EL SALVADOR
Este domingo 9 de marzo se protagonizará una nueva medición de fuerzas entre las históricas fuerzas de izquierda y de derecha, durante la segunda ronda electoral en la que se saldrá, de una vez por todas, el próximo presidente de El Salvador para los próximos cinco años.
El oficialista FMLN estará representado por la fórmula integrada por los ex jefes guerrilleros Salvador Sánchez Cerén y Oscar Ortiz, que respectivamente son el actual vicepresidente y el ex alcalde de Santa Tecla.
La opositora ARENA estará representada por el actual alcalde de San Salvador, Norman Quijano, y por el académico René Portillo Cuadra, quien tiene un antecedente de haber apoyado la campaña presidencial del FMLN en 2004. Por su parte Quijano tiene carrera política desde la administración pública municipal y por más de 14 años como diputado en la Asamblea Legislativa.
La rivalidad entre el FMLN y ARENA data desde los años de la guerra civil. Fueron enemigos a muerte desde los Escuadrones de la Muerte, creados por ya fallecido militar Roberto d’Aubuisson Arrieta, quien también fundo a ARENA; mientras el FMLN golpeaba con sus clandestinos comandos urbanos, por medio de atentados, sabotajes y secuestro contra los “sostenedores de la dictadura militar”.
Tras la finalización de la guerra civil con un pacto firmado en 1992 entre el entonces presidente Alfredo Cristiani (primer mandatario arenero) y la comandancia del FMLN, estos agrupamientos trasladaron su antagonismo al plano electoral, enfrentándose en cuatro comicios presidenciales, tres de los cuales ganó ARENA. El domingo próximo el favorito para triunfar es el FMLN, que según las últimas encuesta, está arriba de ARENA, con un promedio de 14 puntos porcentuales.
Durante la presente campaña política se pudo evidenciar el enfrentamiento de dos programas opuestos: el FMLN con un modelo más social y en beneficio de sectores tradicionalmente excluidos y marginados como los campesinos pobres, los ancianos, las mujeres y los menores de edad, que en el actual gobierno fueron objeto programas como el de agricultura familiar, pensiones básicas y paquetes escolares.
ARENA, por su parte, inició la campaña proselitista asegurando por los programas sociales era “despilfarro” de los recursos nacionales, pero después del fracaso que tuvieron en la primera vuelta electoral, el 2 de febrero pasado, cambió radicalmente su tono y ahora promete no sólo sostener los programas sociales del actual gobierno, sino incrementarlos.
Otro elemento que se trajo a la palestra, durante el mes de campaña previa para la segunda vuelta, fue el miedo a “convertirse en otra Venezuela” promovido por ARENA y grupos afines, en caso el FMLN llegara a ganar las elecciones presidenciales, amparándose en la crispación social que vive actualmente el país sudamericano.
Frente a esto, el candidato Sánchez Ceren rechazó en reiteradas ocasiones que busque emular a Venezuela, a pesar de los lazos que existen con ese gobierno y su partido. En lugar de eso, buscará implementar un modelo “basado en la realidad de los salvadoreños.
El próximo gobernante enfrentará no fáciles desafíos: gobernabilidad, desarrollo económico y seguridad pública, serían los retos a enfrentar según analistas y políticos locales que han reiterado sus llamados a los contendientes a tomar en cuenta la frágil realidad nacional.
Respecto a la gobernabilidad, varios sectores políticos, empresariales y sociales independientes han llamado a los contendientes, a la firma o al establecimiento de pactos de nación para suprimir la polarización y confrontación en la que ha estado envuelto el país desde hace dos años a causa de la campaña presidencial. Los candidatos han estado anuentes a ese proceso, pero no ha habido firma de compromisos antes de las elecciones.
En economía, lo que se exige es desmontar la confrontación empresarios-gobierno para hacer factible la inversión, tanto nacional como extranjera, establecer un pacto fiscal y reimpulsar un plan para el desarrollo de la producción local en la agricultura y la industria, así como el desarrollo de la pequeña y mediana empresa para generar empleo, estimular la productividad y procurar bienestar social.
En cuanto a seguridad pública, el nuevo gobierno tendrá el reto de continuar con los planes de erradicación de la violencia pandilleril, el combate frontal contra el crimen organizado y la corrupción. (Con datos de Contrapunto)