ARGENTINA
Mauricio Macri, el flamante presidente electo en Argentina, acabó el domingo 22 de noviembre con 12 años de hegemonía kirchnerista y afronta ahora el reto de reflotar la economía y acabar con el clima de confrontación política y con la corrupción instalada en amplios sectores públicos y privados. “No habrá impunidad para lo que pasó en los últimos años”, clamó este lunes en su primera conferencia de prensa tras ganar la segunda vuelta electoral. Una regeneración democrática que extendió al plano internacional al anunciar que pedirá la suspensión de Venezuela de Mercosur por el “acoso” que sufre la oposición.
Esa alusión a Venezuela en su primera intervención como presidente electo marca la renovada posición política que tendrá Argentina en la región. La beligerancia verbal de Macri contra el Gobierno de Nicolás Maduro podría abrir una crisis en los organismos regionales, como Mercosur (bloque comercial) y Unasur (bloque político).
“Creo que corresponde que se aplique la cláusula democrática de Mercosur a Venezuela por los abusos y la persecución a opositores”, subrayó. Esa “cláusula democrática” prevé la posibilidad de suspender a uno de los socios y aplicarle sanciones comerciales si el organismo observa irregularidades en el orden democrático.
La presencia de Lilian Tintori, esposa del disidente encarcelado Leopoldo López, en el búnker electoral de Macri en la noche electoral habla de la buena relación del líder conservador con la oposición venezolana. Pero su petición chocará previsiblemente con los deseos de Brasil, el otro gran referente de Mercosur (al que también pertenecen Uruguay y Paraguay). La cumbre del 21 de diciembre de ese foro será clave para ver cómo se desenvuelve Macri en su primera batalla diplomática.
Al líder conservador, que se impuso el domingo al candidato oficialista Daniel Scioli por tres puntos de diferencia (51,4% frente a 48,6%), se le recordará principalmente por el ser el dirigente político que puso fin a la era K, una etapa política que deja una sociedad tremendamente polarizada. Al frente de Cambiemos, una coalición de centroderecha de la que también forma parte la Unión Cívica Radical (UCR), Macri sucede en el poder a Cristina Fernández de Kirchner, que abandonará la Casa Rosada el 10 de diciembre con una buena imagen (en torno al 40%) gracias a sus programas sociales, pero también con un fuerte rechazo por parte de amplios sectores de la clase media, muy golpeados por algunas decisiones económicas impopulares.
Macri, de 56 años y cuna millonaria, salta así del Ayuntamiento de Buenos Aires a la Casa Rosada con la misma visión gerencial de la política. A partir de diciembre, el centroderecha argentino tendrá más poder del que pudiera haber imaginado hace tan sólo unos meses: gobernará la nación, la principal provincia del país (Buenos Aires) y la capital, los tres centros neurálgicos de Argentina. Pero al mismo tiempo tendrá minoría frente al peronismo en el Congreso.
El alcalde saliente de Buenos Aires insistió en que no habrá “revanchismo” en su Gobierno, pero dejó claro que no se interpondrá a la acción de la Justicia sobre “lo que pasó en los últimos años”, en referencia a los casos abiertos contra ministros kirchneristas y la propia familia presidencial por presuntos delitos de corrupción.
Pero el principal desafío de Macri tiene rostro económico. La inflación, que ronda el 25%, las restricciones cambiarias impuestas por el kirchnerismo (el célebre ‘cepo’ al dólar) y la falta de inversiones extranjeras, atenazan una economía que está prácticamente estancada. Scioli centró su campaña en alertar de un gran ajuste económico y una devaluación monetaria si Cambiemos ganaba las elecciones. Este lunes, Marcos Peña, previsible futuro jefe del Gabinete de ministros, quiso lanzar un mensaje de tranquilidad. “Son todo mentiras”, clamó. Macri no quiso avanzar ninguna pista sobre sus primeras medidas hasta conocer la situación real de la economía: “Lamentablemente, este Gobierno no ofreció información ni indicadores fiables”. (Fuente: El Mundo)