CENTROAMERICA
El país más dinámico de Centroamérica y destino de millonarias inversiones estadounidenses, asiáticas y españolas ha experimentado este martes 1 de julio un fuerte cambio político. El excanciller Juan Carlos Varela ha tomado posesión del Gobierno de Panamá de manos de su exlíder y ahora máximo opositor, Ricardo Martinelli, quien en mayo sufrió un duro varapalo electoral a favor del Partido Panameñista (PPa).
Varela Rodríguez, un empresario licorero de 50 años de abuelo español, graduado en Estados Unidos como ingeniero industrial, ha jurado este martes al mediodía sin representar un vuelco ideológico en la conducción del país por cuyo canal interoceánico pasa el 5% del comercio mundial. Las formas políticas, sin embargo, apuntan a fuertes cambios para atender la presión de una población (3,6 millones de habitantes) con un 26% de pobreza, a pesar de vivir dentro de una economía que creció al 8,5% en 2013 y sigue atrayendo más inversionistas y construyendo más infraestructura.
Varela ha jurado este martes al mediodía en una ceremonia en el estadio de futbol Rommel Fernández, después de conocer el cumplimiento de la alianza parlamentaria hecha con el Partido Revolucionario Democrático (PRD) para reforzar una pequeña bancada oficialista de solo 13 escaños. Con esta agrupación ha debido unirse el oficialismo para sobreponerse a Cambio Democrático, dirigido por Martinelli, quien se despidió del Palacio de las Garzas con una promesa: “volveré”. La gobernabilidad es uno de los desafíos, reconocen analistas internacionales.
Ante la mirada del Secretario de Estado estadounidense, John Kerry, del presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy y del gobernante de Taiwán, Ma Ying-jeou, el nuevo presidente de Panamá ha dirigido su discurso con promesas de políticas inclusivas y no solo para los sectores empresarial y financiero del país, potencias en este país al sur del istmo centroamericano.
La conducción política se mezclará con la presión por mantener el dinamismo económico, vinculado a la culminación de las obras de ampliación del Canal de Panamá. Esta podrá entrar en funcionamiento en el 2016, ya no en 2015, tras varios atrasos relacionados con la empresa española Sacyr, responsable de la construcción, que reclama el pago de cobrecostes.
En la opinión pública, sin embargo, ronda la demanda de atención social (“que sepa abrir un camino inclusivo”, dijo el Arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa) y las sospechas de corrupción en el gobierno de Martinelli. A ello apuntó Varela en su discurso en medio del bochorno húmedo en Ciudad de Panamá. Recordó que un abuelo suyo fue al trabajo un día después de jubilarse para devolver un lápiz y es parte de su inspiración. “Este gobierno pondrá al pueblo primero en todas las decisiones. Devolveremos la fortaleza a la democracia y sus instituciones. Vengo a solucionar los problemas y no a crearlos”.
“El daño hecho a nuestra democracia y nuestras instituciones fue grave, pero en la justicia , la verdady la rendición de cuentas encontraremos la paz social. La reparación de la democracia comienza hoy. A partir de hoy, nadie en este país está por encima de la ley”, ha dicho en tono altisonante. Sí ha garantizado que dará continuidad al metro de Ciudad de Panamá, único en Centroamérica, una de las obras estrella de Martinelli.
Entre las primeras tareas tiene programado congelar el precio de 22 alimentos de la canasta básica, presentar un proyecto de desarrollo en la provincia caribeña de Colón, sede de la zona libre que surte a comerciantes panameños y de países vecinos. También tocó la demanda de seguridad; propuso a las “más de 200 pandillas” una amnistía hasta el 1° de agosto, para que entreguen las armas y se incorporen a la sociedad.
En la política exterior está previsto el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con el Gobierno de Nicolás Maduro, después de meses de duros enfrentamientos de Martinelli contra Venezuela. “Nuestra política exterior será de diálogo”. (Fuente: EL PAIS, por: Álvaro Murillo)