Reporte de un proceso de fe

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Por: Julio Rodríguez / Periodista/ Iniciativa 3: Periodismo Social, Fe y Actitud.

  Por indicaciones de un endocrinólogo, hace un poco más dos meses un hombre compró unas plantillas para evitar lesiones en los puntos de apoyo de sus pies al realizar sus ejercicios matutinos, pues adolece de diabetes, sorpresivamente en menos de cinco días de uso, se le formaron dos ampollas (tipo quemaduras, una en cada pie) que reventaron y consultó a otro médico endocrinólogo privado de confianza, pues sabia los riesgos de una lesión así en personas diabéticas. Parecía algo tan sencillo, que confió en el diagnóstico y tratamiento del consultado.

  Lo examinó cada ocho días por cuatro semanas y nunca le sugirió que consultara con un especialista en pie diabético (cirujano de preferencia), e incluso, cuando presentó fiebres extremas que, el mismo médico confundió con dengue, sin haberlo examinado, sólo le recomendó unos analgésicos y unos antibióticos tomados “para proteger los pies” dijo. Las ampollas habían crecido. Luego de que no cedieran las fiebres (después de seis días) recomendó por teléfono un “antibiótico más fuerte” de administración endovenosa. El medico de confianza no volvió a preguntar cómo seguía.

  Una enfermera que inyectó el antibiótico y curó las lesiones le sugirió ir al hospital. El 17 de julio lo ingresaron en el Hospital Rosales (Hotel Roma en clave) hasta el 31 de julio (Día del Periodista) que le dieron de alta.

  Las quemadas se volvieron úlceras que actualmente requieren de un lento proceso ambulatorio de recuperación, por lo cual asiste cada semana a curación con un excelente médico cirujano que, con sus asistentes, son apóstoles de la salud que con cuidado y mucha fe operan un milagro.

PACIENCIA, CONFIANZA Y ESPERANZA

  En este proceso el Maestro de Galilea enseña y fortalece la fe de ese hombre, con lecciones de paciencia, confianza y esperanza; el Carpintero usa las manos del cirujano, asistentes, enfermeras, empleados administrativos, fraternos de oración y hasta amigos de infancia, quienes ayudan a reparar con cuidado lo que se dañó; y por supuesto, el Hijo del Altísimo, que aboga por su causa ante el Padre, quizá argumentando “mira este siervo es un soldado herido, le falta por hacer para la obra, ayúdalo Papá, es imperfecto, pero está dispuesto, se equivoca pero se arrepiente y busca siempre tu favor” entonces, el hombre está claro que es cuestión de fe y actitud.

  Sus amigos y amigas, saben cosas o han oído algo de lo que vive actualmente. Otros tantos le han llamado, algunos le visitaron en el Hotel Roma, ha recibido todo tipo de solidaridad de diferentes personas e incluso quienes le siguen en las redes sociales, en fin, todos son como si fuera la voz de Dios diciendo “todo está bien y en control”. Y así ha sido. No juzga a nadie, porque no es necesario y tampoco se debe hacer, Dios conoce y pesa los corazones.

UN PROCESO MILAGROSO

  El médico cirujano, a quien respeta y admira su honestidad y cariño para sus pacientes, le dijo por tercera semana de tratamiento ambulatorio (22 de agosto) “¡Vamos súper bien!”. Aún es consciente de que es un proceso milagroso que sólo el Señor conoce cuándo y cómo terminará.

  En la soledad del reposo absoluto (parte del tratamiento, no caminar mucho) y la quietud de la noche, ese hombre dobla sus rodillas y ora al cielo para que toda bendición recibida en cualquier modo sea retornada y multiplicada a cada uno personalmente y a su entorno familiar, laboral, empresarial en cualquier campo que lo necesite o esté clamando por un milagro.

  Es un obrero que sigue su tarea, porque son sus pies los lastimados, y no su cerebro, ni la mente, ni el espíritu, ni sus manos que siguen escribiendo y alabando al Cordero Santo, cuyo sacrificio mantiene su fe y ejerciendo la obra encomendada, animando la confianza, contando las historias de creyentes resilientes y promoviendo una actitud pro activa a quienes leen este testimonio y esperan su milagro ya sea sobrenatural o de proceso, como el que este hombre vive y lo escribe para la honra y gloria de Jesucristo, por los siglos de los siglos. Amén.