OPINION
Make America Great Again
Por: Nelson López Rojas*
Antes de llegar a los Estados Unidos como estudiante de maestría, tuve otras opciones, una oferta de beca para Brasil o quedarme en mi país con un negocio propio que prosperaba. Decidí venir a estudiar al frío del Norte, pero lo que me atraía era la grandeza de este país: su multiculturalidad y aceptación de gente de todas las razas, credos u orientación sexual. Eso creo que es lo mejor que tiene, eso es lo ha hecho grande a EEUU. Eso es lo que está en juego y que se puede echar a perder en las próximas elecciones para presidente.
El problema más grave de los Estados Unidos no es que tengan un candidato con manos chiquitas o que diga cada comentario sin informarse, pues al final a él le atrae el show. El problema del país es que no hay inclusión, no hay un “nosotros”, sino que son “ellos” y los nuevos, los diferentes, “los otros”, y que Trump promueve esa división.
Muchos aseguran que el señor Trump es el responsable de tanto caos y odio entre las distintas razas y clases sociales de este país, pero son sus seguidores los que toman frasecitas prejuiciosas del candidato y las explotan a como dé lugar. Y mientras Trump sigue atizando a las masas, ellas van más allá de los insultos y golpizas a quienes piensan diferente, y están reabriendo heridas raciales, esas que nunca sanaron.
Aunque se vea un problema puramente racial, no lo es. Esto es algo que está enraizado en la cultura estadounidense que ahora se abre, una cultura clasista, cristiana y heterosexual, y que no es algo exclusivo de los blancos, sino de todo aquel que “actúa como blanco o habla como blanco” ya sean estos dominicanos queriendo alisarse su “pelo malo”, brasileños nego-baum que no se mezclan con otros negros o salvadoreños que prefieren asimilarse y enseñarles solo inglés a sus hijos.
El lema de campaña de Trump “Hacer a los Estados Unidos grande otra vez” ha tenido tanta repercusión en el país que todo el mundo habla de lo que significa eso. “Great” significa grande, grandioso, excelente, estupendo y “Again” significa otra vez. ¿A qué se refiere entonces con “great” y con “again”? Muchos hablan de la época esclavista de los Estados Unidos donde la grandeza y la riqueza estaban en manos de los blancos. Otros hablan de lo grande que fue este país hace 50 años donde había segregación, donde se era blanco, cristiano y hombre. Y muchos hablan sobre lo grandioso que era este país antes de la llegada de los inmigrantes mexicanos, que según Trump -y es lo que comenzó el aumento del sentimiento anti inmigrante reciente- son violadores y mafiosos. Para muchos la igualdad de condiciones amenaza y atenta contra la tradición blanca y de repente las colonias multiculturales y multilingües se vuelven “vecindarios malos”.
Hay que recordar que los Estados Unidos es un país de inmigrantes. Y el grupo migrante más reciente es el que sufre más discriminación (los polacos, los italianos, los alemanes, los japoneses… todos fueron discriminados en algún momento y son ahora los que discriminan a los latinoamericanos). Se dice todo tipo de mentiras sobre los inmigrantes, y la gente mal informada convierte esos rumores en verdades populares. En mi clase de estudios latinoamericanos en una universidad estadounidense, mis estudiantes me han preguntado: ¿Por qué esta gente no va a sacar una visa y se viene legalmente? ¿Es cierto que los que vienen ilegales aquí no pagan impuestos? ¿Los inmigrantes vienen a aprovecharse de los servicios públicos? Y así tengo una larga lista que da para un libro. ¡Pero estos chicos están en mi clase y discutimos esto con evidencias! Ahora, la gente que no tiene acceso a un foro de discusión como este repiten religiosamente lo que oyen: Trump les llamó mexicanos a todos los latinoamericanos y ha habido gente que me pregunta en qué parte de México queda El Salvador.
La otra situación que a los latinoamericanos nos parece intolerable e imperialista es que se le llame América al área que ocupa Estados Unidos. Claro, digamos que es de cariño, así como Lupe por Guadalupe, pero se les mete tanto en la mente a los promotores de esta palabra que nunca piensan en el nombre completo. ¡Hasta muchos latinoamericanos han caído en la trampa de llamar América a los EEUU y americanos a los estadounidenses! Y peor aún, hay muchos inmigrantes que ahora apoyan a Trump. ¿Por qué alguien debería de apoyar a semejante candidato que promete deportar a 11 millones de indocumentados o construir un muro que según él pagarán los mexicanos? Muy sencillo. Hay que transportarse a nuestra infancia cuando jugábamos en equipo y había alguien que no nos simpatizaba y ya teníamos la frase lista: “ya estamos cabales”. Y es eso, nuestro egoísmo humano nos hace estar en contra de nuestros hermanos y apoyar un proyecto que nos asegure que no vendrán más a quitarnos el trabajo. Y así continúa ese ciclo.
Nada se habla de lo que se necesita para hacer a este país grande de nuevo. Al menos no Trump. El candidato demócrata socialista habla de cambios que tienen sentido, pero que le causan miedo en la gente porque, bueno, porque en los Estados Unidos la gente relaciona socialismo con Cuba y no con Canadá ni Noruega. Bernie Sanders habla de crear un sistema de salud universal o de hacer que la educación universitaria sea gratuita como el que existe en la mayoría de países desarrollados e incluso en El Salvador. La gente está muy cómoda como está y no va a querer cambiar un sistema tradicional por excluyente que sea por uno “socialista”. ¿Qué tal si se le los candidatos hablaran de crear mejores sistemas de transporte público? ¿Mejorar la educación en las escuelas públicas creando más interculturalidad, más arte, más educación física, más idiomas y menos exámenes? ¿Prohibir los tamaños de bebidas de medio galón que se venden con la comida chatarra? ¿Qué tal si se usara azúcar en lugar del jarabe de maíz? ¿Qué tal si se prohibieran las armas y se promovieran las ciclovías? ¿Qué tal si dejaran de meterse en los asuntos internos de la mayoría de países del mundo? ¡Eso haría grande a los Estados Unidos!
Donald Trump habla de más, es cierto. Sus comentarios incendiarios debieron haberse parado desde cuando aseguraba que Obama no era estadounidense ni cristiano, sino keniano y musulmán. Su retórica ha calado en una buena parte de la sociedad y tiene un apoyo alto de las masas blancas mayoritariamente de fábricas e industrias, y esto representa un peligro para la psiquis de los estadounidenses. Los racistas ahora afloran con naturalidad y han encontrado en Trump la voz que habían callado por tanto tiempo. Basta simplemente observar la violencia en los mítines de Trump para darse cuenta del nivel de intolerancia que transmite su líder. Inclusive, hace tres días, aquí en mi propia ciudad, un desquiciado mató a tres personas por el simple hecho de hablar otro idioma. O la gente despierta para dialogar, para promover el respeto a los demás, o la intolerancia acabará con lo grande de Estados Unidos. Hay que hacer algo ya. Como dice mi madre, el que calla otorga. El que no hace nada ante la injusticia, también. (Nelson López Rojas, es doctor en Lingüística y trabaja en la Universidad de Wisconsin, USA)