Los familiares de pacientes con Alzheimer batallan contra el olvido

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SALUD

Al principio, las consecuencias del padecimiento no eran tan notorias, parecía que sólo olvidaba algunas cosas. Dolores Ortega, quien había leído la Biblia todas las noches durante años, dejó de recordar lo que este libro decía y comenzó a leerlo sólo por el placer de leer.

Hace ocho años, la abuela de Canek Kañetas, fue diagnosticada con Alzheimer. El progreso de la enfermedad provoca que en ocasiones, la mujer de 88 años, olvide nombres y caras de su familia. “Yo, por estar cerca de ella, era un rostro y nombre habitual, me veía y me reconocía, pero mi hermano Pedro, quien vive en Monterrey desde hace años, se convirtió en un extraño”.

De hecho, ya no sabe en qué época vive. A veces se siente niña, luego una mujer de 30 años, y de repente el pasado se hizo más vivo que el presente. “Busca a su mamá o a su papá, confunde a personas vivas con gente muerta. Me da miedo pensar que me confunde y cuando me sonríe, no me sonríe a mí, sino a un fantasma”, dice Canek.

“Una vez que empieza la demencia no para, cuando ésta progresa es tan impresionante que al paciente se le olvida moverse, comer, tragar agua y alimento lo que ocasiona que su cuerpo se deteriore al grado de morir por desnutrición, desgaste o complicaciones infecciosas o deshidratación”.

Sobre su abuela, Canek Kañetas recuerda: “En una ocasión una persona llegó a visitarla, ella le sonrío y le dedicó unas cariñosas palabras, pero imprecisas. Esa persona se dio cuenta y le dijo: ‘¿No te acuerdas de mí, verdad, Lolita?’. Al verse expuesta, mi abuela confesó: ‘No sé quién eres’, se llevó la mano al corazón y agregó: ‘Pero sé que estás aquí’”. (Fuente: Aline Juárez Nieto, CNNMéxico)