“Escribo cuentos para seguir siendo yo, en Corea del Sur”

0
45

Por: Claudia Zavala

  Hola, soy Rocío Rivas. Vivo en Corea del Sur, desde hace 12 años. Mi marido es coreano y llegó a El Salvador, en el año 2002, a trabajar en un proyecto con la Embajada de su país, para formar a policías salvadoreños. Era también traductor. Nos conocimos en la universidad, nos enamoramos. Después de vivir 8 años en mi país, en 2010, emigramos juntos a Costa Rica, por el trabajo de él. Estuvimos ahí un tiempo y luego nos trasladamos a Corea.

  Al llegar, la sociedad coreana me impactó, sobre todo por sus formas y códigos sociales. La gente es muy contenida, emocionalmente. En la calle, los novios no se toman de la mano y son poco afectivos. Las personas se saludan haciendo una reverencia, no se dan besos.

Rocío Rivas, salvadoreña residente en Corea del Sur

  Eso sí, la primera vez que fui a un sauna, recién llegada, fue terrible porque, aunque están separados hombres y mujeres, ¡todas ellas estaban desnudas! Fui con mi suegra y mis cuñadas, así que ahí me tocó ‘conocerlas’ bien, jaja! Fue una gran vergüenza para mí, porque no estoy acostumbrada a mostrarme así. Cada cultura tiene sus propios pudores.

  El idioma coreano es lo más difícil que he tenido que enfrentar. Es una barrera súper grande, pues es un código totalmente distinto al nuestro. Uno vuelve a ser como un niño, a nivel comunicativo. No sólo el inglés basta, tienes que saber coreano. Hay que hacer un gran esfuerzo para adaptarse. Si no das ese salto, no te integras y te quedas rezagado, en todos los sentidos.

  Hay que estar abierto a muchos cambios, incluso a los que parecen sin importancia, como, por ejemplo, el punto del cocción del arroz. Aquí hay que cocinarlo pegajoso, con mucha agua, tiene que hacerse masa en las manos. Si te queda suelto, no está bien cocinado, porque es otro tipo de grano. Parece una tontería, pero es algo en lo que también he tenido que cambiar el chip. Uno tiene que adaptarse a todo.

  Les cuento que yo soy periodista y esa base profesional me sirvió para adaptarme un poco laboralmente en este país. Estuve como 4 años trabajando en un proyecto cultural para la alcaldía de El Salvador en Seúl.

  Me tocaba atender al público, hablando en inglés, español y lo que sabía de coreano. Hasta un poquito de chino aprendí, para explicar lo básico. No he podido ejercer como periodista, porque todavía no domino el idioma totalmente. Tengo que seguir aprendiendo.

  Poco a poco, mi familia fue creciendo. Somos padres de tres hijos: Jinsu (17), Jeongsu (15) y Suae (9). La maternidad también ha sido todo un reto. Es una gran exigencia ser madre de tres, en un lugar que no es el tuyo y sin la red de apoyo de tu país de origen.

  Además, yo no he dejado a un lado mi vocación periodística y amor por la lectura y escritura. Decidí aprovechar la experiencia que tuve en El Salvador, como guionista de reportajes de Derechos Humanos y me lancé a escribir libros.

  Cuentos infantiles, en concreto. Así, nació la serie de libros “Uno”, que aborda la temática de Derechos Humanos de la niñez.  Los he hecho en mi tiempo libre, que es poco, pero trato de aprovecharlo al máximo. Ya he publicado dos libros, en español, inglés y coreano, y está por salir el tercero.

  Mi esposo hace la traducción. Los vendo por internet. La serie tiene como protagonista a “Uno”, que va descubriendo en cada libro un derecho, los irá obteniendo, poco a poco, hasta que los tenga todos: el derecho a tener un nombre, una familia, educación, alimentación, salud, protección.

Escucha la historia completa de Rocío en: https://www.youtube.com/embed/zZnB1f5Q4tA