SALVADOREÑOS
Por: Alirio Alemán*
La revista Washington Flyer del área metropolitana de Washington DC, en su edición de enero/febrero 2013 redacta con nostalgia que El Salvador es una tierra de sueños y esperanzas después de la extinta guerra civil de las pasadas dos décadas, el redactor es entusiasta e invita a los turistas de los Estados Unidos de América a viajar a esta tierra de ensueños donde el placer por el Surfing, la playa y un sol naciente en 190 millas de costa pacífica la identifica como la tierra prometida para disfrutar, y qué decir de la hospitalidad de la gente nativa, la naturaleza y sus encantos.
El Salvador ha sido siempre un objetivo a seguir, siempre está en la mira de los americanos; el gobierno norteamericano, lo tiene en el lugar privilegiado para recibir por segunda vez la ayuda en el Plan del Reto del Milenio, una ayuda muy importante para el desarrollo de los pueblos y caseríos de la zona costera salvadoreña.
Pero no todos los salvadoreños en la costa saben del plan Fomilenio II y no esperaron por tan anegado privilegio de desarrollo, y tomo como ejemplo las comunidades que se han agrupado en cooperativas agrícolas, donde el desarrollo lo han venido resaltando desde inicio de 1980.
Quiero escribir en esta ocasión muy especial sobre la comunidad de La Noria, sembrada en las riberas del Río Lempa en la costa usuluteca, donde el cooperativismo agrícola los ha llevado a otro nivel de vida, aquí se vive en comunidad y ayuda mutua, lo repito y lo tomo como ejemplo para otras comunidades, aquí el desarrollo agrícola está en primer nivel, y el educativo está en un promedio alto, también donde la cultura y el deporte viene a ser uno de los grandes entretenimientos y por ende evita que los jóvenes se vean involucrados en problemas de delincuencia y criminalidad.
En La Noria nos sorprende saber que existen tres clubes de fútbol, incluyendo uno femenino, dos clubes de softball femenino, una academia de fútbol, tres congregaciones cristianas y una iglesia católica, varios grupos juveniles y una cooperativa agrícola (La Maroma) con 150 socios y solamente habitan 1116 personas, según los datos que me proporcionó Carmen Díaz, tesorera de la cooperativa.
El fútbol femenino está conformado casi en totalidad por las hermanas Ramírez, y primas entre sí, para ellas, este deporte viene a ser como un entretenimiento sano y les permite estar alejados de otras tentaciones decía María Loli Ramírez (directora) la mayor de las hermanas y responsable del club. Ana, Magdalena, Fátima y Vilma aseveran que jugar es importante, pero que tienen que llevar las otras responsabilidades de la casa y los estudios, ah y en esto incluye también los trabajos agrícolas para ganar unos cuantos dólares para llevar al instituto dice Fátima que viene a ser la más comunicativa de las hermanas Ramírez. Por ahí está Ana y Magdalena, dos gemelas tan idénticas que nunca supe a quien entrevistaba para el reportaje de El Periódico El Imparcial News.
“El fútbol femenino no es apoyado como el de los hombres, aquí cuando jugamos, apenas nos viene a ver nuestra familia”, repite Lilian Laínez y las jovencitas Vilma y Diana.
CARRERAS DE CINTA
“Es de sorprender la entrega de esta juventud, pues las mismas jovencitas las vemos como madrinas en las carreras de cinta, donde este acto cultural viene a llenar los espacios vacíos dejados por el cansancio diario de la faena agrícola” dice Raúl Márquez, dirigente de un club de fútbol y organizador de las carreras de cinta.
Todo comienza como una actividad cultural y al final económica, pues el objetivo es buscar una recompensa para sostener los equipos de fútbol y el patronato de las fiestas patronales, si aquí se gana $80.00 a $100.00 es ganancia, esta es una actividad que ha venido desde generaciones y ojalá se siga promoviendo como las fiestas bailables. “Aquí pasamos ratos bien alegres, me gusta participar como madrina y veo positivo que la escuelita de fútbol ayuda a evitar que la niñez se involucre en malos hábitos” expresa Yanesita Fúnez.
Aquí vimos a madrinas como Beatriz Jesenia Rivera y Olga, proveniente de otras comunidades como los lotes que no les importan la distancia, sino la participación, también La Noria reparte belleza y participación y las madrinas locales expanden tan bello don por doquier y el ganador de la carrera de cinta se siente complacido cuando una bella jovencita le entrega su premio como el mejor competidor.
Ahí vimos a Blanca Ramírez, estudiante de licenciatura en Mercadotecnia entregando un regalo y el participante muy satisfecho que una bella joven le entregara su premio.
La tarde se dejó caer sin aviso alguno y toda la concurrencia fue al descanso, pues por la noche una fiesta bailable les esperaba para seguir disfrutando lo que para ellos viene a ser un desarrollo comunitario o sea viviendo su Fomilenio II. Ellos aún no han comprendido en la totalidad el plan a seguir de tan esperado proyecto.
En el próximo artículo les escribiré del desarrollo agrícola y el Fomilenio II de las comunidades agrícolas de la zona costera.
*Alirio Alemán, Columnista cultural, poeta y escritor salvadoreño residente en Virginia, USA.