EL SALVADOR
El Ejército mató en 1981 a un millar de personas, la mitad menores
El presidente salvadoreño, Mauricio Funes, con palabras entrecortadas y ojos enrojecidos, calificó como “barbarie”, lo que en la historia de la guerra civil salvadoreña se conoce como masacre de El Mozote. La matanza, ocurrida entre el 11 y el 13 de diciembre de 1981 y ejecutada por soldados del Batallón Contrainsurgente Atlacatl, segó la vida de unas mil personas, la mitad de ellas menores de edad.
“Aquí se cometieron un sinnúmero de actos de barbarie y violaciones a los derechos humanos: se torturó y ejecutó a inocentes; mujeres y niñas sufrieron abusos sexuales y cientos de salvadoreños y salvadoreñas hoy forman parte de una larga lista de desaparecidos, mientras otros y otras debieron emigrar y perderlo todo para salvar sus vidas”, dijo Funes ante centenares de residentes del municipio de Meanguera, donde está ubicado El Mozote.
El mandatario tuvo un gesto sin precedentes: mencionó a los jefes responsables de la que se considera la mayor masacre de las ocurridas en países latinoamericanos que han sufrido conflictos armados. “El teniente coronel Domingo Monterrosa, comandante de aquel Batallón (Atlacatl); su segundo al mando, el mayor José Armando Azmitia Melara; el jefe operativo, el entonces mayor Natividad de Jesús Cáceres Cabrera” tuvieron, según Funes, responsabilidad específica.
El Mozote y los caseríos de su alrededor, a unos 175 kilómetros al oriente de la capital salvadoreña, estaban habitados por campesinos pobres. Su cercanía a los campamentos guerrilleros del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) los convirtió en “sospechosos” de ser base de la insurgencia. Por ello, el Ejército los diezmó salvajemente en operaciones de “tierra arrasada” que había aprendido en bases de EE UU, donde asimiló tácticas que éste había aplicado en Vietnam. Hubo otras masacres de campesinos como las del Río Sumpul, Guajoyo, El Junquillo y El Calabozo. Y el Ejército también mató a seis sacerdotes jesuitas, a cuatro monjas estadounidenses y a cuatro periodistas holandeses.
Funes pidió a jueces y fiscales que acaben con la impunidad histórica
Durante la guerra también se produjeron la masacre contra la Zona Rosa, donde murieron 13 personas, entre ellas cuatro marines estadounidenses, y la llamada masacre de Mayo Sibrián, provocada por un comandante rebelde que asesinó a unos 800 guerrilleros y colaboradores a los que consideró “enemigos infiltrados”.
Funes no solo reconoció los hechos sino que pidió perdón a los supervivientes y familiares en nombre del Estado salvadoreño. Al mismo tiempo, instruyó a los jefes de las Fuerzas Armadas para que hagan “una revisión de su interpretación de la historia a la luz de este reconocimiento”.
Hasta el momento, el teniente coronel Monterrosa y sus mandos en el Atlacatl, que fallecieron en un atentado guerrillero, son considerados héroes para el Ejército. “Precisamente porque a 20 años de los Acuerdos de Paz estamos ante una institución militar diferente, profesional, democrática, obediente al poder civil, no podemos seguir enarbolando y presentando como héroes de la institución y del país a jefes militares que estuvieron vinculados a graves violaciones a los derechos humanos”.
Hizo un llamamiento a los partidos políticos para que sustituyan himnos y consignas que hagan referencia a la violencia en el país. El himno del partido Alianza Republicana Nacionalista (Arena), llama, por ejemplo, a convertir El Salvador en “una tumba donde los rojos terminarán”.
También pidió el presidente a fiscales y jueces que acaben con la impunidad histórica que ha existido en El Salvador, amparada en la amnistía general de 1993, decretada por el entonces presidente Alfredo Cristiani.
Finalmente, Funes hizo anuncios importantes para la población de Morazán, otrora zona de guerra. Se implementarán una serie de proyectos de salud, educación, infraestructura vial y apoyo a los pequeños empresarios para las comunidades asentadas en El Mozote y sus alrededores.
La guerra salvadoreña comenzó en 1980 a raíz del magnicidio contra el Arzobispo Oscar Romero. Hubo 75.000 muertos y 8.000 desaparecidos. La ONU medió en un proceso de negociación que duró más de dos años, hasta que se firmó la paz el 16 de enero de 1992, hace 20 años. (Fuente: Juan José Dalton, EL PAIS)