BRONX, N.Y., /PRNewswire-HISPANIC PR WIRE/ — Científicos del Montefiore Einstein Cancer Center (MECC), designado por el Instituto Nacional del Cáncer (NCI, por sus siglas en inglés), han desarrollado una prueba para detectar un tipo de cáncer de cuello uterino que, con frecuencia, las pruebas de Pap no consiguen detectar. Los resultados se publican en línea hoy en la revista Journal of the National Cancer Institute (JNCI).
“Nuestra novedosa prueba se revela sensible para detectar el adenocarcinoma de cuello de útero [ADC], que actualmente representa hasta el 25 % de los casos de cáncer de cuello uterino, así como sus lesiones precursoras, el adenocarcinoma in situ [AIS], que a menudo se transforma en ADC”, asegura Howard Strickler, M.D., M.P.H., codirector y autor principal del artículo del JNCI y miembro del MECC.
“Los ADC a menudo no se detectan con los métodos de exploración actuales, y por tanto presentan tasas de mortalidad más elevadas que el cáncer cervicouterino de células escamosas”, añade el doctor Strickler. “Nuestro objetivo es detectar la enfermedad pronto, antes de que se convierta en cáncer”. El doctor Strickler es también Profesor y Jefe de la división de Epidemiología, y de la cátedra Harold and Muriel Block de Epidemiología y Salud Poblacional en Albert Einstein College of Medicine.
Un nuevo enfoque de las pruebas de detección
El uso generalizado de las pruebas de Pap, en las que un patólogo examina muestras de tejido en busca de células anormales, ha reducido, significativamente, la incidencia del cáncer escamoso de cuello uterino en las últimas seis décadas. No obstante, la incidencia de ADC no ha disminuido, probablemente debido a que la prueba de detección Pap es menos eficaz.
En los últimos años, las pruebas de detección del virus del papiloma humano (VPH), que es el causante de casi todos los casos de cáncer de cuello uterino, se han sumado a la prueba de Pap como herramienta estándar de detección del cáncer de cuello uterino. Aunque existen más de cien tipos de VPH, tres de ellos (los VPH 16, 18 y 45) son responsables de más del 70 % de todos los casos de cáncer de cuello uterino y de más del 90 % de los casos de ADC. Las pruebas actuales del VPH cubren los tres tipos mencionados y pueden alertar a las mujeres afectadas de que se exponen a un alto riesgo de desarrollar este tipo de cáncer. Aunque las vacunas para prevenirlo (como Gardasil-9 que protege contra nueve tipos de VPH), son seguras y eficaces, varias generaciones de mujeres superan la edad de vacunación. Por lo tanto, el examen y el tratamiento para la prevención del cáncer de cuello uterino seguirán siendo fundamentales en las próximas décadas.
La prueba del VPH desarrollada por MECC evaluó los VPH 16, 18 y 45 de forma innovadora: examinando, específicamente, los niveles de metilación. “La llegada de las pruebas genéticas de nueva generación nos ha brindado la oportunidad de detectar con mayor precisión cepas y patrones oncogénicos del VPH en los genomas que se corresponden con el desarrollo de AIS y ADC”, comenta el doctor Robert D. Burk, M.D., codirector del reciente estudio, Profesor de Pediatría, Microbiología e Inmunología, Epidemiología y Salud de la Población, Obstetricia y Ginecología, y Salud de la Mujer en Einstein y miembro del MECC.
La metilación —la unión de grupos metilo (CH3) a una región del ADN— es un fenómeno rutinario en el ADN, tanto viral como humano, y desempeña una función esencial en la alteración de la expresión génica. El estudio de JNCI, un proyecto en colaboración con el NCI, integrado en el NIH, examinó los niveles de metilación investigados en muestras de tejido de cérvix de 1,400 mujeres que se habían sometido a una exploración de cáncer cervical en Kaiser Permanente Northern California antes de 2014 y cuyo estado de cáncer cervical era bien conocido.
Al evaluar los VPH en las muestras citológicas, los investigadores midieron los porcentajes de metilación de cada uno de los 35 puntos diferentes del genoma viral; cada muestra recibió un “puntaje de metilación” final igual al porcentaje promedio de metilación de los 35 puntos. Aquellas mujeres con puntajes de metilación en el margen superior del 25 % presentaron probabilidades muy altas de haber desarrollado ADC o AIS.
“Nuestras conclusiones, si se confirman en ensayos clínicos, sugieren que las mujeres con un puntaje de metilación elevado podrían beneficiarse de la colposcopia y de una evaluación especializada de tejidos, más allá de la prueba de Pap, lo que permitiría un diagnóstico y un tratamiento precoces del ADC o la extirpación de las lesiones AIS antes de que se transformen en ADC”, asegura el doctor Burk.
Mayor equidad en las pruebas del cáncer de cuello de útero
“Como nuestra prueba de detección utiliza equipos susceptibles de simplificarse, podría llevarse a países con menos recursos”, asegura el doctor Strickler, que lleva mucho tiempo estudiando el VPH en mujeres con VIH y, por tanto, con más probabilidades de contraer una infección de virus de papiloma humano.
El cáncer de cuello uterino sigue siendo el cuarto cáncer más frecuente en mujeres en todo el mundo, con una prevalencia significativamente mayor en países de ingresos bajos y medios, incluidos los del África subsahariana, donde son más comunes las coinfecciones por el VIH y el VPH. Existen también disparidades notables en Estados Unidos. En Nueva York, por ejemplo, las tasas de cáncer de cuello uterino en el Bronx, el distrito electoral urbano más pobre del país, son un 50 % más altas que en Manhattan. La realización de pruebas más frecuentes y eficaces podrían ayudar a resolver esta disparidad en materia de salud.
“Lo ideal sería que la nueva prueba de metilación del VPH sólo tuviera que realizarse una vez cada tres o cinco años”, explica el doctor Strickler. “Tenemos la esperanza de que esta nueva prueba ayude a mejorar la equidad en las pruebas de detección del cáncer cervicouterino también en Estados Unidos”.
El artículo se titula “A Novel HPV/Host DNA Methylation-Score and Detection of Cervical Adenocarcinoma”. Además de los doctores Strickler y Burk, el estudio fue realizado por otros autores de Einstein, como Ana Gradissimo, Ph.D., Xiaonan Xue, Ph.D. y Philip E. Castle, Ph.D, M.P.H. (también afiliado al NCI). También colaboraron Megan A. Clarke, Ph.D., M.H.S., Mark Schiffman, M.D., M.P.H. y Nicolas Wentzensen, M.D., Ph.D., M.PH., todos ellos del NCI, y la doctora Tina R. Raine-Bennett, M.D., M.P.H. de Kaiser Permanente.