MEXICO
El sacerdote católico mexicano Gregorio López, que había sido secuestrado esta semana en el estado mexicano de Guerrero, fue hallado muerto, según informaron este viernes 26 de diciembre fuentes eclesiásticas.
El cadáver del religioso, que fue encontrado el día de Navidad en un paraje cerca de Ciudad Altamirano, también en el sureño estado de Guerrero, tenía un disparo en la cabeza, informó la diócesis local.
El padre Goyo, como le conocían en su parroquia, fue secuestrado el 22 de diciembre por un grupo de hombres armados en el seminario de Ciudad Altamirano, donde el sacerdote preveía celebrar la Navidad.
La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) lamentó en un comunicado la muerte “de forma injusta y violenta” de López y exigió soluciones a la violencia en México. “Haciéndonos eco del sentir de muchos mexicanos, repetimos: ¡Basta ya! No queremos más sangre. No queremos más muertes. No queremos más desparecidos. Exigimos a las autoridades el esclarecimiento de éste y de los demás crímenes que han provocado dolor en tantos hogares de nuestra patria, y que se castigue conforme a derecho a los culpables.
Según le dijo un amigo del sacerdote a los medios locales, López fue secuestrado tras acusar al cártel de los Guerreros Unidos del secuestro y supuesta muerte de los 43 estudiantes de Ayotzinapa el pasado mes de septiembre.
A los delincuentes no les importó que Maximino Martínez, obispo de Ciudad Altamirano en la Tierra Caliente de Guerrero, se pusiera literalmente a sus pies y “con profundo dolor y temor” suplicara para salvar la vida del cura Gregorio López.
En los estados de México y Guerrero, donde operan diversas bandas del crimen organizado, principalmente Templarios, Rojos y Guerreros Unidos fueron asesinados cuatro sacerdotes católicos en 2014. Estos crímenes colocan a los curas católicos en la primera línea de fuego, por encima de los periodistas: este año atacaron mortalmente sólo dos comunicadores.
Entre los religiosos ejecutados se encuentra el africano John Seyondo, quien se encontraba de misión en la diócesis Chilpancingo-Chilapa, Guerrero, y se había negado a bautizar a la hija de un reconocido delincuente en la zona una de las regiones más pobres del país.
Estaba reportado como desaparecido hasta que sus restos aparecieron en una fosa clandestina ubicada durante la búsqueda de los 43 normalistas desaparecidos en Iguala.
El Centro Católico Multimodal (CCM) reportó que desde 1990 han muerto en condiciones violentas un cardenal (Juan Jesús Posadas Ocacampo), 29 sacerdotes, tres religiosos, cuatro sacristanes y un diácono en diversos estados del país, algunos ultimados a golpes.
“Hacemos un llamado enérgico a las autoridades del gobierno mexicano a fin de que brinden las garantías al ejercicio del ministerio sacerdotal en las entidades donde ha repuntado la violencia y opera el crimen organizado”, dijo el CCM en un comunicado. (Con datos de BBC)