Job: 5:19

Una de tantas veces que me decía, vamos, quiero subir, yo le dije un rotundo no, entonces él me dijo, voy a ir a orinar y yo le contesté que estaba bien, pero ahí nomás, supuse, me hacía caso, y volví a lo mío, con Carlos, a seguir tomando; entrada la obscuridad, ya todos se comenzaban a ir, cuando notamos la ausencia de mi amigo, una señora que vendía “elotes” nos dijo, el ahí está en el carro, dormido, llegamos, verificamos y no, no estaba ahí.
Lo comenzamos a buscar, hasta que todos se habían ido en el lugar, lo peor, parece que había sucedido, mi amigo, había caído a los abismos, entonces, aun aturdidos por el alcohol, después de buscarlo en ese lugar, regresamos a la capital, y yo me presenté a los padres de mi amigo y con ellos, más la Cruz Roja y Comandos de Salvamento volvimos al lugar, a buscar a mi amigo.
Con resultados vanos, pues no lo encontramos; recuerdo que cuando regresé a mi casa, me acosté al lado de mi mamá en su cama, y no pude dormir, temblaba de miedo, sin saber aun con exactitud sobre lo ocurrido, pero en mi corazón, se mecía un enorme e inexplicable miedo, por mi amigo.
Comenzaron largos días de angustia, los cuales fueron exactamente once, pues todos los días, íbamos a ese lugar, a mí, me dan vértigo las alturas y nunca subí a una de esas tres montañas que componen ese centro turístico.
La familia de mi amigo, tenían influencia política en ese entonces y llegaron un día, más de cien soldados a chapodar la zona, pero siendo infructuosa su búsqueda.
Los problemas parecía que no terminaban, pues todos estábamos sufriendo por el desaparecimiento de mi amigo, un día llego con mi mamá al lugar, y la señora que vendía elotes, le cuenta a mi mamá como fue todo, y lo que más me impactó, fue que la señora, amable y sencilla, le dice a mi mamá, que le han llegado a ofrecer, hasta dos mil colones, para que diga que yo tuve problemas con mi amigo.
Que peleó conmigo y ella con toda sinceridad decía, que aunque es mucho lo que le ofrecen, y necesita ese dinero, no lo hace, porque es mentira lo que le piden que diga, y sobre todo, porque ella, le teme al Señor.
PERSECUCIÓN
A partir de ahí comenzó una persecución ilegal de la policía, tratando de “salvequear” y sacar mentiras de mentiras, porque nada de lo que sospechaban era verdad.
Tanta era la desesperación en la que me encontraba en ese entonces, por el jefe del padre de mi amigo, que es, la persona con influencia que estaba moviendo palancas para buscar quien las paga, no quien las debe, que una mujer de mi papá, me permite el enlace con un personaje, llamado “el mago Fanci”, pues él había ayudado en Honduras a encontrar a la hija de un ex presidente de la República.
Por lo que con toda confianza me le acerqué a esa persona, quien me pidió de entrada, ropa de mi amigo, de preferencia, sin lavar, a lo que de inmediato, salí a la casa de Lito y le dije a la mamá, lo que ocurría, y ella me dio una calzoneta y una camisa, con la que jugaba fútbol con nosotros.
Por esa fecha, un vecino, se enteró de lo sucedido, y me cuenta, que en el lugar, hay personas que practican el “satanismo” y que de seguro ellos fueron, pero eso no era lo peor, a mi conciencia, las cosas empeoraron, cuando me dijo esta misma persona, que el personaje que nos estaba ayudando, posiblemente, tenía participación en esos grupos.
Ante eso corrí a su casa, a pedirle me devuelva lo que le di, llevándome la sorpresa que él me responde enfadado, explicándome como sucedían las cosas, me dijo: que él no es brujo, ni charlatán, que él, todo lo que decía, era el resultado de una meditación profunda, y que no iba a cobrar ni un centavo, y que hasta el momento, un día, había tenido el resultado siguiente:
MI AMIGO YA ESTABA MUERTO
Su cuerpo semi enterrado, y a él lo agarraron un grupo de jóvenes, en la camioneta blanca que vimos, lo amenazaron con una pistola y él se fue con ellos, porque estaba aturdido (ebrio), y me aseguró algo: que no iba a descansar hasta darme los autores del tan horrible hecho, con nombre y apellido, por lo que ese día sali, tranquilo, y seguro de hacer lo correcto.
Esas palabras me tranquilizaron mucho, sobre todo eso último, que me diría quienes lo hicieron, lo que no pudo completarse, pues una mañana, habla mi cuñado, periodista, diciéndome que encontraron el cuerpo, un leñador entre la segunda y la tercera loma, semi enterrado. La búsqueda terminó, pero con un final triste, mi amigo había muerto, y aún más horrendo, había sido decapitado, con un brazo sin mano y la otra mano, sin yemas de la mano.
