Morata le da el pase a Juventus

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PAG 39Morata, un chico de la factoría blanca, frustró la final de todos los siglos, para muchos y muchos. Entre ellos, los madridistas, que soñaban con la fastuosa liturgia de un órdago con el Barça en la gran cumbre.

Lo impidió la Juve, que tras salir de las mazmorras por viejas infamias, ha regresado a la cúspide continental. En Chamartín provocó un desengaño colosal tras un buen primer tiempo de los de Ancelotti, que tras el descanso dieron vuelo a la Juve y lo pagaron.

A lo suyo, sin perder de vista los detalles, atenta a cualquier chispa favorable, la Juve igualó el tanto de Cristiano con otra diana de Morata, exiliado de la casa blanca el pasado verano, el jugador de la eliminatoria. En un partido con aire sahariano, el Madrid, sin el hilo del inicio, buscó la épica con tanto empeño como poca claridad. Por una vez le faltó pegada. No le alcanzó y ya no podrá renovar el título. Le espera un cierre de curso complicado, sin tronos, con lo que ello supone en este club tan proclive a las mudanzas.

Hasta que la descarga del gol de Morata le disparó la ansiedad, cumplió el Madrid con el dictado de Ancelotti, que había reclamado concentración, intensidad y tranquilidad. Tres variantes necesarias para gestionar el partido. Fue una amenaza, con sus 13 remates en el primer acto (22 al final, por seis del adversario).

En un tramo, tantos como en todo el resto de Turín, pero sin provocar desgarros defensivos. Esta vez, el espíritu gremial, mosquetero, no mereció tachas, desde Bale hasta el último compañero. El Madrid supo de entrada de las urgencias en medio campo, donde la Juve, con cinco y hasta seis jugadores cuando se descolgaba Tévez, quería administrar el duelo, donde pretendía levantar el dique, porque esta Juve nada tiene que ver con la larga tradición de pacatos equipos italianos. Al menos no lo fue hasta el capítulo final, cuando ya se colgó del andamio de Buffon. Fort Apache en toda regla. Para su desgracia, el Madrid solo respondió por vía aérea, de pelotazo en pelotazo sin techo.

Antes de poner la alambrada, en el arranque la Juve logró un duelo parejo, aunque pagó el desafino de Pirlo, sin la geometría que le distingue. Ha perdido algo de lubricante en las botas. Tampoco Pogba, en plena reaparición, era ese jugador expansivo que acostumbra, aunque aguantó como un jabato casi hasta el soplido final y ganó la pelota decisiva de la noche, la del tanto de Morata.

Hasta el dardo del exmadridista, pese al equilibrio entre los contendientes, los ataques marcaban la diferencia. Comparado con el Madrid, lo de la Juve es fogueo. Hasta el intermedio, Casillas, aupado de inicio por la hinchada, solo tuvo que intervenir a un disparo lejano de Vidal. En la otra dirección, los de Ancelotti cerraban cada ofensiva, con Carvajal y Marcelo como ventiladores por los costados y Benzema, ese ariete con patines, para gripar con su clase a los centrales italianos. Su hora larga de partido fue un simposio de fútbol, del bueno y del mejor. Percutía Bale, percutía Cristiano, por supuesto. Una pegada pesada contra una mosca. De picotazo en picotazo. (Fuente: El País / José Sámano)