El futuro de las pensiones en El Salvador

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OPINION SALVADOREÑOS

El futuro de las pensiones en El Salvador

Por José Manuel Ortiz Benítez*

 

  El problema de las pensiones en El Salvador es una bomba de relojería, a punto de estallar y hacer saltar por los aires, primero la pensión que están cobrando actualmente los 160,003 jubilados, y, segundo, el ahorro de los 811,425 trabajadores formales que integran parte de la masa laboral que mueve buena parte de la economía del país.

El problema es altamente técnico y la solución requiere de un grupo de bomberos expertos en apagar incendios en fondos de pensión, seguido de expertos, honestos, con experiencia exquisita, capaz de diseñar un nuevo sistema de pensión que no se rompa con las envestidas que inevitablemente provocan las tempestades financieras en el transcurso del tiempo.

Las pensiones son de esas decisiones trágicas de largo plazo en las que estás obligado moralmente a acertar, porque si no le atinas al problema en tu decisión, puedes matar de un golpe a toda una generación. La otra parte trágica de las pensiones es que la decisión equivocada de otros te puede hacer ver como el causante de la situación, y hacerte pagar la factura de los muertos que estas a punto de causar.

El sistema de pensión actual lo creó ARENA en 1998. Se vendió como un sistema individual, sólido,  rentable para todos, porque se le iba aplicar las reglas del libre mercado, bajo la gestión de los expertos de las AFPs (Agencias de Fondos de Pensión). La proyección se hizo alegremente con una rentabilidad de entre el 10% y el 12% de interés anual. Ningún experto independiente en economía objetó esa alta rentabilidad a pesar que todos sabíamos que en cuestión de deuda a largo plazo, la rentabilidad suele ser mucho menor, entre otras razones porque la mayor parte de los fondos de pensión se invierten en valores menos especulativos y menos volátiles como letras del tesoro, eléctricas, infraestructuras, etc., valores sólidos que generan intereses estables entre 4%  y 6%.

El fondo de pensión empezó con una rentabilidad por encima del 10%, tal como se había previsto, pero eso solo fue un arranque de ilusión, el libre mercado, cuando se equivoca, es un experto en hacer correcciones sabias, sin importarle el número de muertos que puede dejar tirados en la cuneta. En el 2001, la rentabilidad cayó entre el 5% y el 6%, en el 2005 apenas arañaba un 4%.

En el 2006 cuando empezaron a jubilarse la primera oleada de trabajadores del antiguo régimen del ISSS y del INPEP, el fondo empezó a tambalearse fuertemente. Al expresidente, Tony Saca de ARENA, ahora reo en el centro penal de Mariona, no le quedó más remedio que saltarse la Constitución y crear aquel famoso Fidecomiso con 43 diputados para emitir deuda nacional con cargo a la cuenta del nuevo Fondo de Pensión y así poder pagar a los nuevos jubilados que iban surgiendo cada mes. Tony Saca, en realidad, era un solucionador de problemas. Como el FMLN le impedía llegar a los 56 votos que le demandaba la Constitución para poder emitir deuda, Saca lo resolvió brillantemente con la figura del Fidecomiso. El Fidecomiso de Tony Saca sigue actuando como si fuera la Asamblea Legislativa, porque sigue tramitando deuda (prestando dinero) del Fondo de Pensión pero sin el requisito indispensable de los 56 votos que manda la Constitución.

ARENA creó el hoyo y el FMLN lo está haciendo más hondo. El Ministerio de Hacienda, presidida por Carlos Cáceres, ha dejado fuera, por acción u omisión, los pagos que el Fidecomiso tiene que devolver al Fondo de Pensión. No es normal que Hacienda deje fuera del presupuesto general de la república una partida que puede llegar a sumar más de $300 millones.

La deuda histórica que el Fidecomiso (el estado) debe al Fondo de Pensión de los trabajadores acaricia los $4,500 millones de dólares, cifra ligeramente menor que todo el prepuesto nacional.

La cifra global del Fondo de Pensión roza los $10,000 millones. El máximo que el Fidecomiso puede tomar prestado del Fondo de Pensión es el 45% (unos $4,500 millones), un techo que ya está prácticamente agotado, pero los vencimientos que quedan por pagar en el 2017 son cerca de $300 millones, y estos inexplicablemente no están en el total de $4.957 millones del presupuesto nacional.

El presupuesto nacional ya está aprobado por la Asamblea Legislativa y, según la ley, las partidas del presupuesto sólo pueden sufrir recortes no aumentos.

En la primera semana de Julio, el Fidecomiso (el estado) debe devolver al Fondo de Pensión  $47 millones y en octubre $82 millones.

Hasta hace unos años, el Fidecomiso prestaba dinero del Fondo de Pensión para pagar exclusivamente las pensiones de los jubilados que tiene el país. Pero en estos tiempos de sálvese quien pueda, el Fidecomiso presta dinero al Fondo de Pensión para pagar el día siguiente los vencimientos al mismo Fondo de Pensión.  Es como intentar colmar la sed, bebiendo tu propio sudor.

A este ritmo aquel maravilloso Plan de Pensiones que nos anunciaron con la sabiduría y la seguridad de las gestoras privadas en 1998, está a punto de convertirse en un gran desastre económico a escala nacional y los futuros jubilados quizás no tengan esa pensión digna por la que tanto tiempo trabajaron.

(*José Manuel Ortiz Benítez es columnista salvadoreño en la ciudad de Washington, DC. Twitter: @jjmmortiz)