TRAGEDIA AEREA
El copiloto señalado como el responsable de la muerte de 150 personas era un profesional con 630 horas de vuelo, quien según su entorno cercano nunca mostró una conducta fuera de lo común; aunque las investigaciones indican que estaba en tratamiento médico.
Un avión con 150 personas a bordo, de la aerolínea Germanwings, cayó este martes 24 de marzo en una zona remota de los Alpes franceses, y se ha dicho que nadie ha sobrevivido.
Los rescatistas han encontrado una de las cajas negras, así como varios restos pequeños del avión y partes humanas esparcidos por varios metros en la zona donde cayó el vuelo 4U9525 de Germanwings, dijo el ministro del Interior francés, Bernard Cazeneuve.
El avión era un Airbus A320, operado por la aerolínea filial de Lufthansa, el cual llevaba a 144 pasajeros, entre ellos dos bebés, además de seis miembros de la tripulación.
El vocero de Germanwings, Thomas Winkelmann, dijo que el avión estaba en funcionamiento desde 1991, y desde 2004 en la compañía. En la última revisión técnica, apenas el lunes, pasó los controles “de manera rutinaria”.
“El capitán del avión era uno que había trabajado para Germanwings, de Lufthansa, durante 10 años. Había tenido experiencia en ese modelo de Airbus por más de 6,000 horas”, explicó el vocero.
También había 16 estudiantes y dos profesores de una preparatoria alemana llamada Joseph Koeing Gymnasium, quienes estaban registrados en el vuelo, dijo Florian Adamik, funcionaria municipal de Haltern, Alemania.
EQUIPO DE FUTBOL SE SALVA DE MORIR
Un equipo de la tercera división del fútbol sueco que debía tomar el vuelo A320 de Germanwings que se accidentó este martes en los Alpes franceses, se salvó de la catástrofe por un cambio de planes de último momento.
Tras una estadía en Cataluña, el Dalkurd FF de Borlänge tenía intención de subir al vuelo que debía recorrer la ruta entre Barcelona y Dusseldorf, para después tomar otro avión en la ciudad alemana que los llevara a su país.
Una vez en el aeropuerto de Barcelona, los jugadores y técnicos del equipo renunciaron a tomar el vuelo porque el tiempo de espera de la escala en Dusseldorf era demasiado y finalmente se distribuyeron en otros tres vuelos que pasaron por Zúrich y Múnich.
“A todos los que han tratado de contactarnos estas última horas, estamos en casa sanos y salvos. Era otro avión. Descansen en paz”, tuiteó el arquero Frank Pettersson.
El director deportivo Adil Kizil explicó al diario Aftonbladet que se salvaron por muy poco: “Efectivamente, debíamos tomar ese avión” que se estrelló este martes en los Alpes con 144 pasajeros y seis tripulantes a bordo”.
“A esa hora había cuatro aviones que se dirigían al norte pasando por los Alpes. Cuatro aviones y nosotros teníamos jugadores en tres de ellos. Podemos decir que realmente hemos tenido mucha, mucha suerte”, añadió.
COPILOTO ACTUO DELIBERADAMENTE PARA ESTRELLAR EL AVION
El audio de la grabadora de voz del vuelo 9525 de Germanwings reveló que el capitán quedó afuera de la cabina, mientras que el copiloto aparentemente hizo un intento deliberado de destruir el avión, indicó este jueves 26 de marzo el fiscal de Marsella, Brice Robin.
El copiloto “activó el descenso” del avión cuando estaba solo en la cabina. Eso solo se puede hacer deliberadamente, dijo Robin sobre el copiloto Andreas Lubitz, de 28 años.
GOLPEANDO Y GRITANDO
La grabadora de audio de la cabina del avión capturó sonidos horribles. El capitán, que quedó fuera de la cabina, golpeó la puerta para que lo dejara entrar, dijo el fiscal.
