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El marcador es el mismo que la última vez que nos enfrentamos a los alemanes, pero en esta ocasión el resultado se ha encajado de forma muy distinta”, ha declarado DaMarcus Beasley a FIFA.com en el túnel de vestuarios del Arena Pernambuco, tras caer por 1-0 ante Alemania. Pese a la derrota, los estadounidenses se clasifican para los octavos de final de la Copa Mundial de la FIFA 2014™. “Vimos volar los codos. Es muy difícil jugar contra los alemanes”.
Beasley lo sabe bien. Es el único miembro de la selección de Estados Unidos presente en Brasil que vivió en primera persona la decepción del 1-0 sufrido a manos de la Mannschaft en la Copa Mundial de 2002. Entonces, el extremo derrochaba velocidad y poderío en ataque. A los 20 años era un rayo que partía en dos las defensas rivales. Lo apodaban Jitterbug, el nombre de un baile electrizante que todavía sigue sentándole como anillo al dedo, con 32 años cumplidos. Era el futuro del fútbol estadounidense.
Tiene más arrugas alrededor de los ojos. En la barba le asoman unas cuantas canas. Y juega de defensa.
Beasley participa en su cuarto Mundial, porque Juergen Klinsmann, el seleccionador de Estados Unidos, le ha ofrecido la oportunidad de reactivar su carrera internacional. “DaMarcus es la generosidad personificada, te da lo que le pidas”, comentó el técnico alemán. Después de una ausencia de más de un año, parecía evidente que la colaboración entre Beasley y el combinado estadounidense había llegado a su fin. Sin embargo, Klinsmann lo convocó de nuevo el verano pasado, e incluso le confió durante un tiempo el brazalete de capitán, para tratar de cubrir una posición problemática: el lateral izquierdo.
“Dentro de mí, sigo siendo un jugador ofensivo”, explica Beasley, apoyándose en la pared, mientras se hace fotos con un compañero, el lesionado Jozy Altidore. “Todavía se me ponen los ojos como platos cuando me acerco al área. Pero mi función principal consiste en quedarme atrás y proteger la puerta. Me gusta mucho, además, entrar de vez en cuando a robar un balón”.
Las segundas oportunidades no se presentan cada día. Beasley no pierde la sonrisa, porque está disfrutando de la suya. “Con la clasificación para las eliminatorias, hemos alcanzado nuestro objetivo”, afirma mientras saluda con una inclinación de cabeza a los jugadores alemanes que atraviesan el túnel. Los dos rivales celebran hoy en Recife el pase de ronda; nada que ver con lo ocurrido hace 12 años, cuando la derrota frente a Alemania por idéntico marcador envió de regreso a casa a una selección de Estados Unidos repleta de talento. “Queremos subir el listón. Estamos viendo un montón de resultados increíbles en este Mundial. Todo es posible a partir de ahora”.
Ningún otro jugador de este equipo, ni siquiera Tim Howard o Clint Dempsey, posee un historial más abultado que Beasley en el combinado nacional. El extremo reconvertido a defensa fue protagonista de uno de los momentos más productivos de la historia futbolística del país. “El fútbol en Estados Unidos ha crecido enormemente”, afirma Beasley, un hombre que ha disputado más de cien partidos internacionales. “Poseemos una profundidad de banquillo que nunca habíamos tenido y nos gusta mantener la posesión. Todo esto nos resulta muy nuevo. En el equipo hay gente que juega en Europa y en grandes clubes”.
Beasley allanó el camino para muchos de los jugadores a los que se refiere. El entonces extremo se marchó de la MLS después del Mundial de 2002, y llegó a fichar por el Rangers escocés, el PSV Eindhoven y el Manchester City cuando los futbolistas estadounidenses eran todavía una rareza en Europa. Actualmente apura los últimos años de su carrera en México, un país en el que a los jugadores de Estados Unidos todavía les cuesta hacerse notar y recibir el respeto de la afición. No es el caso de Beasley, convertido ya en el preferido de la hinchada de su club, el Puebla.
Mucho han cambiado las cosas para DaMarcus Beasley en estos 12 años, pero su pasión por el fútbol de su país sigue intacta. “Siempre, incluso cuando me marche de la selección, lucharé para que Estados Unidos siga creciendo”, concluyó, bien consciente de que éste será su último Mundial. “Quiero dejar algo para la posteridad”, añadió, con un timbre de melancolía en la voz. (Fuente: FIFA.com)