LITERATURA
Por: Hernán Vera Álvarez / www.tintafresca.us
El inmigrante ecuatoriano Marcelo Lucero fue asesinado por un grupo de adolescentes en las calles de Patchogue, un pueblo a 60 millas de Nueva York. ¿El motivo? Ser un inmigrante hispano. A partir de este crimen, la autora cubana Mirta Ojito -Premio Pulitzer y profesora en Columbia University-, escribe una admirable investigación periodística: La Cacería (publicado por Vintage Español).El excelente libro de Ojito traza un mapa de la inmigración en los Estados Unidos.
Por qué cree que en un país de inmigrantes hay esta clase de crímenes?
Sé que estos crímenes surgen en momentos de crisis económicas, y para cuando ocurrió esta historia, en el 2008, Estados Unidos pasaba por una de ellas. También tiene que ver con el clima político que se vive. En aquel momento, el político más importante de Suffolk era una persona con una retórica anti-inmigrante. En varios capítulos señalo que en ese entonces muchos políticos locales utilizaban esa retórica para ganar votos.
Sólo pudo hablar con dos padres de los adolescentes involucrados. ¿Por qué no quisieron colaborar los otros familiares?
La mayoría no me contestó. Eso ocurre, sobre todo en estos casos donde son los hijos que están viviendo tan terribles momentos. A veces los padres no quieren hablar con la prensa porque creen que cualquier cosa que digan, los puede perjudicar a sus hijos durante el juicio. Yo lo entiendo. Siempre traté con mucho cuidado este tema.
Llama la atención que los maestros y los padres no supieran lo que hacían los adolescentes…
Es increíble. En la escuela es más difícil de creer; en el hogar es posible. La dependencia que tenemos ahora con la tecnología, que pensamos que nos ha facilitado la vida, pero de hecho la ha complicado, ya que un muchacho te dice adónde y qué está haciendo, pero tú no sabes exactamente la verdad. Ellos te dicen eso y tú te acuestas a dormir pensando que todo está bien, ya que los muchachos se quedan a dormir en las casas de los amigos. Precisamente esa noche los padres pensaban que sus hijos estaban en las casas de sus amigos.