Un albergue para ayudar al más necesitado

0
430

Texto y Fotos: Wilfredo Díaz

  El 28 de octubre del 2016, la señora María del Carmen Cabrera, miembro activa de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, hizo realidad uno de sus grandes sueños, donar una casa para ayudar al más necesitado. Se remodeló y la adecuaron como Albergue Adventista Miramonte.

  El 7 de agosto del 2018, abre las puertas y proporciona refugio temporal a las madres, padres de niñas y niños, que reciben tratamiento médico en el Hospital de niños Benjamín Bloom, de San Salvador. Un proyecto que ayudará a familias de escasos recursos económicos.

Kenia Ramos y su madre Yamileth Ramos, son recibidos en el albergue

  La casa albergue, está ubicada en la final 19 Av. Norte y autopista norte número 1111 de San Salvador, a unas cuadras del hospital Bloom y de la Universidad de El Salvador. Funciona por las donaciones, que hacen miembros de la iglesia y familias particulares, para seguir ayudando al más necesitado y puedan tener un lugar digno, donde pasar la noche, descansar, comer, realizar sus cuidados higiénicos y lavar su ropa.

  “El albergue, cuenta con dormitorios, áreas de esparcimiento, aula lúdica para las niñas y niños, salón de usos múltiples, área de cocina, comedor y lavandería. Tienen un convenio con el hospital Bloom, para que la unidad de trabajo social, sea la única encargada de referir a las personas, que necesitan de nuestra ayuda.”

LOS TIPOS DE PACIENTES

  “Para entrar a la casa, hay que cumplir algunos requisitos como, tener su tarjeta de ingreso o el tratamiento a realizar a su hija o hijo en el hospital. Los pacientes con tratamientos de oncología, nefrología, hematología u otras especialidades, deben traer la referencia autorizada del área de trabajo social del Bloom, donde aparecen los datos de los menores, el DUI de la persona encargada o padres, que se quedará en el albergue como responsable y el tiempo que sea necesario,” asegura Víctor Ascencio, encargado de recepción de los nuevos pacientes que llegan al albergue.

Daniela Zabala

  En esta casa, hay pacientes del vecino país de Honduras y de la zona de oriente de El Salvador. Mientras me encontraba en la recepción del albergue, llega desde Usulután la señora Dalila Martínez, junto a su hijo Miguel Martínez de 4 años de edad, quien recibe su tratamiento médico de leucemia, en el hospital Bloom.

  Mientras le dan la bienvenida y le explican cómo funciona el lugar, los encargados de la cocina, preparan los alimentos mientras llega la hora de comer. El orden y la limpieza, son una cualidad de esta institución, donde refleja el alto compromiso a los principios de Dios.

Miguel Martínez y su madre Dalila Martínez

  El tiempo pasa, camino de un lado a otro para agarrar confianza con los padres o madres de los menores de edad y poder conversar con ellos. Me detengo y veo a Daniela del Carmen Castro Zavala de 4 años de edad, jugar con su muñeca, mientras cae la tarde y espera el día, que le toca su chequeo médico.

  Los padres de Danielita, Rosa Zavala y Javier Castro, residentes del municipio de Sensuntepeque del departamento de Cabañas, a 66 kilómetros de San Salvador, aseguran que hace cuatro años le detectaron un tumor cancerígeno en su riñón derecho. La pusieron en tratamiento y le hicieron dos cirugías para eliminarla. Por ahora, ella sigue en control médico.

Daniela Zabalay su madre Rosa Zavala

  “Donde vivimos, tenemos que caminar tres horas, el bus nos deja lejos de la casa y San Salvador. Como padres responsables de la salud de nuestra hija, pensamos que necesitamos donantes de riñón para salvarle la vida, pero gracias a Dios no fue necesario. Ella continúa su control médico, está sanando, es bendición de Dios y atención, que recibe de los médicos.”

CON LA FUE PUESTA EN DIOS

  “Cuando la ingresamos al Bloom, tuve un sueño muy lindo, vi como Dios pasaba sus manos sobre su cuerpo. Mi hija es un ángel de Dios, alegre, luchadora e inteligente. Mientras estábamos afuera del quirófano, oramos a Dios con mucha fe, para que saliera bien de su cirugía, pasaron horas de espera y nunca perdimos la confianza que Dios obraría en la sanidad de nuestra hija.”

