(Lucas 7:31-35)

INTRODUCCIÓN
En el mensaje anterior nos quedó pendiente el presente pasaje. Por un momento, sentí la tentación de pasar al próximo texto de Lucas y predicar sobre la impresionante historia de la mujer pecadora que ungió los pies de Jesús. Sin embargo, volví a reflexionar sobre este pasaje y llegué a la conclusión de que no podía pasar por alto su importancia, ya que, aunque tiene una íntima relación con lo dicho anteriormente, contiene un mensaje extraordinario para nosotros. Al leer estos versículos, pronto aprendemos que los corazones sin Cristo son a menudo muy perversos y malvados. Jesús aprovechó aquella ocasión para hablar de su generación, a la que calificó como malvada y perversa. Con esto en mente, podemos concluir que en esta parte del libro de Lucas nos encontramos con lo que podemos definir como la “radiografía de la incredulidad”, ya que aquella generación, al igual que la nuestra, se constituye en la más palpable demostración del rechazo espiritual. Jesús está diciendo que la gente de su época es similar a los muchachos de un mercado. No importa lo que uno haga o diga, siempre encontrarán algo que criticar. Juan el Bautista vino con un mensaje de arrepentimiento y austeridad, pero la gente lo criticó por ser demasiado estricto. Por otro lado, Jesús vino con un mensaje de amor y compasión, y se relacionó con los marginados y pecadores, pero la gente lo criticó por ser demasiado amoroso. A ambos, aquella generación los tildó de poseedores de demonios. De esta manera, Jesús ilustra con esta parábola, la de los “niños inconformes” o que nada les satisface, la vida de mucha gente que se le invita a un funeral y no llora, o se le invita a una boda y no se goza, porque siempre están insatisfechos. Este es el mensaje para la ocasión. ¿Cuál es el significado?
I. HAY UNA GENERACION CON UNA INCONFORMIDAD INFANTIL
1. Los hombres de esta generación v. 31. Jesús aprovechó la visita de los discípulos de Juan para hablar de su generación, la más privilegiada de todas, porque ellos vieron las cosas que los profetas anhelaron ver (Mateo 13:17). Ellos vieron las obras de Jesús, hasta el punto de decir: “nunca hemos visto esto”. Ellos fueron testigos del amor y la entrega de Jesús. Sin embargo, esa generación rechazó el tiempo de la visitación de Dios. Jesús la calificó como “rechazando los designios de Dios” v. 30. Los representantes de esa generación fueron los escribas y fariseos, los que más sabían de la ley, pero fueron los más perversos e incrédulos a la verdad revelada. Esto significa que la mente carnal es enemiga de Dios. Siempre encontrará alguna excusa para no creer y obedecer. La generación de Jesús rechazó tanto la doctrina del arrepentimiento como la doctrina de la fe y la gracia. Consideraban que la primera era demasiado estricta y la segunda demasiado fácil. Juan el Bautista se alejó demasiado del mundo, mientras que Jesucristo se adentró demasiado en él. De esta manera, el corazón del hombre se excusa por quedarse quieto en sus pecados. Todo esto no debe sorprendernos. Las personas tan perversas, irrazonables y difíciles de complacer solo se pueden comparar con aquellos judíos que conocían la ley pero rechazaron a Cristo.
2. La comparación hecha por Jesús v. 32. Hemos dicho que el método más revelador de Jesús en sus enseñanzas fueron las parábolas, y aquí nos deja una de ellas comparando a la gente de su generación con niños. Con esta parábola, Jesús está pensando en aquellos que han rechazado a Juan y a él. Compara a los incrédulos, en particular a los escribas y fariseos, con niños. Esta comparación es especialmente significativa, ya que los niños son seres maravillosos y preciosos que merecen ser honrados y apreciados. Sin embargo, también es importante reconocer que los niños deben madurar y crecer con el tiempo. De la misma manera, los adultos deben demostrar madurez y sabiduría en su comportamiento. Cuando se compara a un adulto con un niño, se sugiere que el adulto no ha alcanzado la madurez necesaria. Jesús comparó a las personas de su generación con niños. Eran como niños jugando en el mercado, negándose a ser complacidos. Ellos eran los representantes de aquellos que nada les satisface. ¿Ha visto usted a niños así?
