DEPORTES
Fuente: FIFA.com
Tras 20 años de exitosa carrera, Thierry Henry decidió colgar las botas el pasado mes de diciembre. Después de defender la camiseta de Juventus, Arsenal, Barcelona y New York Red Bulls, entre otros, el campeón del mundo y de Europa con la selección francesa ejerce de comentarista de su gran pasión, el fútbol, mientras se recicla para emprender un nuevo oficio, el de entrenador.
En su visita a Zúrich, donde tuvo el honor de entregar a Cristiano Ronaldo el FIFA Ballon d’Or 2014, el ex delantero de 37 años compartió en exclusiva con FIFA.com sus impresiones sobre la reciente Copa Mundial de la FIFA Brasil 2014™, sus vivencias como jugador junto a Leo Messi y el proceso de aprendizaje al que se enfrenta para convertirse en técnico.
Hace poco que puso fin a su carrera deportiva. Con todos los premios y trofeos ganados, el Balón de Oro se le resistió a pesar de estar entre los diez finalistas entre 2000 y 2006, y entre los tres finalistas dos veces. ¿Qué significa el premio para usted?
Cuando juegas al fútbol tu objetivo es lograr títulos colectivos. Uno se entrega a eso y sólo cuando el equipo gana, y tú tienes una actuación destacada pueden llegar las distinciones personales. Nunca gané el Balón de Oro. Gané otros premios individuales y son una recompensa extraordinaria, pero nunca fue mi objetivo. Honestamente siempre pensé antes en lo colectivo. Sin embargo, sí me parece importante, personalmente, el largo tiempo que jugué al máximo nivel. Para mí, es como un título.
Un ejemplo de la importancia del colectivo podría ser la Alemania de Joachim Loew que se coronó en Brasil. ¿Qué le llamó más la atención de ese equipo?
Es una generación extraordinaria, que ha dejado huella en la historia del fútbol. Sólo por derrotar a Brasil como lo hicieron, ya merecieron pasar a la historia, pero además fueron campeones. Fue la culminación de un largo proceso, que para mí arrancó en derrotas. Cuando perdieron en la final del Mundial de 2002, se dieron cuenta de que necesitaban una renovación. Llegaron a las semifinales de 2006, cayeron en la final de la Euro 2008…
¿Podría explicarnos más ese proceso?
Es curioso. Con la selección francesa yo viví el proceso inverso. Primero la victoria y luego los malos momentos. Esta generación alemana aprendió más: perdió, sufrió, volvió a perder y entonces aprendió. Este éxito es la recompensa a un largo sufrimiento: una generación que nunca se rindió, que siguió intentándolo hasta que por fin ganó. Una generación así, con gente como Philipp Lahm, que estaba ahí desde el principio se merece haber vivido todo eso.
¿Qué impresión le dejó el fútbol que se vio en Brasil 2014?
Creo que vimos algo definitivamente nuevo: Neuer cambió la función de portero. Ya hubo una evolución tras el cambio en la regla -cuando se prohibió recibir el pase de un compañero con las manos-, pero quien realmente ha revolucionado la posición ha sido Neuer. Hemos visto sistemas con mucha gente adelante, pero nunca habíamos visto un portero que jugara tan lejos del arco. El Ajax del (Johan) Cruyff también jugaba con el portero como pasador, pero nunca en la misma línea de los defensores. Con él, siempre hay un jugador de campo extra. Es un cambio que pasa también por la libertad que te da el entrenador, pero Neuer es un grandísimo portero. Siempre mantuvo la calma, haciendo bien los pases, como un auténtico líbero. En los años 80 y 90 ya conocíamos esa figura. Hoy, el nuevo líbero es Neuer. Eso fue lo que encandiló a todos en este Mundial. A partir de ahora, todos los arqueros empezarán a jugar como él.
Cambiamos de posición. Como delantero que fue, a quién prefiere: ¿Cristiano Ronaldo o Lionel Messi?
Bueno, jugué con Leo, así que ya sabes mi respuesta (risas). Tengo un enorme respeto por Cristiano, que logra mantenerse al más alto nivel por varios años. De hecho, a un nivel extraordinario. Una cosa es hacer una buena temporada y, luego de cuatro años, otra. Pero mantenerse en ese nivel tantos años seguidos… Creo que no nos damos realmente cuenta de lo que están consiguiendo. Así que, enorme respeto por Ronaldo, pero yo jugué con Messi y, con él, pasé momentos extraordinarios: perdimos y ganamos juntos. Por todo eso, Leo.
Cuando llegó al Barça en 2007, ¿ya percibió que Messi era tan especial? Entonces sólo tenía 20 años…
Todos lo veían, desde el principio. No había que ser un experto…. Leo era y es especial. No hay adjetivos superlativos que no hayamos usado para definirlo. Debemos estar felices por tener la oportunidad de verlo jugar, porque un día lo dejará y el fútbol lo extrañará. Debemos disfrutarlo. Desde el primer entrenamiento, lo que me llamó la atención fueron sus ganas de anotar, de buscar el arco: toma la pelota y ya sólo piensa en eso.
Ahora trabaja como comentarista de fútbol en la televisión, pero, ¿contempla la opción de hacerse entrenador?
Sí, seguramente. Vamos paso a paso. Primero, obtener la licencia. Porque una cosa es saber de fútbol, y otra es saber transmitir ese conocimiento, gestionar el ego de los jugadores… No es sencillo. Tengo mucho que aprender. Pero, por vocación, sería interesante.
Menciona el ego de los futbolistas, ¿es la parte más complicada?
No, no lo es. Cuando eres jugador, entrenas y te vas a casa. Como entrenador, debes llegar temprano, preparar el entrenamiento y después, seguir pensando: ¿cómo recuperar a aquel jugador lesionado?, ¿cómo ayudar al que pasa una mala racha? Los problemas siguen contigo: un jugador que se queja porque no jugó, mientras piensas en el siguiente partido y la prensa te reclama que hace tres partidos que no ganas. Tienes que gestionar todo eso. No es algo fácil. Por eso hay que tener paciencia y formarse.
De todos los entrenadores que tuvo en su carrera, ¿de quién aprendió más?
Aprendí con todos, de lo bueno y lo malo. Siempre se habla de los años buenos, pero la verdad es que aprendes todavía más cuando las cosas van mal. La gente intenta olvidar esos momentos malos de sus vidas, pero es al contrario: hay que recordarlos para no repetir errores y aprender.