Por: Tim Challies
Es un mandamiento de Dios. Es un mandamiento con promesa y acompañado de bendiciones divinas. Es un mandamiento colocado en un lugar de especial honor y significado. Es un mandamiento que aplica a la vida completa de todo ser humano. Es un mandamiento que se aplica al hogar, a la iglesia y al lugar de trabajo, un mandamiento que proporciona una base estable a toda la sociedad.
Sin embargo, es un mandamiento que se descuida mucho hoy en día. Quizá no sea exagerado llamarlo el mandamiento que hemos olvidado. Es el quinto de los diez grandes mandamientos de Dios a la humanidad: honra a tu padre y a tu madre.
En el día de hoy estaré dando inicio a una breve serie sobre este mandamiento y es mi intención enfocarme especialmente en un aspecto que pocos hemos explorado seriamente: ¿Qué significa obedecer este mandamiento como adultos? Entendemos que se aplica a los niños y les enseña la importancia de honrar y obedecer a mamá y papá, pero, ¿deja de aplicarse el mandamiento cuando nos mudamos de la casa o el día que nos casamos?
¿Pierde vigencia cuando nuestros padres mueren o cuando se muestran indignos de nuestro respeto? ¿Se aplica a los que han sido abandonados o maltratados? ¿Cambia nuestra adhesión a este mandamiento cuando nos hacemos mayores y nos independizamos? Tal vez nuestras preguntas sean urgentes y prácticas: ¿Cuáles son mis obligaciones hacia mis padres? ¿Debo mantenerlos económicamente? ¿Debo obedecerles aunque sea un adulto? Estas son algunas de las preguntas que debemos hacernos y responder si queremos honrar a Dios cumpliendo este mandamiento.
No les niego que tengo grandes expectativas con esta serie. Quiero que sea bíblica, que tome la Biblia como la fuente última de la verdad y la única norma con derecho a exigir obediencia y a atar la conciencia. Quiero que esta serie sea práctica, que responda a preguntas reales de manera real para la vida real.
Quiero que esta serie sea multicultural, que se aplique a personas de diferentes orígenes y en diferentes lugares del mundo. Quiero que esta serie sea convincente, que impacte y tal vez incluso transforme nuestra forma de vivir. Esto aplica tanto a jóvenes como a mayores, a padres y a hijos, si dependemos de ellos o ellos dependen de nosotros, si vivimos bajo su techo o ellos viven bajo el nuestro.
Nuestro versículo clave será Deuteronomio 5:16: «Honra a tu padre y a tu madre, como el Señor tu Dios te ha mandado, para que tus días sean prolongados y te vaya bien en la tierra que el Señor tu Dios te da». Este versículo nos llevará a otros lugares del Antiguo Testamento: El Éxodo, donde descubriremos las terribles consecuencias de desobedecer el mandamiento de Dios y a los Proverbios, donde nos maravillaremos de las promesas de bendición de Dios para quienes se toman en serio Su ley.
Y, por supuesto, iremos al Nuevo Testamento, a la vida de Jesús para ver cómo enseñó y modeló la manera de honrar a los padres, y luego a las cartas de Pablo, donde veremos cómo los antiguos mandamientos se aplican (y, en algunos casos, no se aplican) a los creyentes contemporáneos. Espero que te unas a mí para redescubrir juntos el mandamiento olvidado.
TRES RAZONES PARA CONOCER Y OBEDECER ESTE MANDAMIENTO
Vamos a comenzar de inmediato con tres razones por las que es crucial que conozcamos y obedezcamos el quinto mandamiento.
Todos somos hijos. Es la biología más básica: todo ser humano es hijo de otros dos seres humanos. Algunos de nosotros siempre hemos conocido y respetado a nuestros dos padres. Algunos, sólo hemos conocido a uno de nuestros padres o sólo hemos conocido a padres adoptivos. Algunos incluso han crecido separados de sus padres en centros de acogida.
Algunos hemos sobrevivido a nuestros padres. En cualquier caso, el quinto mandamiento se aplica a cada uno de nosotros por la más simple de las razones: Todos somos hijos. No hay ningún ser humano fuera de su alcance, porque no hay ninguna persona sin padres.