Jasmin Contreras y su padre Amilcar Contreras

  “Estábamos pendiente, queríamos tener buenas noticias de ella. De repente abren la puerta del quirófano, sale el médico, se nos queda viendo y nos dice, “la cirugía fue un éxito, su hija está muy estable, en sus riñones solo encontramos una pequeña cicatriz donde pensamos, que tenía alojado el cáncer y no hay nada.” Al escuchar esa noticia, abrazamos al doctor y le dimos las gracias. Ahora se encuentra en tratamiento médico y tiene una vida normal. Los milagros existen,” asegura Javier Castro, papá de Danielita. “Gracias a Dios, me salve de cáncer, ahora soy feliz,”

EL CASO DE WALTER, DE 10 AÑOS DE EDAD

  Son las cinco de la tarde, me encontraba en el Albergue Adventista Miramonte, ahí me encontré a la señora, Soraida Lizeth Alvarado, madre del niño Walter Enrique Escobar Alvarado de 10 años de edad, quien está en control en el Bloom, padece de Leucemia Linfocítica Aguda infantil-LLA.

José Antonio Ramírez y su tía Luci Dariela

  Son residentes del municipio de San Francisco Gotera del departamento de Morazán, zona oriental de El Salvador, a unos 169 km de San Salvador.

  Walter, es un niño alegre, inteligente y cuando tenía ocho años de edad, le dio una fuerte fiebre, náuseas, no comía y perdió movilidad en su cuerpo. Luego apareció con una fuerte tos, sus padres se asustaron y lo llevaron al hospital de Gotera, para darle tratamiento médico. Estando ahí, los médicos ven que el niño no reacciona con la medicina y lo trasladan al hospital de San Miguel.

  Llegan al nosocomio, atienden al niño y ven que se trata de algo grave. Sus padres estaban tristes, no querían ver enfermo a su hijo. Lo trasladan de emergencia al hospital Bloom, lo ingresan y le dan atención médica, para controlar sus dolores. A los ocho días de estar ingresado, le hacen un aspirado de médula ósea, para extraer una muestra y ver si se trata de cáncer.

Walter Alvarado y su madre Soraida Alvarado

  Quince días después, les dan los resultados de los exámenes y le detectan Leucemia Linfocítica Aguda Infantil-LLA, un cáncer en la sangre y médula ósea, lo cual exige atención médica continua, porque puede llevar a la muerte a niñas o niños. Cuando les dieron los resultados de los exámenes y determinaron que tenía esa enfermedad, le dieron un tratamiento por quince días de quimioterapia y con el tiempo fue mejorando.

  “El niño ya tiene dos años y tres meses de estar en tratamiento médico, este día me dieron los resultados, su cáncer en la médula ósea tipo LLA, ha desaparecido, todos estamos felices de la salud de mi hijo. Queremos agradecer a los médicos del hospital Bloom por la atención que le brindaron y al personal del Albergue Adventista Miramonte, por la ayuda que nos dieron de estar en su casa, por mucho tiempo.”

  “Nos dieron una atención muy humana, vivienda, comida, donde dormir, nos sentimos como que estamos en nuestra casa. Como madre es duro y difícil que le digan a uno, que un hijo tiene cáncer o leucemia, la vida cambia y lo que viene a la mente es, mi hijo va a morir. Durante el proceso de curación de mi hijo, vi morir niñas y niños con esta enfermedad. Yo lloraba, oraba y pedía a Dios, que lo sanara y gracias a él lo sanó. Ahora terminamos su tratamiento y estaremos más atentos de su salud,” afirma Soraida Alvarado, madre del niño Walter Alvarado de 10 años de edad.

Walter Alvarado

  Walter, con una sonrisa llena de felicidad, me aseguró sentirse feliz, porque su enfermedad abandonó su cuerpo. Ya no sufrirá los efectos secundarios de las quimioterapias, agradeció a los médicos por cuidarlo, al personal del albergue porque les dieron donde estar y a Dios por curarlo.

  Irá a la iglesia y dará su testimonio de lo que vivió durante su tratamiento. Volverá a su vida normal y podrá practicar su deporte preferido, el fútbol, junto a sus amigos.

Walter Alvarado

  Esta casa albergue, es un espacio donde se respira tranquilidad, higiene, amabilidad. Hay menores de edad, que no se sienten derrotados por su enfermedad. Sus padres, con lágrimas sobre sus mejías y conscientes de que pueden sanar o no sus hijas e hijos, los consuelan con palabras de fe, esperanzas y llenas de ternura, los animan a seguir adelante, con esta enfermedad silenciosa.

Leyda Martinez y Claudia Morán, trabajan en la higiene del albergue

Si quiere ayudar a este proyecto del albergue de ayuda humanitaria, Misión Adventista del Séptimo Día, puede hacer su donación en el Banco Davivienda a la cuenta Misión Adventista del Séptimo Día, número: 019510019877 o llamar al Albergue al número (503) 2226 5701. Si quiere ver las instalaciones de este proyecto puede visitar la página: albergueadventista.org.