A raíz de ello, muchas conjeturas surgieron al respecto, recuerdo que alguien decía que la mamá de mi amigo, fue a que le “tiraran las cartas” y en ellas le decían que él estaba vivo; otra cosa que se escucho es que en el examen forense, los médicos definieron que tenía cinco días de muerto, es decir, que lo tuvieron seis días vivo, pues al onceavo día de desaparecido encontraron su cuerpo.
Dicho sea de paso, lo identificaron solo por su ropa. Como consecuencia de esto, muchos se alejaron de mí, un amigo, de apellido “Quijano”, fue uno de ellos, y al cabo de unos años, volvió a aparecer en mi vida, y yo le pregunté, qué le había hecho regresar.
Y es que, me dijo, que su papá se encontró a un hermano de Lito, y le dijo, que los investigadores ya siguieron con la investigación, porque en el cadáver, encontraron una gran cantidad de droga, que cualquiera que la hubiese consumido, el mismo atentaría contra su vida.
Repito, mucho se habló al respecto, muchas cosas pasaron alrededor, como que mi amigo, “Lito”, dos días antes, a “Rigo”, le dijera que fueran al mismo lugar, a la “puerta del diablo”, y ese día fueron solo un rato, por que andaban en autobús, y se hacía tarde, y el día que ocurrió su desaparición, la idea de ir a ese lugar, fue suya.
Hasta este día, no entiendo lo que pasó, solo sé que una persona muy inocente, se había ido, en condiciones que uno se siente impotente y que todavía en esta época me impacta y estremece el corazón, cada vez que le recuerdo, o que veo a su papá, caminando por la calle solitario, o sentado en un restaurante de comida rápida, por las tardes, igual, solitario.
Una secuela cruel, que afectó mi vida, pero que no impidió, mi presencia en su funeral, mucho menos cargar su féretro al momento de su entierro, al que escribí un poema que lo llamé “baboso loco”, y lo leyó un día, el que años después sería presidente de la República, en una oficinita que mi mamá me montó en Ciudad Delgado, en mil novecientos noventa y tres, lugar adonde me encerré, volví a escribir, en un mes, recuerdo que Dios me regaló, seis historias, en un horario de oficinista.
FRENTE A UN PISTOLERO
Pero no borro de mi mente, la tarde que fue su entierro, no había comido todo el día, iba a almorzar a casa de mi hermana, pues ahí estaba mi mamá, cuidándola, pues mi sobrino “Davisito” tenía días de nacido, y yo, caminaba, desconcertado por todo lo ocurrido, y a menos de veinte metros, en la cuadra de enfrente, un hombre sale de una “casa de citas” y me dice “Quiubo”, sacándome su arma de fuego, y yo en ese momento, recuerdo que le dije también “quiubo” en voz muy baja y en mi mente, solo repetía:
“Que cerca de la casa de mi hermana, de donde está mi mamá, vine a morir”, y casi instantáneamente, el hombre guardó su pistola, y se subió a su carro y se fue, y yo me quedé, helado, petrificado y con un aliento renovado de vida, que un capítulo obscuro, amargo, horrendo, tenebroso y triste se cerraba, de la mano del Señor, el único, que pudo librarme de semejante tribulación.
“..Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él, habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por Israel..”
El solo hecho de escribir estas líneas, no es porque uno cumpla lo que promete, ya que originalmente, era para el mes de Julio de dos mil ocho, cuando apenas, alcancé a esbozar el primer capítulo, pero fue el llegar al diecinueve de diciembre del mismo año, invicto, que de una forma sin lugar a duda confirmo, EL SEÑOR ES FIEL.
Era el mes de diciembre de dos mil uno, yo tenía fiebre, muy elevada en ese entonces, era un sábado por la tarde, y un ex alumno y amigo de nombre Gustavo Gámez, llamó por teléfono a mi casa, preguntándome si podía atender a unos clientes y conocidos suyos, del Puerto de La Libertad, que querían formalizar un testamento.
Era mi libro tercero de protocolo, que Dios en su infinita misericordia me dio, y yo por supuesto le dije claro que sí, recuerdo, que llegaron a mi casa, yo vestía un “pans” color blanco y una camiseta de mismo color, en ese momento conocí a la señora Ana Luz Salazar, y a su sobrino, creo, pero al final, no se redactó documento alguno, debido a que su entonces compañero de vida, estaba hospitalizado en el Seguro Social, y no se encontraba consciente, por lo que nos pusimos de acuerdo, que sería al salir de la situación delicada en que se encontraba ese día, que redactaríamos el documento y lo firmaríamos.
Este testimonio continuará en nuestra próxima edición
*José Rigoberto De Orellana Eduardo, es abogado y notario salvadoreño y predica la Palabra de Dios