INMIGRACION
El expresidente George W. Bush pidió este miércoles 10 de julio a sus compañeros de partido que respalden la legalización de los indocumentados
Los principales líderes del Partido Republicano de Estados Unidos anunciaron el miércoles que no abordarán el proyecto de ley de reforma migratoria aprobado por el Senado hace dos semanas y que deberán modificarlo. El portavoz de la Cámara de Representantes, John Boehner, aseguró en un comunicado que la legislación, tal y como está redactada, es “defectuosa” y que deberán seguir trabajando para encontrar una solución al sistema migratorio.
Boehner celebró el miércoles junto a los principales líderes en la Cámara una reunión para diseñar el camino a seguir en el debate sobre inmigración. Los republicanos reconocen que “el pueblo estadounidense quiere que nuestras fronteras estén seguras, que se haga cumplir la ley y que los problemas migratorios sean solucionados para crear una economía más fuerte”, pero no tomarán la misma vía que el Senado.
El anuncio del Partido Republicano no aclara si acometerán la reforma en diferentes leyes, de manera que una establezca las medidas de seguridad en la frontera -una de sus principales exigencias- y otra aborde la legalización de los 11 millones de indocumentados que se estima residen en el país -con un mayor respaldo demócrata. Sin embargo, sí ataca la propuesta del Senado, que considera “gigantesca” y que compara con la reforma del sistema sanitario impulsado por Obama.
El comunicado tampoco menciona la creación de una vía para el acceso a la ciudadanía de los ‘sin papeles’, cuya negociación puede convertirse en el centro del debate sobre la reforma en los próximos meses, ya que es la principal reivindicación del presidente Obama. –reunido el miércoles también con los legisladores hispanos– y de las principales organizaciones en defensa de los inmigrantes. La reunión de los republicanos coincidió además con una protesta en el exterior del Capitolio para pedir al Congreso que apruebe la reforma.
También el miércoles, el expresidente George W. Bush pidió a los miembros de su partido que encuentren “una solución positiva” en el debate sobre la reforma del sistema de inmigración que estudia el Congreso desde principios de año. Bush se dirigió así a sus compañeros durante una ceremonia de nacionalización, donde ofrecía un discurso sobre los beneficios de la inmigración.
“Podemos mantener nuestra tradición de asimilación de inmigrantes y honrar la herencia de nuestra nación, construida sobre el Estado de Derecho”, aseguró Bush. “Pero tenemos un problema, las leyes que regulan el sistema de inmigración no funcionan. El sistema está roto”.
El expresidente, al margen de la actualidad política desde que abandonara la Casa Blanca en 2008, pronunció estas palabras en un día clave para la reforma migratoria. Tras la aprobación de un proyecto de ley en el Senado a finales de junio, los representantes del Partido Republicano en la Cámara Baja celebran esta tarde una reunión en la que determinarán el camino a seguir: estudiar el texto del Senado o debatir uno propio. Hasta el momento, el líder republicano John Boehner, solo ha empleado términos de rechazo a la propuesta avanzada por la Cámara Alta.
Bush pidió además en su discurso, en un gesto nada habitual entre los exmandatarios estadounidenses, que los legisladores no olviden las contribuciones de los inmigrantes a la nación. “No suelo implicarme en la política o en detalles específicos de una ley”, reconoció Bush, “pero espero que este debate termine en una solución positiva y que durante las negociaciones mantengamos un espíritu benevolente”.
Sin embargo, varios senadores y congresistas republicanos ya han demostrado que el debate puede alejarse mucho de los deseos de Bush. “Está claro que el proyecto de ley morirá nada más llegar a la Cámara”, advirtió el senador Mike Lee, republicano del Estado de Utah, en declaraciones a una televisión local. Para el republicano Jo Bonner, la propuesta del Senado es “peor que una amnistía” -en referencia al acceso a la ciudadanía para indocumentados- porque “atrae más inmigración ilegal y empeora una situación ya mala de por sí”.
Las palabras del expresidente contrastan con la dialéctica empleada por su partido durante los últimos años. Bush es el último presidente republicano que llegó a la Casa Blanca con un importante apoyo de los votantes hispanos. En septiembre de 2001, menos de un año después de lograr la presidencia, impulsó una reforma migratoria. Seis días antes de los atentados del 11 de Septiembre recibía en la residencia presidencial a su homólogo mexicano, Vicente Fox. Aquel intento de reforma fue atropellado por las medidas que siguieron al peor ataque terrorista sufrido por EE UU y no sería hasta 2006 cuando Bush accediera a un nuevo proyecto, que moriría en el Senado apenas un año después.
El Partido Republicano ha pagado un precio muy caro por el recrudecimiento del debate desde entonces, especialmente por el alejamiento de los votantes hispanos. La derrota de Mitt Romney en noviembre hizo reaccionar a los republicanos, impulsando una coalición en el Senado que ha acabado aprobando el texto de reforma en tres décadas.
Bush reivindicó este miércoles la importancia de algunas propuestas republicanas en este debate, como la vigencia de todas las leyes que regulan el sistema migratorio, especialmente en materia de seguridad fronteriza. “Somos una nación de leyes. Y debemos aplicarlas. Estados Unidos puede ser una sociedad de leyes y una sociedad acogedora al mismo tiempo”, aseguró. Aún así, el expresidente no dio su respaldo de manera directa a la propuesta del Senado, ni comentó la que todavía estudia la Cámara de Representantes. (Fuente: CRISTINA F. PEREDA, EL PAIS)