DEPORTES
Fuente: FIFA.com
Cayó miércoles. Sí, aquel 17 de junio de 1970 era miércoles. Pero eso no detuvo a la familia Rodríguez. En San Salvador, a mil kilómetros del estadio Azteca, el pequeño Jaime y sus padres se acercaron a la tienda habitual para ver por televisión la semifinal de la Copa Mundial de la FIFA entre Italia y Alemania.
La historia es conocida: la Azzurra brilló ante un conjunto germano combativo y se impuso 4-3 en un juego para el recuerdo, que tuvo a Franz Beckenbauer disputando hasta el último balón con su hombro fuera de lugar. Lo que pocos saben es que semejante muestra de amor propio inspiró profundamente a Jaime, quien con apenas 11 años aseguró a sus padres: “Algún día yo también voy a jugar una Copa del Mundo”.
Han pasado ya 43 años desde aquella recordada jornada mundialista y el tiempo, podemos afirmarlo, le ha dado la razón. La Chelona, como le llaman, no sólo cumplió su promesa de ser futbolista profesional, sino que participó de la Copa Mundial de la FIFA en España 1982 y jugó en ligas tan diversas como México, Alemania, Finlandia y Japón. Pero hay más: las vueltas de la vida lo han situado actualmente en el puesto de Ministro de Deportes de su país, así como en la Comisión de Fútbol de la FIFA donde se reúne codo a codo con un tal… Franz Beckenbauer.
“Para mí es increíble estar a su lado, ¡era mi ídolo! Le he pedido que me firme una camiseta del Cosmos que intercambiamos en un amistoso alguna vez. Por supuesto que ya está en mi casa y enmarcada”, cuenta entre risas quien, aprovechando su visita a Zúrich en la primera semana de octubre, habló de todo con FIFA.com. Su carrera, la compleja actualidad del fútbol salvadoreño y el hexagonal final de la CONCACAF: “Veo difícil que México se clasifique”.
Jaime, El Salvador ha estado en todos los periódicos por una causa poco grata: la suspensión de 14 futbolistas por amaño de partidos. ¿Cómo le ha golpeado esta noticia?
Ha sido un gran golpe para nuestro fútbol. El solo pensar que haya gente que salga a la cancha a perder un partido todavía no lo digiero, no lo concibo. Me ha dolido mucho. Es un trabajo muy arduo el que tenemos que hacer: hay que cambiar una generación completa y trabajar con la gente joven. Volver a lo cultural, a la parte de la educación en nuestro fútbol.
La selección ha quedado fuera una vez más del hexagonal final. ¿Está siguiendo la eliminatoria?
Por supuesto. Creo que Centroamérica ha crecido mucho, como queda demostrado con el buen trabajo de Costa Rica, Honduras y Panamá. Nadie podía pensar que México iba a estar sufriendo en estas instancias y dependiendo de un partido en casa, cuando antes era imbatible en el Azteca. Los equipos han crecido y se preparan para todo.
Usted es un gran conocedor del fútbol mexicano, incluso ha sido contemporáneo de varios de sus últimos entrenadores. ¿Cómo se explica su momento actual?
Creo que se descuidaron, menospreciaron el área. Tienen talentos, pero adolecen de líderes en el terreno de juego. El último referente fue Cuauhtémoc Blanco, y ahora tuvieron que recurrir a Rafa Márquez para un partido importante. Eso indica que están faltos de líderes. Jugué diez años allí, conozco muy bien su fútbol y sigo mucho su liga. El centroamericano va sin miedo a jugar al Azteca, ya no asustan la altura ni la presencia de 100 mil espectadores. Eso ya se perdió.
¿Se clasifica?
Lo veo difícil. La prensa mexicana ya está pensando en Nueva Zelanda y todavía no ha jugado con Panamá. Ese es un error muy grave. Los panameños están con toda la ilusión: tienen una generación bien dirigida por los hermanos Dely Valdés. No me atrevería a dar un ganador. Es un partido de alto riesgo.
Hablando de la Copa Mundial de la FIFA, ¿es cierto que ocultó una lesión por miedo a no ser citado en 1982?
Sí, me fracturé el tobillo jugando en Alemania. Fue un 4 de febrero, no se me olvida. El Mundial era en junio, por lo que no pude decir lo que tenía. Me la aguanté callado y trabajando. Me dolía el alma, pero el Mundial era mi ilusión, mi sueño. El 4 de abril regresé a las canchas.
Lo habrá ayudado la falta de información en El Salvador…
¡Claro! En aquella época te tomaban una foto el domingo y aparecía en los periódicos el miércoles. El Mundial era un sueño de chiquito, desde que vi a Beckenbauer. ¿Cómo me lo iba a perder? Y compartíamos grupo con Argentina, que era campeona y tenía a Maradona. Tenía que estar ahí.
¿Cómo fue enfrentar a Maradona?
Es lo más grande que he visto en el fútbol, uno de mis grandes ídolos. Lo enfrenté cuatro veces. Hoy veo a jugadores que se tiran al piso, se quejan… ¡a Diego le pegué cada patada! Y nunca me dijo nada. Me miraba nomás, yo lo levantaba y ya. Un grande.
¿Recuerda alguna en particular?
¡Le pegué muchas! (ríe) La última en el showbol, hace poco. Se reía y me decía “Bueno, vos… ¡ni en los amistosos me dejás tranquilo!”. De lo mejor que enfrenté en mi vida.
¿Dónde ubicamos al Mágico González?
El Mágico fue un grande, somos compadres. Un tipo desequilibrante, rapidísimo, un genio que se transformaba en la cancha. Aparecía en las difíciles. Maradona dijo que es lo mejor que vio en su vida. En lo personal, cuando veo vídeos de Johan Cruyff, lo estoy viendo al Mágico..
¿Y qué jugador fue Rodríguez?
Del estilo de Jorge Bermúdez o Carles Puyol, de garra y entrega. En el fútbol es más fácil destruir que construir, claro. Nosotros trabajábamos para el Mágico.
En inicios de la década del 90 le tocó ir a Japón para el lanzamiento de la J-League. ¿Cómo fue esa experiencia?
Si no hubiera ido a Alemania o Finlandia primero, no sé si hubiera aguantado en Japón. Fue difícil, un país donde todo es diferente: cultura, religión, alimentación, disciplina, la hora de entrenamientos, la comunicación. Recuerdo saludar en inglés y que no me contestaran, ¡ni me miraban!. El entrenador hablaba inglés, pero no conmigo. Me decía que tenía que aprenderlo y adaptarme, porque era yo el que venía de afuera. Pero me la aguanté. Hoy son potencia en Asia, cambiaron la mentalidad. Y creo que el gran responsable fue Zico.
Para despedirnos, quisiéramos saber qué sueño le queda por cumplir. Aparentemente, por lo que marca su historia, suele conseguir lo que se propone.
Quiero que El Salvador asista a otro Mundial. Que otros chicos consigan lo mismo que yo. En la vida nada es imposible. Nosotros clasificamos en momentos de guerra, y ahora estamos viviendo un momento difícil con las pandillas. Yo pretendo que los chicos miren a Messi, a Neymar, a Ronaldo y digan ‘algún día yo estaré ahí’. Se puede.