El seleccionado argentino, en su primera competencia oficial bajo la conducción técnica de Alejandro Sabella, perdió el Superclásico de las Américas contra Brasil, que se impuso por 2 a 0 en el partido revancha celebrado el miércoles, llevado a cabo en el Estadio Olímpico de Pará.
El encuentro tuvo un trámite con una buena cuota de vértigo, en donde Brasil mostró más gracias a su gran poderío de ataque pero la Argentina dio una imagen interesante sin priorizar la ofensiva. En el primer tiempo, el conjunto de Mano Menezes supo estar más cerca de abrir el marcador con la triangulación entre el veloz Lucas, que explotó al máximo el costado derecho, Ronaldinho y Neymar, mientras que lo mejor de la Albiceleste fue la distribución de Héctor Canteros y la voluntad de Walter Montillo y Lucas Viatri.
Neymar fue quien más cerca estuvo del gol, exigiendo primero a Agustín Orión con un disparo cruzado y sin poder empujar luego una pelota de narices al arco. Ronaldinho también asustó, pero con un tiro libre que se fue alto.
El complemento se inició con los equipos estudiándose y la modorra se sacudió cuando Viatri habilitó al movedizo Augusto Fernández para que le quemara las manos a Jefferson. Pero enseguida, en una contra que tomó a la visita mal parada, Lucas apareció por la derecha y definió al segundo palo. Corría el minuto ocho, y comenzaba el peor momento del combinado argentino.
Siguieron veinte minutos en los que Brasil se contagió de Neymar y se agrandó con un exceso de lujos y confianza. Argentina ya no cortaba tanto el juego en el mediocampo, se topó con algo de desconcierto y fatiga y junto a Ronaldinho Brasil hizo de las suyas. No sorprendió entonces que, a los 29, en otro rápido avance Neymar apareciera frente a Orión junto a Papa y entre ambos metieran el balón tras un centro desde la izquierda.
Entonces, con el partido prácticamente definido y poco tiempo para torcer la historia, Argentina se propuso sacar pecho con más coraje que fútbol y buscar el descuento. Pero Jefferson se agrandó frente a los buenos disparos de Iván Pillud y Viatri, y para cuando ingresó Pablo Mouche para darle más peso al ataque el reloj ya corría por los instantes finales.
Al final, y si bien esta Argentina sin futbolistas que juegan en Europa se quedó con las manos vacías, le quedaron algunos puntos para rescatar, siempre subrayados por su entrega. Sin embargo, también mostró mucho por mejorar, sobre todo para lograr que generar peligro sea una premisa en su funcionamiento.
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