Por: Fredis Pereira, máster en Administración y Gerencia Pública
Los enemigos de las Universidad de El Salvador (UES) han coexistido desde su fundación institucional. Estos, por su conducta se asemejan más a Maximiliano Hernández Martínez y como linaje siniestro de Arturo Armando Molina. Algunos de estos enemigos se han formado dentro de las aulas de la UES, antes de mostrar su naturaleza siniestra que desprestigia a la institución, y han logrado ostentar cargos del gobierno universitario casi de forma perenne mediante elecciones turbias. Los enemigos de la UES se distinguen por su naturaleza y vocación de violadores de derechos.
La violación de los derechos contra la comunidad universitaria persiste de parte de los enemigos de la UES. Aunque la masacre del 30 de julio de 1975, durante el gobierno de Arturo Armando Molina, representa una de las mayores violaciones contra los derechos de los miembros de la comunidad universitaria, también existen otras manifestaciones de violaciones a derechos, que los enemigos de las UES siguen perpetrando ahora desde los órganos del gobierno universitario, mutando el cinismo y a veces mostrándose como amigables a la universidad. Así ahora es rutinaria la violación al derecho constitucional de petición y respuesta, a los derechos laborales, al acceso a la información pública, a la educación de calidad, entre otros.
Los enemigos de la UES fingen ser guardianes de la memoria histórica de la institución. La conmemoración del 30 de julio la han convertido en una gran oportunidad para alimentar las relaciones de clientelismo político, y han utilizado el poder institucional y el dolor de las víctimas como un instrumento de limpieza de su imagen decadente y su naturaleza de violadores de derechos; así, organizan eventos de entrega de títulos póstumos a familiares de los masacrados, fingiendo respeto por las víctimas y engañando a muchos. Su comportamiento mercantilista lo muestran también al aprovechar las tragedias para contratar a sus allegados, nombrándolos en comisiones de memoria histórica, con el mero propósito de justificar un sobresueldo que no se merecen.
Los enemigos de la UES tuercen los procesos para institucionalizar la gestión irregular. Así, les parece tan natural la violación de derechos, que después de ser hallados con responsabilidad por violación de derechos constitucionales, tanto en sede judicial y por la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, la Asamblea General Universitaria finge no entender estos antecedentes nefastos, que son contrario a la honorabilidad, y termina eligiéndolos para cargos de funcionarios del gobierno universitario en un proceso turbio. Similar comportamiento muestra en el Consejo Superior Universitario que siguen repartiendo sobresueldos injustificados y favoreciendo las contracciones irregulares sin que existan ni siquiera una solicitud en forma de parte de las unidades administrativas.
Los enemigos de la UES utilizan el poder institucional para intimidar. Así impulsan la idea de que un empleado no debe denunciarlos y que debe participar en cubrir los actos torcidos para ser favorecido con un contrato irregular. Los enemigos de la UES al sentir incomodidad por un correo o un post en las redes sociales, donde se les recuerda su naturaleza de violadores, reaccionan utilizando su poder para iniciar procesos viciados de apertura de instructivos disciplinarios y amenazas de mayores consecuencias. Así la ruindad institucional, que se caracteriza por el atraso, se quiere esconder, esforzándose por callar las voces disidentes, siguiendo el espíritu político de Maximiliano Hernández Martínez y Arturo Armando Molina. ¿Cuándo se irán los enemigos de la UES?