OPINION SALVADOREÑOS
Efecto Macron en El Salvador
Por José Manuel Ortiz Benítez*
La Revolución Francesa (1789) es considerada por muchos historiadores como el fin de la economía del servilismo y el comienzo de una sociedad moderna basada en una economía de mercado. Francia ponía fin al feudalismo y el poder de la monarquía divina decapitada bruscamente por las nuevas ideas de La Ilustración.
Se destruyó el sistema feudal, se abolió la monarquía absoluta, se creó la Declaración de Derechos del Hombre y los Ciudadanos, se separó la iglesia del estado, se introdujo la producción según la oferta y la demanda, se creó el concepto de soberanía nacional, se creó la Asamblea Nacional, se proclamó Liberté, Égalité, Fraternité, así nacía la primera república francesa.
4 años después de la ocupación Nazi de los alemanes, Francia fue liberada en agosto de 1944, por las fuerzas aliadas en la II Guerra Mundial. Desde entonces, no se conoce otro momento más movido en la historia de los galos, hasta la llegada súbita de Emmanuel Macron, un chaval de 39 años de edad, quien ha hecho saltar por los aires las reglas establecidas que rigen el sistema de partidos políticos en Francia creados a partir la II Guerra Mundial.
En menos de un año, este muchacho fundó un partido, se hizo Presidente y consiguió, con su movimiento “En Marcha” y la coalición “MoDem”, el 61% de la Asamblea Nacional. Macron además consiguió que un 39% en la Asamblea Nacional sean mujeres, que el 76% sean caras nuevas, que el 60% sean jóvenes, hecho que ha catapultado a Francia desde el puesto 64 al 11 en el ránking mundial de los parlamentos más representativos, semejantes a los ciudadanos que sirven.
Por primera vez en la historia de Francia, La Presidencia y La Asamblea Nacional son más diversas, más plurales y más jóvenes que nunca.
La victoria de Macron también se ha hecho sentir fuera de Francia. Después de la victoria del Brexit en el Inglaterra, el inesperado triunfo de Donald Trump en EE.UU., y las incursiones rusas de Vladimir Putin para ayudar la llegada de populistas, nacionalistas y xenófobos al poder, Macron se consagra como el líder del mundo libre, un tipo que cree en las ciencias, en la diversidad, en los ideales de la Revolución, y en el amor de verdad, al que no le importa el tiempo, ni la edad.
Aquí en El Salador, al igual que en el resto de Latinoamérica, los ciudadanos, artos del cinismo, la desfachatez, la corrupción, el caciquismo partidista, la inhabilidad de la clase política a la hora de resolver problemas nacionales, andan como locos buscando por las esquinas el resurgimiento de un Macron salvadoreño, uno que sea capaz de desbaratar el sistema político caduco existente.
La furia hacia los políticos apolillados aquí en El Salvador es abrumadora. Hay razón para sentir esa frustración. En el sistema político que tenemos, primero se atiende al partido, segundo, se ataca al otro partido y después se atiende el resto de las prioridades.
20 años del partido ultra nacionalista ARENA y 8 años del revolucionario FMLN no han hecho más que confirmar que crear un partido político, puede ser un gran negocio para los dirigentes, y una ruina para sus ciudadanos.
Por eso triunfó Macron, porque los partidos políticos en Francia se olvidaron de sus ciudadanos.
Probablemente el Macron salvadoreño no exista, pero si existe, tarde o temprano surgirá y los partidos políticos existentes tendrán que renovarse para sobrevivir.
(*José Manuel Ortiz Benítez es columnista salvadoreño en la ciudad de Washington, DC. Twitter: @jjmmortiz)