El poder de la moderación

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                                                                                                                                ECONOMIA

Por: Jonny Martínez

   El término moderación presenta dos usos muy difundidos. Por un lado, moderación puede referir al ajuste o disminución de alguna acción que resulta excesiva. Luego de haber tenido varios problemas en su trabajo por ello, Juan ahora bebe con moderación. Laura tuvo que hacer una moderación en sus gastos porque el sueldo no le alcanzó el último mes. Y por otro lado, la moderación es considerada una virtud, equivalente a la prudencia, la mesura y de alguna manera también emparentada con la humildad.

El opuesto de la moderación sería el exceso, la desmesura, el orgullo y la soberbia en todo aquello que se hace. Entonces, en este sentido, la moderación es la templanza en  el comportamiento de una persona que constantemente buscará escaparle al extremo para ir en búsqueda del equilibrio.

La moderación como virtud y porque no también como valor social es una cuestión que viene siendo estudiada y está presente en la sociedad desde larga data. Porque básicamente la moderación como uno de los valores parte de un individuo será la que conducirá al mismo a una existencia más grata y tranquila, porque de lo contrario, de ser guiado por el exceso, será difícil hallar el equilibrio y la tranquilidad.

El tema de la moderación, incluso, ha estado presente desde tiempos inmemoriales en la literatura clásica con el objetivo de difundir la misma como la forma más recomendable para vivir.

En tanto, se llamará moderado a aquella persona que se caracterice por la prudencia, por la moderación en su obrar. Se podría decir que la moderación es la medicina perfecta para la gula, que es la pasión que lleva a la persona a llenarse de cosas en un intento de calmar su ansiedad.  Generalmente la gula se identifica con la comida, pero ampliando el concepto es todo aquello que hacemos en exceso.

Desde el punto de vista de la humildad la moderación nos debe llevar al perdón de toda ofensa, ya que tener un resentimiento mucho tiempo nos lleva por el camino del orgullo y la soberbia, lo que no nos permite concentrarnos en otras cosas más importantes para nuestras vidas.

No existe nada que atrase más tu evolución y tu propósito que el no estar dispuesto a perdonar, que elijas no dejar ir la historia sobre un hecho grande o pequeño cometido en contra tuya. Existen personas que pierden una vida entera conservando el rencor por alguien que actuó contra ellas, negándose el gozo de vivir plenamente y culpando a esa persona por décadas, pero el verdadero perdón es entender que nada ni nadie puede dañarte, a menos que tú mismo lo permitas.

El dolor es la interpretación y el valor que le das a la acción errada, el sufrimiento es no dejar ir la historia. Perdonar no es olvidar, ni justificar una acción en tu contra, pero sí es dejar ir tu apego a ese dolor, a querer tener la razón, a exigir justicia y a identificarte constantemente con esa historia: “Esa persona desgració mi vida.” ¡NO! Tú has decidido desgraciar tu vida, recordando esa acción y repitiéndola en tu mente una y otra vez, manteniendo esa persona encadenada a ti por medio de eslabones de dolor y veneno, lo cual solo conseguirá enfermarte.

Como hemos visto, evitar los excesos nos dará una vida más serena, feliz y sobre todo próspera, ya que nos mantendremos serenos para cumplir con nuestros objetivos. Este es el poder que nos da la moderación como virtud. (Jonny Martínez, Economista, Escritor y Facilitador en las áreas de Mercadeo y Liderazgo)