La respiración de Lubitz era firme, y no hay indicios de que tenía un ataque al corazón u otro problema médico. Los gritos de pasajeros asustados se escuchan en la grabación de audio hasta los momentos finales del vuelo.
Antes en el vuelo, el piloto y el copiloto tenían intercambios verbales normales, dijo Robin. Cuando el piloto salió, probablemente para ir al baño, le pidió a Lubitz tomar el relevo.
No está claro si el piloto trató de introducir un código numérico para tratar de volver a la cabina, o si Lubitz “puso la palanca de bloqueo”, que habría impedido que el código funcionara, dijo Spohr.
La explicación más plausible es que Lubitz, “a través de la abstención deliberada, se negó a abrir la puerta de la cabina… al jefe de pilotos, y usó el botón” para hacer que el avión perdiera altura, dijo Robin.
El desastre no está siendo descrito como un “ataque terrorista”, y la muerte de 150 personas no puede ser tratada como un “suicidio” tampoco, dijo Robin. Si una persona se mata a sí misma y a otras 149, la palabra “suicidio” debe sustituirse por otra palabra, dijo Spohr.
Las autoridades dijeron que Lubitz no era conocido por estar en alguna lista de terrorismo, y su religión no ha sido determinada de inmediata.
LA OTRA “CAJA NEGRA”
Una vez encontrado, el registrador de datos de vuelo podría arrojar más luz sobre los minutos finales del avión. El gobierno francés ha pedido al FBI ayuda para investigar el accidente, dijo un funcionario.
Germanwings dijo que el avión llegó a su altitud de crucero de 38,000 pies, y luego cayó durante unos ocho minutos. El avión perdió contacto con el radar francés a una altura de unos 6,000 pies.
Los 144 pasajeros y seis miembros de la tripulación procedían de 18 países. Alrededor de la mitad procedían de Alemania, y 49 eran de España, según el secretario de Seguridad de España, Francisco Martínez.
UNA PELIGROSA BÚSQUEDA
Los familiares y amigos de las víctimas emprendieron un viaje emocional este jueves: llegar al lugar montañoso donde sus seres queridos murieron. Vuelos especiales de Lufthansa de Alemania y España llevaron a los familiares y amigos de las víctimas hasta el sur de Francia. La aerolínea ha ofrecido transportarlos al lugar más cercano del accidente “dentro de los parámetros de seguridad de la investigación”, dijo Lufthansa.
IDENTIFICAR LOS CADÁVERES
Los restos humanos llegan con cuentagotas al centro avanzado que la Gendarmería francesa ha montado en Seyne-les-Alpes, donde son tratados con quirúrgica meticulosidad para identificar a las 150 víctimas del siniestro aéreo.
“Es un trabajo de relojero”, describe un responsable francés de identificación criminal. Todo se hace con escrupulosa precisión, desde la recogida de las muestras en la montaña hasta su tratamiento y atribución. Hasta el momento han sido hallados entre 400 y 600 restos humanos y no hay cuerpos enteros. “No hemos recuperado ni un solo cuerpo intacto”, ha explicado un portavoz de la Gendarmería, en una rueda de prensa en la que ha advertido de la “dificultad de recoger elementos biológicos” en la escarpada zona donde se estrelló el avión, según ‘Le Parisien’.
Será una labor de semanas: hasta que no se complete, los cadáveres permanecerán en custodia en Seyne y solo cuando se acabe el trabajo se repatriarán para entregárselos a sus familiares.
Los forenses se centran solo en localizar restos humanos, recuperarlos y llevarlos al centro avanzado para su identificación. La zona del accidente está siendo tratada como “la escena de un crimen”, según el portavoz del Ministerio del Interior, Pierre-Henri Brandet, aunque otros responsables lo comparan con una “excavación arqueológica”.
Las bolsas amarillas que contienen los restos de las víctimas son trasladadas por los helicópteros a un punto intermedio de la montaña desde el que, en furgonetas, llegan al centro de identificación levantado por la Gendarmería con material procedente de su Brigada Criminal, que tiene su sede en el este de París.
