INMIGRACION
Ahora sí, cualquier esperanza, por mínima que fuera de que podría surgir en la Cámara de Representantes una contrapropuesta a la versión del Senado para una reforma migratoria quedó totalmente muerta. Efectivamente, el congresista Mario Díaz-Balart, encargado de redactar el proyecto de ley, fue “liberado” este jueves 10 de julio de esta responsabilidad por su liderazgo partidario.
Tras una reunión con los dirigentes de la Cámara Baja, se le informó a Díaz-Balart (R-Florida) que “su asignación ya concluyó”. “Estoy muy, muy molesto”, dijo el legislador al salir de la reunión. “Teníamos un buen proyecto. Teníamos una oportunidad real de asegurar nuestras fronteras, arreglar el sistema migratorio que no funciona, ayudar a nuestra economía y hacerlo en una manera apegada a la ley. Pero desafortunadamente me han dicho que no continuaremos con esto. Creo que es muy desafortunado”.
Díaz-Balart trabajó con un grupo bipartidista de legisladores para encontrar los cambios al sistema migratorio actual con posibilidades de pasar la prueba de tolerancia republicana, y constantemente el Presidente de la Cámara Baja John Boehner le insistía en que se mantuviera trabajando. Recientemente, cuando el Presidente Obama anunció que tomaría acción ejecutiva tras haber sido informado por Boehner de que el Congreso votaría un proyecto de ley de reforma, Díaz-Balart declaró que él planeaba continuar trabajando en el tema durante las semanas que quedan antes del receso de agosto.
“La mayoría de los republicanos en la cámara quieren seguir adelante. Aún tenemos una posibilidad”, dijo en ese entonces. Pero esa posibilidad acabó hoy.
Agonía y muerte en cancha republicana
El Senado aprobó en junio de 2013 un proyecto de ley para una reforma migratoria con apoyo bipartidista para reforzar la seguridad fronteriza, reformar el sistema de inmigración legal y proporcionar un camino a la ciudadanía para muchos de los 11 millones de indocumentados en EEUU, pero éste no avanzó en todo 2013 en la Cámara Baja.
A comienzos de 2014, John Boehner presentó un conjunto de “principios” republicanos que servirían de guía para la ley de inmigración, incluyendo en ellos otorgar la ciudadanía para algunos dreamers, el uso obligatorio del plan E-Verify y la legalización para aquellos indocumentados que estén viviendo en el país desde hace mucho y carezcan de antecedentes criminales.
Pero Boehner no encontró eco en su propio partido: los ultraconservadores, que terminaron dominando el debate, se opusieron a cualquier intento de legalización de indocumentados. En consecuencia, Boehner cedió a la presión del Tea Party diciendo que nunca había subestimado “lo difícil que será avanzar en este tema este año” y que uno de los grandes obstáculos para aprobar la reforma era “la falta de confianza” que ha generado en su bancada el Presidente Barack Obama. (Fuente: La Opinión)