SALUD
El aumento de la esperanza de vida en el mundo desarrollado está dando lugar a un incremento en la frecuencia de las enfermedades relacionadas con la edad, entre las que destacan particularmente las demencias. El coste económico y social de estas patologías no para de crecer, y a día de hoy, no existe ningún tratamiento farmacológico que sea capaz de prevenir o tratar esta enfermedad, ni siquiera en sus estadios más precoces. Es por esto que identificar intervenciones simples y efectivas para prevenir o retrasar la demencia son hoy más importantes que nunca.
En esta línea, los beneficios científicamente demostrados de la dieta mediterránea son incontables: no sólo se sabe que mejora las capacidades cerebrales, sino que además reduce el riesgo de padecer otras patologías, como el cáncer de mama o las enfermedades cardiovasculares.
Hoy, un equipo liderado por el doctor Emilio Ros, del Hospital Clinic de Barcelona, ha ahondado más en el impacto que tiene la dieta mediterránea sobre nuestro cerebro, evidenciando que seguir esta dieta tan tradicional en nuestro país, con un suplemento de aceite de oliva virgen extra y frutos secos, mejora considerablemente las funciones cognitivas en los mayores de 60 años.
Los resultados del análisis, que ha seguido a 447 hombres y mujeres sanos con una media durante casi cinco años, se publican en la revista The Jama network Journals. Su principal autor, Emilio Ros, del servicio de endocrinología del Hospital Cliníc de Barcelona y experto en lipidología y nutrición, explica a este periódico que los datos presentados son “muy alentadores“, precisamente porque se ha demostrado “con una evidencia científica de primer nivel” el papel de los frutos secos y el aceite de oliva virgen extra como alimentos que mejoran la función cognitiva.
Para llegar a esta conclusión, se dividió a los participantes del estudio en tres grupos distintos: el primero siguió una dieta mediterránea con un suplemento de un litro de aceite de oliva extra a la semana. Al segundo grupo se le asignó una dieta mediterránea con un extra de 30 gramos diarios de nueces, avellanas y almendras; y al tercero una dieta baja en grasas.
El objetivo de esta división era evaluar las eventuales mejoras (o empeoramientos, si fuera el caso) de cada grupo en los siguientes parámetros: memoria, función ejecutiva (que Ros define como la “rapidez para actuar, para pensar, para descubrir”) y el estado general, que es la suma de las dos anteriores.
Los resultados reflejan que el grupo control -el que siguió la dieta baja en grasa- empeora en todos los casos. “El grupo con el suplemento de aceite de oliva mejoró en función ejecutiva, y el de los frutos secos en memoria“,cuenta Ros en conversación con EL MUNDO, quien explica que este estudio viene a confirmar otros previos que demostraban que las nueces son algo así como unas “píldoras de salud”.
Llama la atención que el grupo con menos beneficios seguía una dieta baja en grasas, frente a los otros dos, que tomaron un extra de alimentos altamente energéticos. “Lo que está claro es que la grasa vegetal es muy beneficiosa“, señala Ros, quien recuerda que el aceite de oliva debe ser siempre virgen extra, “porque es el que tiene más propiedades antioxidantes”, algo muy importante, teniendo en cuenta que el estrés oxidativo (la incapacidad del cuerpo para desintoxicarse adecuadamente) está considerado como uno de los factores clave en el deterioro cognitivo.
Hay que tener en cuenta que este estudio está hecho con personas mayores de 60 años (la media de edad de los participantes era de 67 años). Cabe preguntarse si los beneficios del aceite de oliva virgen extra y los frutos secos a nivel cerebral serían válidos también para la población general. El problema para saber esto, explica Ros, es que “si quisiéramos estudiar el deterioro cognitivo en gente que ahora mismo tiene 40 años, tardaríamos unos 30 en verlo”. No obstante, lo que es evidente es que “si una persona sigue unas buenas prácticas alimenticias desde joven, tendrá una vejez mucho más sana”.
En definitiva, lo interesante de este estudio es que por fin se han encontrado alimentos que mejoran el rendimiento cognitivo, y esto es crucial, ya que, precisamente, el deterioro cognitivo es una fase previa a la demencia. En este sentido, Ros hace una llamada a la prevención: “con estos alimentos, puedes prevenir si actúas antes de que la enfermedad se haya desarrollado. Si ya estás tocado, es mucho más difícil que la dieta o los medicamentos puedan actuar”, explica. (Fuente: Clara Marín, El Mundo)