Allí comienza la tarea de identificación, para la que los agentes franceses cuentan con el apoyo de colegas españoles y alemanes. Ningún resto es atribuido a una víctima si no se tiene la certeza de que le pertenece. “No sirve que haya sido encontrado al lado de un carné de identidad o de un collar, tenemos que tener pruebas científicas“, afirma un responsable. Solo hay tres comprobaciones que se consideran infalibles: el ADN, las huellas dactilares y las odontológicas.
Los restos van pasando por diferentes mesas para su estudio por los forenses. En ese punto, es clave el contacto directo con el equipo “ante mortem” situado en París y que es donde están centralizadas las pruebas de ADN, dactilares y odontológicas de las víctimas.
UN JOVEN ALEGRE, AMABLE Y 100% APTO PARA VOLAR
El copiloto señalado como el responsable de la muerte de 150 personas era un profesional con 630 horas de vuelo, quien según su entorno cercano nunca mostró una conducta fuera de lo común.
Identificado como Andreas Lubitz, el copiloto era un joven alemán de 27 años crecido en Montabaur, una pequeña ciudad en el oeste de Alemania, donde sus padres tienen aún una casa con jardín en un barrio tranquilo del sur de la ciudad.
“Vivía con sus padres en Montabaur y también tenía una vivienda en Düsseldorf”, informó hoy a la agencia dpa Gabriele Wieland, alcaldesa de la ciudad de 12.500 habitantes.
En 2008 comenzó a prepararse como piloto en la escuela de vuelo de Lufthansa, matriz de Germanwings, en la ciudad de Bremen. Durante unos meses interrumpió la formación, una pausa hasta ahora sin explicación para los investigadores.
Finalmente consiguió la plaza como piloto de Germanwings en 2013. Contaba con 630 horas de experiencia de vuelo y una capacidad fuera de dudas. “Era 100 por ciento apto para volar. Sin peros ni matices”, señaló el director ejecutivo de Lufthansa, Carsten Spohr.
Las autoridades de seguridad aérea alemanas confirmaron que Lubitz había superado por última vez las pruebas de aptitud para volar en enero de este año. Al igual que en los dos exámenes anteriores, en 2008 y 2010, sin mostrar el menor indicio de anomalías.
El copiloto había sido recordado esta mañana en Montabaur por sus compañeros del club de vuelo sin motor al que pertenecía, el LSC Westerwald, que en un mensaje en su web señalaron: “Pudo cumplir su sueño. Un sueño que pagó tan caro con su vida”.
Los conocidos lo describieron como educado, alegre y amable. “Fue como un golpe en la cara”, comentó una vecina del copiloto sobre la posibilidad de que estrellara el vuelo a propósito. Otro vecino estaba estupefacto: “Me niego a creerlo…”
OCULTABA UNA ENFERMEDAD
El copiloto Andreas Lubitz, del vuelo 9525 de Germanwings que cayó en los Alpes franceses, “fue declarado por un médico no apto para trabajar”, indicó este viernes el fiscal de Dusseldorf, Christoph Kumpa.
Entre varios documentos encontrados en el departamento del copiloto estaba esa nota “rasgada” en un cesto de basura. También otra nota médica apunta a que el joven de 28 años “mantuvo en secreto su enfermedad a su empleador y su entorno profesional”, dijo el fiscal.
Una nota contenía una licencia médica para Lebitz, la cual abarcaba el día de la caída del avión.
La oficina del fiscal de Dusseldorf no indicó si la nota de licencia médica estaba relacionada con algún problema físico o mental, pero dijo que Lubitz parecía haber estado bajo tratamiento médico durante algún tiempo.
En la revisión de su departamento, las autoridades alemanas no encontraron alguna carta de despedida, y no hay evidencias de que sus acciones en el avión hayan sido motivadas por alguna causa religiosa o política, según la fiscalía. Las notas médicas estaban en un bote de basura, dijo el fiscal Christoph Kumpa.