Por supuesto, también sabemos que debemos interpretar literalmente los mandamientos de Dios y, al mismo tiempo, tratar con el principio detrás de estos. Las estipulaciones del mandamiento van más allá de la simple relación de los hijos con los padres y se extienden a todas las demás posiciones de autoridad y sumisión.
El orden correcto del gobierno familiar, del gobierno eclesiástico y del gobierno civil depende de este mandamiento. También en este sentido es universal. Todos somos hijos, todos estamos bajo autoridad, por lo que todos necesitamos oírlo y prestarle atención.
Este mandamiento viene acompañado de una promesa. Nuestra segunda razón es que este mandamiento viene acompañado de una promesa. Es sabio y bueno obedecer el mandamiento, para poder disfrutar de las bendiciones prometidas.
Por el contrario, es tonto y peligroso desobedecer el mandamiento y perder las bendiciones prometidas. Cuando Pablo escribe a los hijos de Éfeso, les recuerda la promesa de Dios por su obediencia: «Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre (que es el primer mandamiento con promesa), para que te vaya bien, y para que tengas larga vida sobre la tierra.» (Efesios 6:1-3).
Dios promete una larga vida y una buena vida a los que obedecen este mandamiento. A Dios le agrada que obedezcamos, así que naturalmente nos dispensa Sus bendiciones (Colosenses 3:20). Pronto exploraremos la naturaleza de estas bendiciones.
Dios da a este mandamiento un lugar de honor especial. Ahora añadimos una tercera razón para entender y obedecer este mandamiento: Dios le da un lugar de honor especial. Durante mucho tiempo, los creyentes han dividido los diez mandamientos en dos grupos o dos tablas. El primer grupo explica nuestro deber hacia Dios y el segundo explica nuestro deber hacia nuestros semejantes.
Este mandamiento se sitúa directamente entre los dos y nos recuerda que nuestros padres tienen un papel único en nuestras vidas. Nuestros padres son los representantes divinos de Dios ante nosotros, de modo que cuando honramos y obedecemos a nuestros padres, honramos y obedecemos a Dios. No hay obediencia ni amor a Dios sin obediencia y amor a los padres. Si eliminamos este mandamiento, hemos socavado a todos los demás. Hemos caído en una grave y peligrosa desobediencia.
Todos somos hijos, debemos perseguir las bendiciones de Dios y debemos dar importancia a este relevante mandamiento de Dios. Por estas y muchas otras razones, no podemos seguir ignorando el mandamiento olvidado.
UNAS PALABRAS DE ADVERTENCIA
Antes de concluir este artículo inicial, me gustaría ofrecer una palabra de advertencia. Hay algo muy dentro de nosotros que escucha un mandamiento e inmediatamente busca la cláusula de excepción. «Pero tú no conoces a mis padres». «Pero no conozco a mis padres». «Pero mis padres me repudiaron». «Pero mis padres eran abusivos». Trataremos las excepciones, veremos que la honra tiene diferentes formas y se adapta a diferentes situaciones.
Pero debemos tratar el principio antes de tratar las excepciones. Hablaremos de lo que hay que hacer en situaciones en las que ha habido abusos o en las que ha habido una relación especialmente conflictiva. No pretendo excusar o restar importancia a las experiencias terribles, pero antes de que podamos hacer algo más, tenemos que entender y admitir esto: El quinto mandamiento no tiene un «sí». Debemos honrar a nuestros padres. No hay excepciones.
CONCLUSIÓN
Permítanme terminar con un adelanto de lo que veremos a medida que avancemos en esta serie. En el próximo artículo exploraremos la honra y la obediencia como formas básicas de cumplir el quinto mandamiento. Luego discutiremos el papel de la cultura (como las culturas de la honra/vergüenza o de la culpa/inocencia) en la comprensión y el cumplimiento del mandamiento.
Consideraremos el papel de los padres para ser dignos de honra y luego pasaremos a casos difíciles como la negligencia, el abuso y el abandono, casos en los que honrar es difícil o la obediencia sería pecaminosa. Finalmente, veremos formas muy prácticas en las que todos podemos honrar a Dios honrando a nuestros padres.
*Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo Blog (challies.com)