Estaba un día un rico y un pobre, en eso el rico dice: En mi casa comemos a la carta, lo que pedimos nos sirven. El pobre lo mira y le dice: En mi casa también comemos a la carta, el que saca la mayor, come.
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Llega un señor y le dice a su esposa: Vieja, ¿hiciste café? Y ella responde: No, hice verde, pero ya estoy mejor.
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Juan, un soldado en la guerra, recibe una carta de su hermano que dice que su gato había muerto atropellado por un auto. El soldado muy triste le contesta:- Querido hermano. Gracias por informarme la noticia, pero al ser una noticia tan triste, y yo tan solo acá en la guerra, por lo menos debiste prepararme enviándome una carta que dijera: El gato se subió al árbol y no puedo bajarlo. Después me enviabas otra carta diciendo: El gato se bajó del árbol y cruzó la avenida. Y por último, otra carta que dijera: El gato volvió a cruzar la avenida y un auto lo atropelló. ¿Entiendes? De esta manera hubiera estado más preparado para tan mala noticia. Al mes siguiente, Juan recibe otra carta de su hermano que dice: La abuela se subió al árbol.
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Un día una chica le dice a su enamorado:¿Por qué no le dices a mi padre para que nos casemos? A lo que el enamorado contesta: ¡Está bien! Cuando llega el día de la pedida de mano el padre de la chica le pregunta al joven: ¿Y usted cuánto gana? Bueno, responde el muchacho, yo gano 400 dólares semanales. Entonces, el padre exclama: ¡Eso no le alcanza a mi hija ni para el papel higiénico! Entonces, el joven ofendido se va de la casa, y cuando va caminando, la chica sale por la ventana y le dice: Carlos, ¿Por qué te vas? El joven se voltea, la mira, y le dice: ¡Perdona, pero no sabía que sólo en el baño te la pasabas, adiós!
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Están juzgando a un hombre por asesinato múltiple: Habla el fiscal: – Vean, señores del jurado, a este hombre frío y cruel que asesinó a su esposa, a sus hijos, hermanos y a sus padres. Pido para él la pena máxima. A continuación habla el abogado defensor: – Señoras y señores del jurado les pido que tengan clemencia y compasión para este pobre hombre que ha quedado huerfanito.
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Un muchacho latino en Maryland, quiso entrar a la marina y le tomaron un examen: ¿Cuántas anclas tiene un barco? Esteeee, mmmm, ¡Once! ¿Qué? ¿Cómo que once? ¡Claro! ¿No ve que siempre dicen: Eleven anclas?
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FRASE DE LA SEMANA
“Una casa sin libros es una casa sin dignidad”: Amicis