OPINION
La “compasión” republicana y el tazón de comida
Por: Maribel Hastings
El concepto de compasión del pastor Mike Huckabee parece estar un tanto torcido o limitado. El sábado, en una cumbre agrícola en Iowa, estado donde arranca el proceso de selección de nominados presidenciales, Huckabee declaró que quiere “frenar la ola de gente que llega porque escucharon que hay un tazón (bowl) de comida al cruzar la frontera”. No un plato, un tazón (bowl).
No es lo que uno esperaría escuchar de un pastor, pero este reverendo es uno de los aspirantes a la nominación presidencial republicana que sigue el ritual de su partido de apelar a la base más conservadora con duras posturas en inmigración y en otros asuntos que quizá los ayuden a ganar una asamblea popular (caucus) o una primaria; pero de nada le sirven en la elección general cuando tienen que apelar a moderados, independientes y a otros sectores electorales, incluyendo a los latinos.
Huckabee parece olvidar que el sector agrícola de este país depende en gran medida de mano de obra indocumentada. Según el National Agricultural Workers Survey del Departamento del Trabajo, 75% de los trabajadores agrícolas en Estados Unidos son extranjeros, específicamente mexicanos, 23% son nacidos en Estados Unidos y 2% son centroamericanos. Mucho más de la mitad son indocumentados y siguen enfrentando una de las peores condiciones laborales en el país.
Como gobernador de Arkansas, Huckabee apoyó que los jóvenes indocumentados pagaran matrícula universitaria al mismo nivel que los residentes del estado. También ha sugerido que los jóvenes indocumentados DREAMers deben tener una vía a la regularización.
Pero ante audiencias conservadoras les parece apropiado recurrir al libreto que demuestre quién es el más rudo de los rudos aunque termine ofendiendo a los padres, familiares y conocidos de los mismos DREAMers que dicen querer ayudar, y a ese sector de votantes latinos para quienes la inmigración es tema definitorio.
En el desfile de potenciales aspirantes republicanos por la cumbre agrícola, el ex gobernador de Florida, Jeb Bush, volvió a salirse del libreto republicano y enfrentar a la base al reiterar que los 11 millones de indocumentados no serán deportados y es necesario concederles una vía a la legalización.
“Los inmigrantes que están aquí necesitan una vía al estatus legal. Nadie que yo conozca tiene un plan para lidiar con la inmigración indocumentada que no sea decir que serán acorralados y sacados (del país)”, dijo Bush.
Pero al mismo tiempo trató de acercarse a la misma base diciendo lo que quieren oír en contra de las acciones ejecutivas migratorias. Según la publicación The Hill, Bush dijo que “lo primero que hay que hacer es cambiar de presidente. Un presidente que derogue las acciones ejecutivas… el presidente ha utilizado una autoridad que no tiene para ir más allá de lo que ningún otro presidente ha hecho”.
Posteriormente, Bush fue abordado, en español, por una DREAMer, e insistió en su oposición a las acciones ejecutivas porque actuar por decreto es “ser como un dictador latinoamericano”.
Lo que se requiere, afirmó, es una ley permanente porque las acciones ejecutivas son temporales. A los DREAMers, agregó, “hay que darles prioridad de ser ciudadanos pero por la ley, no por decreto”.
De lanzar su precandidatura, desconozco si Bush sobrevivirá o no la primaria republicana con posturas contrarias a la base conservadora. Quizá esté apostando a su teoría de “perder la primaria para ganar la elección general”. Obviamente quien pierde la primaria no es el nominado, pero Bush está enviando un mensaje al sector republicano hambriento de un triunfo presidencial desde 2008 de que sólo apelando a la base no se ganan elecciones presidenciales.
Tampoco sé si la relación entre los latinos y el Partido Republicano es reparable, pero una vez más, esa colectividad deberá escoger entre su deseo de volver a pisar la Casa Blanca o en seguir apaciguando a la base con candidatos que enarbolan la bandera de la religión y hablan de “compasión” y valores familiares que sí terminan en el Río Grande. Aquellos que cuando se sientan a saborear su tazón de comida olvidan que lo que consumen seguramente fue pizcado, procesado. preparado o servido por manos inmigrantes. (Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice)