SALUD
Un nuevo caso de demencia se registra en el mundo cada cuatro segundos. A este ritmo, si en la actualidad se calcula que hay unos 47,5 millones de personas con deterioro cognitivo asociado a la edad, la Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé que esta cifra casi se duplique en 2030 y alcance los 135,5 millones en 2050.
Así lo señalaba el pasado mes de marzo en Ginebra (Suiza), durante la primera conferencia ministerial de la Acción Mundial contra la Demencia. En este mismo escenario, la directora general de la OMS, Margaret Chan, subrayaba la carga económica que supone este problema en el mundo.
En 2010 se destinaron 604.000 millones de dólares a la atención de la demencia. Según las estimaciones esbozadas en febrero en la II Cumbre Mundial de Innovación en Salud (Wish Qatar), un congreso médico donde se discutió sobre demencia, los costes globales en 2030 se podrían incrementar un 85%.
En EEUU, un estudio publicado en 2013 en The New England Journal of Medicine señalaba que el coste económico que supuso la demencia oscilaba entre 166.000 y 227.000 millones de dólares, por detrás de las enfermedades coronarias y del cáncer. Y en vista de las previsiones, el análisis sugería que la cantidad podría duplicarse en 2040.
Tal es el reto que supone esta “ola de demencia”, en palabras de Chan, que la OMS acaba de anunciar la creación del primer fondo mundial contra la demencia, con el objetivo de impulsar las investigaciones para mejorar el tratamiento de esta enfermedad mental. La inversión inicial será de unos 98 millones de dólares. En 2013, los países del G-8 también se comprometieron a abordar la propagación de la demencia como en su día se trató la lucha contra el sida.
Se cree que un tercio de los casos de Alzheimer en el mundo son atribuibles a siete factores: bajo nivel de educación, hipertensión, obesidad, diabetes, inactividad física, tabaco y depresión. Todos, motivos modificables, lo que deja varias puertas abiertas a la posibilidad de prevenir el deterioro cognitivo. Así lo indica una investigación publicada en marzo en la revista The Lancet y realizada por científicos del Instituto Karolinska. (Fuente: El Mundo)