Un señor de mediana edad lleva una hora sentado en un bar mirando la copa sin beberla, cuando llega un camionero alto y gordo y se bebe la copa de un solo trago. El pobre hombre se echa a llorar, y el camionero le dice: ¡Vamos, buen hombre, era solo una broma, ahorita le pido otra copa! El señor le contesta: No, no es eso, es que hoy ha sido el peor día de mi vida. Primero, llego tarde al trabajo y me despiden. Luego, al llegar donde había dejado mi coche, veo que se lo habían robado. Camino a mi casa y veo a mí mujer con otro hombre, y me vengo para acá, y cuando por fin iba a terminar con todo esto, llega usted y se toma mi veneno.
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Un hombre que iba todos los días a un bar, siempre pedía tres cervezas. ¡Deme tres cervezas! Al día siguiente la misma cosa: ¡Tres cervezas, por favor! Como el camarero estaba algo extrañado le pregunta: Oye, ¿por qué siempre que vienes pides tres cervezas y te las bebes de una vez? y el hombre le responde: Es que yo tengo dos hermanos, uno en México y otro en Estados Unidos, y como siempre bebíamos juntos, pues yo bebo por ellos. Dice el camarero: Ah, bien, bien… Al día siguiente el hombre llega al bar y dice: ¡Dos cervezas! El camarero extrañado le pregunta: Y eso, ¿es que se ha muerto un hermano o qué? Y dice el hombre: ¡No, es que yo he dejado la bebida!
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Llega un campesino
a un bar con una radio bajo el brazo ofreciéndola en venta. En una mesa cercana
hay varios capitalinos quienes al verlo humilde se proponen quitarle la radio
sin pagarle un centavo. Uno de los capitalinos le comenta a los otros: Les
aseguro que con unas cervezas adentro, ese campesino terminará rebajando el
costo de la radio hasta casi nada. Por lo que lo invitan a sentarse con ellos.
Entonces, pregunta el capitalino: ¿En cuánto nos vendes tu radio? En 30
dólares, responde de manera ingenua. Okay, dice el capitalino, vamos a tomarnos
unas cervezas y luego hablamos. Al cabo de un rato ya se han tomado varias
cervezas cada uno y el capitalino vuelve a preguntar: Y entonces, ¿En cuánto la
vendes? Bueno, deme 10 dólares, responde el campesino. Me parece mejor, dice el
capitalino. ¡Vamos, te invito a otras cervezas!
Luego de un buen rato le pregunta nuevamente al campesino, Y ahora, ¿En cuánto
me la vendes? Deme 5 dólares para poder irme a mi casa. El capitalino, viendo
la posibilidad de quedarse con la radio, decide continuar con la ronda de
cervezas y luego de otro buen rato insiste: Y ahora campesino, ¿En cuánto me lo
vendes? A lo que el campesino responde: Le voy a decir la verdad, yo quería
vender la radio para beber cerveza pero, como ya estoy borracho he decidido no
venderla e irme ya a mi casa.
FRASE DE LA SEMANA
“Los libros son, entre mis consejeros, los que más me agradan porque temor ni la esperanza les impiden decirme lo que debo hacer”: Alfonso II