ganas de quedarse para ir en busca del pan de cada día mientras va por el camino envolviendo con lágrimas el recuerdo de los que tanto ama, desde el adiós empieza a perder cosas…el amor se muere en la distancia y solo quedan funerales de días pasados y lo digo como escritor y poeta “Es tan grande lo que encierra el amor a la familia, pero más grande y largo es el olvido” una odisea que puede ser peligrosa, pues el olvido sigue ahí latente queriendo hacer escoria mortal en los que se quedan en el terruño y con el correr del tiempo solamente los recuerden como los familiares perdidos, aquellos de los cuales ahora solo se recuerdan, simplemente cuando les envían las remesas de dólares americanos.

El reflejo de nuestra forma de ser

Por eso quiero hacer esta entrega literaria, a mi gente querida inmigrante que están aquí, a los de allá (Canadá, Australia, Europa, etc.), aquí quiero expresar el redescubrimiento de nuestras familias migrantes, no importa de donde vengan, ni cuando vinieron, por que cada familia migrante viene a ser el reflejo de nuestra peculiar forma de ser, por su forma, en su naturaleza. Aquí hay familias que siempre han estado aquí como los mexicanos, que vienen desde sus ancestros con sus rostros mestizos, otros se nota la descendencia española, inglesa o quizás alemana, aquí están con sus costumbres, credo, idiosincrasia y un mundo creado a su propia manera de ser.

Aquí encontramos rostros hispanos de muchas descendencias europeas, africanas y también asiáticas, rostros de piel blanca y ojos zarcos, todo esto viene a ser parte de la ruta trazada en tiempos de La Colonia, pero esta gente puede ser blanca y ojos color verde, más en sus adentros se sienten tan hispanos como hermanos de sus hermanos indígenas, pero lo más sublime de este sentir es que ellos llevan bien metido sus tradiciones, dan gracias a Dios en todo tiempo celebrando cada día cristiano como La Semana Santa, El Día de La Santa Cruz, Navidad y Año Nuevo. En fin todo este acontecer viene como ofrenda en un acto de autocomplacencia con Dios, por la naturaleza prodiga que da fruto de todos los colores y sabores.

 

¿De dónde venimos…hacia dónde vamos? ¡Que importa!

Es natural y comprensible en estos tiempos que nos ha tocado vivir que la migración sea un tema muy complejo de definir si valió la pena salir del país de origen en busca de un futuro mejor ¡o en verdad era mejor quedarse a ver que otros se iban!

Muchos hicimos el viaje sin retorno y salimos con la mirada de encontrar mejores trabajos, ayudar a nuestras familias con la remesa familiar, todo eso es un sueño y muchas formas de soñar, aunque la historia difiere un poco, la odisea casi siempre es la misma, no importa si vienen desde Asia, África, Europa o desde la misma América Latina, el dolor siempre es el mismo, se siente en lo más profundo del alma, desprenderse de los seres que más quiere siempre es doloroso, frustrante he inolvidable.

¡Ahora aquí estamos! Muchos están en estas tierras por muchas generaciones, otros llegan por puertos y aeropuertos, pero la mayoría entra ilegal huyendo de la pobreza y el hambre, de la persecución política, pero aquí estamos en EEUU que sigue siendo una lámpara llena de esperanzas para todos nosotros que nos atrevemos arriesgando nuestras vidas en busca de este camino migratorio y sus promesas…en nuestra imaginación como inmigrante, Estados Unidos es la tierra idónea llena de oportunidades y recompensas sociales…para nosotros como migrantes es una meta trazada a lograr, una vez realizada, algunos regresaran a sus países de origen donde sus familias los esperan, otros se quedaran en estas tierras por la eternidad.

Y es verdad, nosotros como familias hispanas migrantes, hemos venido con esas ilusiones, hemos venido y establecido comunidades nuevas, hemos traído valores culturales, sociales, nuestras capacidades intelectuales y así de una u otra manera damos nuestra contribución como inmigrante a la sociedad de los Estados Unidos de América. ASI SOMOS, ASI ES NUESTRA HERENCIA HISPANA.

 

*Alirio Alemán, Columnista, poeta y escritor salvadoreño residente en Virginia, EEUU.