El sauna un buen aliado del corazón

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SALUD

PAG 39  Si es usted una persona con un alto riesgo cardiovascular, ya ha sufrido algún ataque cardíaco o tiene una enfermedad coronaria, he aquí una nueva forma de cuidar su salud: aficiónese a las saunas. Sí, ha oído bien: a las saunas, esas habitaciones de madera donde se dan baños de vapor a muy alta temperatura y de las que uno sale muy relajado.

Esto se puede afirmar gracias a un estudio publicado en la revista JAMA of Internal Medicine, mediante el cual se ha analizado a un grupo de 2.315 hombres finlandeses de entre 42 y 60 años que viven en la provincia de Kuopio, al este del país, y que son asiduos a las saunas.

Los resultados de esta investigación han puesto de manifiesto que esta práctica, no sólo reduce el riesgo de sufrir una muerte súbita cardíaca, una enfermedad coronaria fatal y una enfermedad cardiviovascular, sino que, además, el riesgo es tanto menor cuanto más baños con vapor se reciban.

La mayoría de las muertes cardíacas repentinas que ocurren a la población general se producen sin que haya habido alertas previas de riesgo. Es por esto que dar con las pautas de estilo de vida que pueden prevenir estos episodios es vital. En este sentido, ya existían algunos estudios que hablaban de las bondades de las saunas: algunos señalaban que mejoraban la función endotelial, otros que mejoraban la ventilación pulmonar, y algunos sostenían que rebajaban la incidencia de las arritmias. No obstante, con la presente investigación se ha querido demostrar, de una forma científica, y a través de los datos, los efectos beneficiosos que tienen las saunas en la salud cardiovascular.

Con los resultados en la mano, además de evidenciar que aquellos hombres asiduos a las saunas son menos propensos a sufrir un accidente cardiovascular, se extraen otros datos como que una sesión intensa de sauna (las saunas tradicionales finlandesas tienen una humedad de entre el 10 y el 20%, y una temperatura de entre 80 y 100 grados centígrados) corresponde, si nos fijamos en la intensidad del ritmo cardíaco, a una sesión entre moderada e intensa de ejercicio físico.

A los participantes (todos hombres, en el estudio se señala la necesidad de hacer futuros análisis para corroborar que los resultados también se cumplen en mujeres) se les dividió según la frecuencia de las sesiones de sauna que tomaban a la semana: se hizo un grupo con los que las usaban una vez, otros con los que las usaban dos o tres veces, y otro último para los que usaban las sauna entre cuatro y siete veces por semana.

Una vez ajustados todos los factores de riesgo (ser fumador, la presión arterial, el colesterol, las enfermedades crónicas, el consumo de alcohol y el índice de masa corporal) se observó, tras un seguimiento medio de casi 21 años, que el riesgo de sufrir una muerte súbita cardíaca era un 22% menor en quienes tomaban entre dos y tres sesiones de sauna a la semana, y un 63% más bajo en los que lo hacían entre cuatro y siete veces.

  La muerte por enfermedad cardiovasular también fue un 27% menor entre los hombres que tomaban saunas entre dos y tres veces a la semana, y un 50% menor para los que se metían en la sauna entre cuatro y siete veces a la semana, frente a los que sólo lo hacían una vez cada siete días.

Como vemos, en todos los casos se trata de personas que usan la sauna, como mínimo, una vez a la semana. Los autores son conscientes de esto y señalan que se necesitaría más investigación para ver cuáles son los efectos en aquellas personas que no están tan acostumbrados a esta práctica tan extendida en el país nórdico.

De las conclusiones de este estudio se extrae no sólo que las saunas son buenas para la salud, sino que, además, también es importante el tiempo invertido en cada una de las sesiones: en comparación con los hombres que pasaban menos de 11 minutos en la sauna, el riesgo de muerte cardíaca repentina era de un 7% menor para las sesiones de 11 a 19 minutos. Si las sesiones se alargaban más de 19 minutos, el riesgo era un 52% menor. (Con datos de El Mundo)