Obama urge al Congreso a un pacto para evitar la quiebra de EE UU

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WASHINGTON

El Gobierno no podrá pagar facturas y créditos sin un acuerdo antes de agosto

 

  Barack Obama urgió el lunes al Congreso a alcanzar un acuerdo que evite el riesgo, ya visible e inmediato, de que el Gobierno de Estados Unidos se declare en quiebra, una posibilidad de catastróficas consecuencias para este país y para la economía mundial. Para evitarlo, demócratas y republicanos están obligados a un compromiso que exige enormes sacrificios políticos y que nadie parece por ahora dispuesto a aceptar.

  Si no se consigue ese acuerdo en unos pocos días más, EE UU se ve abocado a una situación sin precedentes, en la que simplemente no podrá hacer frente a los pagos a los que está obligado. Las consecuencias para EE UU y sus repercusiones en otras economías son tan alarmantes que nadie puede pensar en que se llegue a eso. “Se produciría una crisis de credibilidad en EE UU, los tipos de interés aumentarían drásticamente y todas las familias sufrirían”, advirtió Obama en una conferencia de prensa que forma parte de un esfuerzo titánico de la Casa Blanca por reconducir la situación. Este asunto monopoliza estos días la actividad política de este país y seguirá siendo así hasta que se consiga un acuerdo.

  La gravedad de la crisis haría pensar que, antes o después, se llegará a una solución. Y eso, que todavía es posible, sería también lo más lógico si no estuvieran en juego en esta batalla intereses políticos en los que los dos partidos arriesgan gran parte de sus opciones en las presidenciales de 2012.

  El asunto se remonta a muchos meses atrás, en realidad hasta el momento en que el Partido Republicano ganó el control de una de las cámaras del Congreso, la Cámara de Representantes. De acuerdo a las leyes de este país, el Congreso tiene que autorizar al Gobierno a asumir la nueva deuda que necesite para cubrir sus pagos. Así se ha ido haciendo de forma rutinaria durante años sin que nadie prestara atención. Pero esta vez, los republicanos, liderados por su facción más conservadora, advirtieron que no darían luz verde para más deuda a menos que el Gobierno aceptase reducir el déficit público.

  Empezaron hace meses negociaciones para cumplir esa condición. La Administración presentó un plan de recortes que incluía un aumento de impuestos a los ingresos más altos a partir de 2013. La oposición quería recortes de gastos, pero no subidas de impuestos. En ese tira y afloja se lleva mucho tiempo. El límite para asumir nueva deuda se ha ido prorrogando por periodos cortos mientras avanzaban las negociaciones. Esas prórrogas han acabado ya.

  Obama dijo el lunes que se niega a extender el plazo por 30, 60 o 90 días más. “Esto hay que resolverlo ahora”, dijo. Ahora significa antes del 2 de agosto, la fecha en la que se llega al límite para asumir nueva deuda. Después de ese día, el Gobierno se quedará sin dinero para pagar sus facturas y sus créditos.

  Es de suponer que el Tesoro tendrá algún plan de contingencia para afrontar una situación como esa, pero el secretario Tim Geithner ha asegurado que no hay mucho margen. “El riesgo al que hacemos frente ha empezado ya en julio, pero a partir del 2 de agosto estaremos administrando humo”, declaró.

  Los republicanos más radicales no se creen esa amenaza y sospechan que es solo una táctica de la Administración para forzarles a firmar un acuerdo con el que no están satisfechos. Pero lo cierto es que la clase empresarial está alarmada y la Bolsa de Nueva York perdía el lunes un 1,20% cuando acababa de hablar el presidente. (Fuente: ANTONIO CAÑO, EL PAIS)