SALVADOREÑOS
Autoridades salvadoreñas señalan que las pandillas podrían tener la consigna de asesinar a cuanto militar indefenso encuentren. En 20 días han sido asesinados cuatro
SAN SALVADOR. Los asesinatos de cuatro soldados y el secuestro de uno más, en un lapso de tan solo 20 días, pueden ser parte de una estrategia de los grupos criminales para eliminar a miembros de las Fuerza Armada, dado el nivel de involucramiento en el tema de seguridad pública que desempeña dicha institución.
Tanto miembros de la Fiscalía General de la República como de la Policía Nacional Civil han respaldado esta hipótesis, según varios medios locales.
El ministro de Justicia y Seguridad, David Munguía Payes, ha dado un rol activo a los grupos de seguridad, con el objetivo de disminuir en un 30 por ciento los índices de homicidios en el país. Él mismo, en su anterior cargo como ministro de Defensa, había expresado que el Ejército está “en guerra contra las pandillas”.
“Debemos tener presente la realidad que el país vive para comprender el papel que juega la milicia ante problemáticas tan serias y complejas como el combate a la delincuencia, el crimen organizado o la violencia”, dijo el presidente Mauricio Funes en noviembre pasado, luego de que decidiera prorrogar una año más la permanencia de la FAES (Fuerza Armada del El Salvador) en el combate a la inseguridad.
En este sentido el presidente Funes ha sido claro diciendo: “Aquellos que quisieron ver en ese gesto un principio de militarización de la seguridad ciudadana. Sin embargo, la práctica, la experiencia, el trabajo coordinado entre Policía Nacional Civil y Fuerza Armada en estos dos años, ha puesto de manifiesto el error de aquella apreciación”.
“Nos enfrentamos a una nueva guerra, un nuevo combate contra un flagelo que amenaza la soberanía nacional (…) Son bandas que infiltran nuestras instituciones, debilitan y corrompen al Estado, compran voluntades políticas, empresariales, policiales, militares y judiciales”, añadió el mandatario en relación a las bandas de crimen organizado y narcotráfico que operan en la región centroamericana.
La FAES inició sus trabajos en el tema de seguridad pública en noviembre de 2009 por mandato presidencial. Se contabilizan alrededor de 8.200 efectivos involucrados en esas tareas, de los cuales 2.750 brindan seguridad de forma directa en 11 de los 19 centros penales del país.
Cuatro militares asesinados en 20 días
Élder Arcadio Valenzuela Bautista iba en un bus del transporte público hacia su hogar el pasado 11 de diciembre, cuando aproximadamente a las 6 de la tarde el bus fue asaltado a la altura Cantón el Jícaro, en La Libertad. Los asaltantes retuvieron al militar, al transportista y al cobrador de la unidad.
El soldado, que estaba de alta en el Comando de Apoyo de Transmisiones de la Fuerza Armada (CATFA), fue encontrado el día siguiente desmembrado en el cantón Los Mangos, del municipio de Armenia, en Sonsonate.
Más recientemente, el último día de 2011, el sub sargento Francisco Arturo Flores García, de alta en el Comando de Fuerzas Especiales, y el Cabo Simeón Alexander García Flores, miembro del Comando de Ingenieros de la Fuerza Armada, fueron brutalmente asesinados.
Las autoridades y sus familiares relatan que habían salido el día 30 de diciembre en busca de un familiar y militar de baja, Orlando Flores García, quien había desaparecido desde el 18 del mismo mes.
Los cadáveres de los que le buscaban fueron encontrados atados de manos en el mismo lugar donde se presume murió calcinado Orlando Flores.
Un familiar de la víctima declaró que luego de la desaparición de Orlando Flores, el sub sargento Arturo Flores había solicitado ayuda a la FAES para la búsqueda de su hermano, la cual fue negada por la institución, por lo que tras una llamada de los delincuentes que los citaban para darles información procedieron a la búsqueda.
Las autoridades no tienen aun idea de los móviles de estas acciones. Las investigaciones están en curso y se siguen distintas hipótesis. Entre ellas, que las pandillas tienen la consigna de matar a los militares que encuentren indefensos. (Fuente: Gabriel García, CONTRAPUNTO)