DIPLOMACIA
Los detalles para recomponer las relaciones entre Cuba y Estados Unidos tras más de medio siglo estarán en manos de mujeres. Concretamente, en las de dos discretas pero poderosas funcionarias de carrera que este jueves 22 de enero se sentaron cara a cara para negociar los pasos para cumplir la orden de poner fin a la política de Guerra Fría en el Caribe dada por Obama y Raúl Castro el 17 de diciembre.
Roberta Jacobson, la secretaria de Estado adjunta para Asuntos Hemisféricos y mano derecha en temas de América Latina del jefe de la diplomacia norteamericana, John Kerry, ha viajado hasta La Habana para dirigir la delegación estadounidense encargada de las primeras conversaciones bilaterales oficiales para restablecer las relaciones.
Frente a ella, a la cabeza de la delegación cubana, se sentó su homóloga, Josefina Vidal, directora general del departamento dedicado a EE UU del Ministerio de Relaciones Exteriores de la isla.
Las dos son viejas conocidas. Jacobson, que ya estuvo en años anteriores en La Habana aunque con un rango menor, tiene una larga experiencia en diplomacia latinoamericana, y con este viaje se convierte en la funcionaria estadounidense de más alto rango que pone pie en Cuba desde hace tres décadas.
En 2011 de hecho dirigió las últimas conversaciones migratorias —las reuniones semestrales que durante años fueron el único canal de comunicación oficial entre los dos países— antes de que fueran interrumpidas, hasta 2013, por la condena a 15 años de cárcel del contratista estadounidense Alan Gross, liberado en el marco del reinicio de las relaciones.
La última vez que Vidal visitó Washington fue el pasado julio, cuando dirigió la delegación cubana que participó en la penúltima de las rondas migratorias reanudadas, que ayer tuvo su secuela en La Habana.
Pero Vidal, licenciada por el Instituto de Relaciones Internacionales de Moscú, también conoce muy bien el campo del rival histórico.
Fue de hecho primera secretaria de la Sección de Intereses cubana hasta que, en 2004, regresó a La Habana para asumir el puesto de subdirectora de América del Norte de la Cancillería, oficina que ahora dirige. El exanalista de la CIA especializado en Cuba Chris Simmons afirma que su marcha de Washington se debió a que su marido, el primer secretario de la Sección de Intereses, José Anselmo López Perera, fue uno de los 14 diplomáticos cubanos declarados en mayo de 2003 persona non grata por el Gobierno de George W. Bush, bajo la acusación de espionaje.
Más allá de especificar que fueron siete miembros de la misión cubana ante la ONU y otros tantos de la sección en Washington, el Departamento de Estado nunca reveló sus nombres. Pero Simmons interpuso en 2006 una demanda judicial que le permitió lograr, cinco años más tarde, la desclasificación de la lista.
De acuerdo con Simmons, aunque Vidal no fue formalmente expulsada, decidió abandonar EE UU junto con su esposo, aunque en los últimos años ha regresado de forma reiterada para conversaciones con autoridades estadounidenses o actividades oficiales cubanas en territorio norteamericano.
Vidal fue durante los últimos años también la encargada de dar la respuesta oficial de Cuba ante las insistentes demandas de liberación de Alan Gross, incluidas las efectuadas personalmente por Jacobson. Por su parte, la alta funcionaria cubana interponía el reclamo de la isla de que regresaran los cinco “héroes cubanos”, los espías de la Red Avispa que cumplían largas penas de cárcel en EE UU. En el mismo día en que Gross regresaba a Washington, el 17 de diciembre, los tres espías cubanos que aún estaban tras las rejas estadounidenses ponían pie en Cuba.
Además de su demostrada mano izquierda en las negociaciones, las dos elegidas para desgranar el proceso de normalización de relaciones pueden conversar perfectamente tanto en español como en inglés. (Tomado de EL PAIS, por Silvia Ayuso)