La agencia de noticias Associated Press informa que se están produciendo disturbios dentro de las cárceles para menores en todo Estados Unidos, y algunos jóvenes han intentado escapar mientras aumentan los casos de coronavirus. Un adolescente recluido en las instalaciones de Bridge City, cerca de la ciudad de Nueva Orleans, dijo que un equipo SWAT, experto en armas y tácticas especiales, roció con gas pimienta a un grupo de menores que habían derribado las puertas de sus celdas. Defensores de los derechos de los menores y de un sistema judicial penal más justo exigen que se permita a los jóvenes cumplir el resto de sus condenas en sus casas, en medio de la pandemia.
En el estado de Nueva Jersey, el medio The Intercept informa que casi 30 personas recluidas han muerto de COVID-19. Solo se ha hecho la prueba para detectar el virus a 184 reclusos de Nueva Jersey, lo que representa menos del 1% de la población carcelaria del estado.
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En el estado de Arizona, las familias y aliados de mujeres recluidas realizaron una protesta en sus autos y una vigilia de oración afuera de la prisión de Perryville el domingo, continuando con las demandas por la liberación de las personas recluidas, mientras la COVID-19 se propaga rápidamente por las cárceles de Arizona.
La Oficina Federal de Prisiones ha confirmado la primera muerte por COVID-19 de una reclusa. Andrea Circle Bear había dado a luz a su hijo mientras se encontraba conectada a un respirador hacía cuatro semanas. Circle Bear, quien había sido transferida de una cárcel de Dakota del Sur a Texas, era parte de la tribu Cheyenne River Sioux y tenía 30 años.
En noticias relacionadas, un científico iraní recluido en una cárcel para inmigrantes de Estados Unidos que durante semanas ha estado abogando por su libertad ha contraído COVID-19. Sirous Asgari a menudo habló sobre sus temores de que el coronavirus se propagara dentro de las cárceles superpobladas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas y sobre las condiciones insalubres e inhumanas dentro del Centro Correccional Winn, en el estado de Luisiana, donde se encuentra recluido. (Fuente: Democracy Now)