El nuevo Congreso tómo posesión

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John Boehner, presidente de la Cámara de Representantes

WASHINGTON

El nuevo Congreso tomo posesión

La nueva mayoría republicana en el Congreso de Estados Unidos se prepara para las próximas escaramuzas con el presidente demócrata, Barack Obama. Una de las primeras votaciones servirá para autorizar la construcción de un oleoducto de más de 1.900 kilómetros entre Canadá y el golfo de México y obligará a Obama a optar entre firmar la ley o vetarla.

La jornada inaugural del 114º Congreso también fue el lunes 5 de enero el escenario de las divisiones republicanas, en una legislatura condicionada por las presidenciales de noviembre de 2016. Legisladores del Tea Party presentaron candidaturas alternativas a John Boehner como speaker o presidente de la Cámara de Representantes. Boehner, al frente de la mayoría más amplia de su partido en décadas, revalidó el mandato, pero la facción populista del Tea Party demostró que mantiene su capacidad para perturbar los planes del establishment más pragmático.

PAG 4 John Boehner, presidente de la Cámara de RepresentantesLa investidura del Congreso es uno de los rituales de la democracia estadounidense, un día de fiesta para celebrar el traspaso pacífico del poder. Esta vez coincidió con la primera nevada del año en Washington. Los congresistas llegan a la capital con sus familias, los veteranos vuelven a saludarse y los novatos toman la medida de sus escaños y oficinas. El vicepresidente Joe Biden, que preside el Senado, tomó juramento a los senadores recién elegidos.

Los republicanos, que por primera vez desde 2006 son mayoritarios en ambas cámaras del Congreso, y el demócrata Obama toman posiciones. Obama no se resigna a ser el clásico pato cojo: un presidente insignificante, atado de pies y manos por un poder legislativo adverso. La derecha se siente legitimada para imponer su agenda, pero topará con una minoría demócrata en el Senado que puede bloquear sus iniciativas y con un presidente dispuesto a usar el derecho de veto que le otorga la Constitución.

El Congreso que el lunes se constituyó es resultado de las elecciones legislativas del 4 de noviembre. Los republicanos, que salieron vencedores, ocupan ahora 54 escaños de 100 en el Senado y 246 de 435 en la Cámara de Representantes. Este es el Congreso más diverso de la historia, pero sigue lejos de la diversidad de un país cambiante, cada vez más hispano: un 80% de congresistas son blancos no hispanos, un 80% son hombres y un 92%, cristianos.

La prioridad del Partido Republicano es aprobar en el Senado y la Cámara de Representantes el proyecto Keystone XL, un oleoducto entre Canadá y México. La Administración de Obama lleva seis años estudiando si lo autoriza, bajo la presión de la movilización ecologista por los efectos medioambientales. El retraso en la decisión ha enfriado la relación entre Obama y el primer ministro canadiense, el conservador Stephen Harper.

El portavoz de la Casa Blanca anunció el lunes mismo que Obama vetará la ley sobre Keystone XL si el Congreso la aprueba. Es el primer pulso en la nueva etapa, que incide en el debate sobre la independencia energética y la caída del precio del petróleo. No será el último.

Los republicanos se proponen denegar los fondos para aplicar las medidas que el presidente presentó en noviembre para la regularización de hasta cinco millones de inmigrantes sin papeles. También entorpecerán por la vía presupuestaria el restablecimiento de las relaciones entre EE UU y Cuba. Socavar la reforma sanitaria —otro logro de Obama, como los dos citados— es otro objetivo.

Uno de los ámbitos en los que es posible el acuerdo entre el presidente y los republicanos es el de los acuerdos comerciales de EE UU con países de Asia y el Pacífico y con la Unión Europea. La legislatura concluirá en enero de 2017, unos días antes de que el sucesor de Obama jure el cargo. La incógnita es si será tan improductiva como las recientes o si la parálisis terminará. (Fuente: EL PAIS, por Marc Bassets)