DEPORTES
El camino menos conocido de Suárez hacia la cumbre
Wilson, yo voy a jugar en el Barcelona
-Luis, si no jugás en la séptima de Nacional, ¿cómo querés hacerlo en el Barcelona?
Luis Suárez tenía 13 años cuando mantuvo esa conversación con Wilson Pírez, uno de sus descubridores y gran responsable, junto a Juan Pablo Spósito, de que el Salta llegara a Nacional de Montevideo.
Era el 2000 y no eran tiempo fáciles para Suárez. Empezaban a quedar atrás los traumas de la mudanza de su Salto natal a la vida más agitada de la capital, también la posterior separación de sus padres, pero las cosas no iban como esperaba en lo futbolístico.
En ese entonces, Pírez, el mismo que emocionó a Suárez con un mensaje en vídeo durante la ceremonia de entrega de la Bota de Oro de Europa, era dirigente de Nacional y tenía a cargo las divisiones menores, pero sobre todo el principal confidente y sostén de Lucho dentro del club.
“Lo vi por primera vez cuando tenía 10 años”, dice Pírez, ahora representante de futbolistas, a FIFA.com. “Me llamó la atención que su forma de jugar era entreverada, pero efectiva. No era corpulento ni dotado con el balón y hasta se mostraba algo tosco. Eso sí, ¡tenía carácter, un empuje impresionante y hacía goles!”.
Suárez anduvo bárbaro en las infantiles, pero su fichaje como juvenil generó resistencia entre los pares de Pírez. “No era de esos jugadores que agradaban a la vista. Las figuras y goleadores del equipo eran Martín Cauteruccio -hoy en San Lorenzo- y Bruno Fornaroli -en Australia-. Pero me puse firme: ‘Desde chico está acá y lo quieren otros clubes, no podemos perderlo’. Y los convencí”.
LAS PIEZAS DEL ROMPECABEZAS
Pero su lucha recién empezaba. “No lo ponían mucho y se desmotivó. Además, le gustaba salir, como a cualquier gurí (chico)”. Así, pasó de hacer goles a montones a errarlos en igual proporción cuando le tocaba entrar. Entonces sucedió aquel episodio a principios de 2002, cuando Pírez se cansó…
“Un domingo llego a las 6:30 de la mañana al Parque Central para preparar el partido de su división y Luis dormía en un banco. ‘Viniste temprano’, le dije, y me contestó que sí. No jugó bien, pero podía pasar”, rememora Pírez. “Por la tarde, en casa, me dice mi hija: ‘Anoche vi al Salta en el baile’. ¡Se había ido derecho a jugar!”, recuerda con una carcajada.
“El día siguiente lo metí en mi oficina: ‘Hermano, yo te defendí antes, ahora tenés que defenderme vos a mí. Si no te sacan ellos, te saco yo’. Había que encaminarlo en lo deportivo, porque andaba bien en la escuela, hacía sus cosas… Su futuro era el fútbol”.
Con 15 años, Luis prometió comprometerse a ser futbolista. Pero que la persona que terminó de encaminar su carrera apareció meses después, cuando conoció a Sofía Balbi, su actual esposa.
“Al principio nadie lo tomó en serio, con esa edad… Pero a los 16 era la novia y él decía que sería la madre de sus hijos, la mujer de su vida. Cuando los padres de Sofía emigran a Barcelona en 2003, fue un impacto grande. Luis quería irse a Europa para acercarse a ella”.
REENCONTRADO CON EL GOL
A esa altura, Suárez se había reencontrado con el gol: titular indiscutible en sexta y en quinta, hasta jugó para tres categorías distintas un mismo fin de semana, que coronó con dos goles en su estreno con el equipo de tercera el domingo, en la previa de un partido de primera.
Suárez fue promovido a primera a principio de 2005, y su debut se produjo en mayo. “El primer tramo en Nacional fue muy duro”, recalca Pírez. “No sólo no tenía a Sofía, sino que erraba muchos goles y era criticado, igual que Martín Lasarte, el técnico. Insultaban a los dos”.
“‘¿Oís cómo nos putean por poner a ‘tu hijo’?’, me decía Lasarte. Pero lo bancó y la rompió en el segundo semestre. Empezó a hacer goles cuando se sacó la camiseta 13, que le había dejado el Loco Abreu, y se puso la 9. Son grandes amigos y todavía bromean con eso”.
EVOLUCIÓN FUTBOLÍSTICA
El resto de la historia es más conocida, aunque Pírez tiene detalles para enriquecerla. Como los de su pase al Groningen holandés. “Eran empresarios hondureños y vinieron por Elías Figueroa, del Liverpool. El día después lo vieron a Luis en Nacional y dijeron: ‘Queremos a ése'”.
Ni su partida cambió la relación con Suárez: “Eran las mismas charlas, pero por teléfono o chat”. En lo futbolístico, auguraba su explosión. “En el Groningen lo iban a pulir, y era obvio que en Ajax sólo podía mejorar: el equipo atacaba más, las defensas tenían más distracciones y él es muy bicho para aprovecharlas”.
Del paso por el Liverpool le sorprendieron dos cosas. Primero, sus goles de tiro libre. “‘Qué agrandado estás’, le tiré, y me contestó ‘es fruto de la práctica'”. Luego, su faceta de asistente. “Yo conocía su egoísmo goleador, era una clara evolución en su juego. Eso lo termina de convertir en uno de los mejores delanteros del mundo”.
REAL MADRID
Cuando sonó para el Real Madrid, Pírez tenía la posta. “Ya me había dicho que lo del Barcelona estaba cerrado. Creo que sólo lo sabían su representante, Sofía y yo. Fue una gran satisfacción que él, un hijo para mí, cumpliera su objetivo”.
Ni el incidente en la Copa Mundial de la FIFA Brasil 2014™ iba a impedir que Suárez cumpliera aquella premonición de los 13 años. “Fue un momento difícil y lo que hablamos lo guardo en la intimidad. Pero nunca dudé de que volvería más fuerte tras la sanción”.
Pírez resalta algo menos visible en la vida de Suárez: “Su corazón. Es humilde, agradecido y tiene un corazón enorme, que lo hace mostrarse tal cual es en un asado con sus amigos o cuando juega en Barcelona. No se hace el amigo de Messi y de Neymar, lo es. Por eso rinde tanto con ellos”.
¿Le alcanzará para quedar entre los finalistas al premio como Mejor Jugador en los The Best FIFA Football Awards™? “Debería: para mí es, como mínimo, uno de los tres futbolistas más determinantes hoy”. (Fifa.com)