3. Como muchachos sentados en la plaza del mercado v. 32ª. Es cierto que en muchos lugares del mundo, los niños trabajan en los mercados en lugar de estudiar, debido a la pobreza y la necesidad de sustentar a sus familias. Sin embargo, Jesús se refiere a niños que están sentados ociosamente en la plaza del mercado, sin trabajar diligentemente. Jesús podría haber elegido cualquier otro lugar para su comparación, como el hogar, la escuela o el templo. Pero estos lugares habrían sugerido que los niños estaban buscando algo más elevado, como la sabiduría familiar, el conocimiento académico o la comunión con Dios. Entonces, ¿por qué Jesús elige la plaza del mercado como escenario para su parábola? Porque estos niños son mundanos, preocupados solo por las cosas del mundo y el honor que se les brinda. Estos “niños” representan a una generación perversa. Es irónico que los niños, quienes suelen ser sinónimo de inocencia, pureza y obediencia, sean utilizados para ilustrar esta realidad.
II. HAY UNA GENERACION QUE RECHAZA SER COMPLACIDA
1. El rechazo a la sabiduría de los mensajeros v. 33. La generación comparada con los niños del mercado nada los satisfacía, nada les complacía. Siempre estaban criticando. Rechazaban cualquier ministerio que Dios empleara entre ellos y cualquier mensajero que Dios enviara. Esto fue evidente desde el principio y continuó con Jesús. Primero vino Juan el Bautista, viviendo una vida retirada, ascética y abnegada. Los judíos lo acusaron de tener un demonio. Luego vino el Hijo del Hombre, comiendo y bebiendo, y adoptando hábitos de vida social como la mayoría de los hombres. Sin embargo, los judíos lo acusaron de ser un hombre glotón y bebedor de vino. En resumen, se hizo evidente que los judíos estaban decididos a no recibir ningún mensaje de Dios. Sus objeciones eran solo una capa para encubrir su odio a la verdad de Dios. Lo que realmente les disgustaba no era tanto los ministros de Dios, sino Dios mismo. Es sorprendente cómo ha habido generaciones que, a pesar de la paciencia y el amor de Dios, se han negado a ser complacidas por Él. Piense en la generación antediluviana advertida por 120 años, y en la generación a la que vino Jesús. Nada les satisfizo.
2. Prefieren la adulación del mercado v. 32b. ¿Por qué Jesús situó a estos niños en la plaza del mercado en su comparación? Ya hemos dicho que fue para condenar a los escribas y fariseos por su mundanidad. Ellos se jactaban de ser poseedores de un gran conocimiento y sabiduría, pero su comportamiento demostró que carecían de ella. Vivían para las cosas de este mundo, sus riquezas, placeres y el honor del mundo. Jesús los criticó por sentarse en los mejores asientos y buscar las salutaciones en las plazas (Lucas 11:43). También advirtió a la gente de cuidarse de los escribas, quienes amaban las salutaciones en las plazas, los primeros asientos en las sinagogas y los primeros asientos en las cenas (Lucas 20:46, NVI). En ese lugar, se mostraba honor a aquellos de alto rango en la sociedad, y a los escribas y fariseos les encantaba quedarse allí para llamar la atención. No es de extrañar que Jesús situara a estos niños (los adultos fariseos) así en su símil. Los critica por vivir de manera infantil y tonta, buscando siempre el honor que el mundo da. ¿No vive así nuestra sociedad?
