OPINION
El éxito económico en Argentina es la clave a la elección presidencial
Por: Mark Weisbrot*
El domingo Cristina Fernández de Kirchner fue re-electa como Presidenta de Argentina sin problemas a pesar de haber sufrido bastante hostilidad de parte de los medios de comunicación y poderosos intereses económicos durante la mayor parte de su presidencia.
Sí, es por la economía. Aunque hace nueve años Argentina se negó a pagar $95 mil millones de deuda externa e ignoró las exigencias del Fondo Monetario Internacional (FMI), le ha ido extraordinariamente bien a su economía. Usando las proyecciones del FMI para 2011, durante los años 2002-2011 Argentina sostuvo un crecimiento real de 94 por ciento — inigualable en el hemisferio oeste y más del doble del crecimiento de Brasil, que ha mejorado enormemente sobre su rendimiento en el pasado.
No cabe duda que la razón por la cual la Presidenta Fernández se encuentra en tan buena posición electoral es porque ella, y su fallecido esposo Néstor Kirchner, presidieron sobre este periodo de crecimiento económico espectacular.
El crecimiento económico no llega siempre a generar beneficios tangibles para la mayoría de población, pero en este caso el gobierno de Argentina se ha asegurado de que eso aconteciera.
La pobreza y la pobreza extrema se han disminuido por dos tercios desde el punto más alto en 2002, y el empleo ha crecido a niveles récord. El gasto social del gobierno ha incrementado casi tres veces en términos reales. En 2009 el gobierno implementó un programa de transferencia condicionada para niños, que ahora alcanza a más de 3.5 millones de niños. Probablemente sea el programa de transferencias monetarias, relativo a ingresos nacionales, más grande de América Latina.
La desigualdad también se ha reducido de manera radical durante esta expansión económica. Esto va en contra del patrón del incremento de desigualdad de la última década en la mayoría de las economías del mundo con crecimiento rápido (y también las economías que están creciendo lentamente, como los Estados Unidos). Argentinos ubicados en el percentil 95 de la distribución de ingresos en 2001 tenían 32 veces el ingreso que los del quinto percentil. En el 2010, esta proporción había disminuido por casi la mitad, a 17 por ciento.
Ya me puedo imaginar los comentarios que voy a recibir por escribir esto: muchos gritarán desesperadamente que la tasa de inflación, que estimaciones privadas presentemente colocan en 20 por ciento, es demasiado alta. Es alta, y probablemente será disminuida en los siguientes meses y años – pero cabe notar que fue mucho menor durante los últimos 9 años. Además, es importante recordar que es el ingreso real – ajustado a la inflación – el empleo y la distribución de ingresos que determinan el nivel de vida de la población. Es mejor tener una tasa de ingreso mayor a la inflación que tener un ingreso que no alcanza la inflación – o no tener empleo.
La experiencia de Argentina durante los últimos nueve años tiene implicaciones importantes para la política económica dominante y para ciertos mitos que han sido divulgados para justificar el pésimo rendimiento económico de los Estados Unidos, la mayoría de Europa, y otros países desde que la crisis económica desató la recesión global. Una teoría popularizada por el ex-director económico del FMI, Ken Rogoff, y Carmen Reinhart afirma que las recesiones causadas por crisis financieras son seguidas por periodos lentos de recuperación. Esta teoría es abiertamente aceptada en reportajes económicos y ha servido como una excusa para gobiernos incompetentes con conexiones a interesares especiales (esto suena familiar?) para evitar ser culpados por años de alto desempleo y estancamiento económico.
A pesar de esto, Argentina sirve como una convincente refutación de esta teoría. La crisis financiera de Argentina, a finales de 2001 y durante 2002, fue la bomba atómica de todas las crisis financieras. El sistema bancario prácticamente colapso. Pero después de que Argentina se negó a pagar su deuda a finales de 2001, hubo sólo un trimestre de contracción antes de que la economía resurgiera con una recuperación espectacular. En tres años, el nivel de ingreso nacional ya había vuelto al nivel al que había estado antes de la recesión.
Si observamos a los países mas débiles de la eurozona de hoy (Grecia, Portugal, España, Irlanda), es difícil saber cuándo volverán a niveles normales de empleo – especialmente si continúan siguiendo las políticas económicas que exigen la autoridades Europeas (La Comisión Europea, El Banco Central Europeo, y el FMI). Argentina creció rápidamente después de su crisis no sólo porque se deshizo de una deuda pesada e insostenible pero también porque se liberó de las políticas destructivas impuestas por los acreedores y sus aliados.
Grecia, con una economía que está contrayéndose por una tasa anualizada de cinco por ciento mientras espera que las autoridades Europeas reestructuren su deuda, debería considerar tomar la ruta que tomó Argentina. Esta ruta le funcionó a Argentina.
*Mark Weisbrot es codirector del Centro de Investigación en Economía y Política (Center for Economic and Policy Research – CEPR) en Washington, D.C.
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