3. Ni con canciones tristes, ni con canciones alegres v. 34. Ahora bien, ¿qué debemos pensar de las canciones tristes y de la música alegre que estos niños tocaban en la plaza del mercado? Esto era una referencia al ministerio de Jesús y de Juan el Bautista respectivamente. El ministerio de Juan el Bautista se puede comparar con una canción triste y lúgubre. Juan vivió una vida ascética de oración y ayuno, vestía ropas ásperas y subsistía a base de langostas y miel silvestre. Predicó un mensaje de arrepentimiento (Lucas 3:7-9). Sin embargo, cuando Juan el Bautista predicó su mensaje, la gente no respondió con arrepentimiento, sino que permaneció impasible (Lucas 7:33). Juan les parecía demasiado serio, duro y extremo. Por otro lado, Jesús trajo un mensaje alegre de esperanza y paz, comparable a una canción alegre. Aunque también habló de arrepentimiento, Jesús era misericordioso y bondadoso con los pecadores, los enfermos, los débiles y los pobres. Los tocaba, los sanaba y comía con ellos (Lucas 7:34). El pueblo debería haberse conmovido con el mensaje de Jesús, pero en lugar de eso, se negaron a aceptarlo. Si Juan el Bautista era considerado demasiado serio y estricto, Jesús era visto como demasiado alegre y complaciente
III. HAY UNA GENERACIÓN COMPROMETIDA CON LA SABIDURÍA
1. “La sabiduría es justificada por todos sus hijos”, dice Cristo v. 35. Según Jesús, la sabiduría será justificada por sus hijos, es decir, declarada correcta o probada como correcta. La sabiduría es verdad, y tener sabiduría significa conocer la verdad y vivir de acuerdo con ella. Jesús nos reveló la sabiduría personificada como una mujer, tal como lo había hecho Salomón años atrás (Proverbios 1:20-21). En Proverbios, la sabiduría se describe como una mujer que clama en la calle y en las plazas, llamando a la gente a seguir su camino. ¿Estaría Jesús citando este proverbio cuando se refirió a los fariseos de su tiempo? Si es así, ellos no oyeron la voz de la Sabiduría cuando ella los llamó. La llamada de la Sabiduría se produjo a través de la predicación de Juan el Bautista y Cristo, pero ellos no la escucharon. Sin embargo, los verdaderos hijos de la Sabiduría oirán su voz y declararán que ella es justa, buena y correcta. Las personas sabias nacen de la sabiduría, la descubren, la aprenden, se someten a ella y son disciplinados por ella. La sabiduría no es creada por las personas, sino que es la sabiduría la que crea a las personas. Esto es lo que Pablo enseñó en 1 Corintios 1:18-31.
2. ““El temor del Señor es el principio de la sabiduría…” (Proverbios 9:10). Aquí se establece el comienzo de la sabiduría: el temor del Señor. Sin embargo, la sabiduría no se limita solo a este principio. Los verdaderamente sabios no solo temerán al Señor, sino que también oirán la voz de Dios en las Escrituras y declararán que Él es justo. Además, reconocerán la sabiduría del plan de redención de Dios a través de la fe en Jesús, el Mesías, que vivió, murió y resucitó por los pecadores. A diferencia de los “muchachos del mercado” que rechazan la sabiduría, los verdaderos hijos de la Sabiduría la aceptarán y la seguirán. Esto nos motiva a predicar a Cristo crucificado y resucitado, como lo hizo Pablo. Aunque el mundo considere que el mensaje de la cruz es una locura, los nacidos de arriba, llamados eficazmente por la gracia de Dios, oirán la voz de Dios en el evangelio de Jesucristo y se alegrarán. En ellos se cumplirán las palabras de Pablo a los corintios, que también se aplican a nosotros (1 Corintios 1:22-24).
CONCLUSIÓN: Lo expuesto por Jesús hasta ahora muestra que quienes tienen un corazón crítico siempre encontrarán algo que criticar. Muchas personas no se sintieron satisfechas ni con Juan ni con Jesús. Entonces, ¿soy un verdadero hijo de la sabiduría? ¿O vivo como esos muchachos necios que se sientan ociosamente en el mercado, desperdiciando sus días en preocupaciones mundanas, tratando de entretenerse y distrayéndose con los placeres del mundo, buscando honor y reconocimiento, e intentando imponer mis propias formas y deseos a otros? Esta fue la realidad para la generación que vio a Jesús y a Juan, y rechazó su mensaje y su sabiduría. Y así es como el mundo sigue viviendo. Son como los niños en el mercado, siempre insatisfechos. Sin embargo, para bendición nuestra, los sabios por la gracia de Dios han elevado sus ojos del cielo y han reconocido que solo Dios es sabio y la fuente de toda sabiduría. Se someten a su temor como el principio de la sabiduría. ¿Soy un hijo satisfecho o nada me satisface?
La pregunta de hoy: ¿Qué significa ser un “hijo de la sabiduría” según Lucas 7:35, y cómo podemos cultivar esa sabiduría en nuestras vidas?
Julio Ruiz es pastor de la Iglesia Bautista, Ambiente de Gracia, ubicada en la 5424 Ox Rd. Fairfax Station, VA 22039 Tel. 571-251-6590 (pastorjulioruiz55@gmail.com)