Texto y Fotos: Wilfredo Díaz
La navidad es un término de origen latino, que se celebra a nivel mundial. Su origen es cristiano y conmemora el nacimiento de Jesús de Nazareth, fecha elegida por los líderes de la iglesia cristiana inspirados en los evangelios de San Mateo y San Lucas.
La navidad significa amor, paz, tranquilidad, unidad, celebrar en familia. Para una niña o niño, es un sueño, ilusiones, fantasía y que Santa Claus le dejará un regalo en su árbol de navidad.
Me trasladé a la comunidad el Bosque, ubicado en el cerro el Carmen del municipio de Ayutuxtepeque, que en náhuatl significa, “cerro de armadillos o montaña de cusucos”, ubicado a ocho kilómetros de la ciudad de San Salvador. Ahí, feligreses de la iglesia adventista del séptimo día Estocolmo, del distrito escandia, recibieron a unas 40 niñas y niños para celebrarle la fiesta navideña, como lo hacen cada año.
Llegué a la fiesta, en la entrada me da la bienvenida una piñata con sus brazos abiertos, que en su rostro mostraba mucha felicidad, mientras los organizadores hacían sus preparativos, para recibir a los invitados especiales, las niñas, niños y sus familias. Algunos llegaron, con un representante, porque sus padres han sido capturados por el régimen de excepción.
Sigo atento, el tiempo corre y el atardecer está por marcharse. Llega la primera invitada, Fátima Guadalupe Chinchilla, de seis años de edad. La veo inquieta por reventar la piñata, comer pastel y dulces. Se me queda viendo, se sienta frente a mí y comenzamos a charlar.
“Me gusta la navidad, estoy muy feliz de estar en esta fiesta, porque reventaré la piñata, comeré pastel y recogeré muchos dulces, le pediré a Santa Claus un collar mágico, porque tengo un castillo y quiero meterme ahí cuando me siento en peligro, como cuando mi mama me quiere castigar porque me he portado mal”.
“La navidad me gusta, sería bonito que cayera nieve, para hacer bolas y muñecos, para jugar con mis amigas de tirarlas. Cuando esté grande quiero ser maestra para enseñar a los niños a leer y cocinera, para ayudar a mi mamá cuando ella esté enferma”, asegura Fátima.
Tuvimos una conversación muy interesante, se levanta y fue en busca de sus amiguitas. Ella seguía impaciente, tenía claro su objetivo del porque había llegado a la fiesta navideña. Así fue, llegó su turno y no sé cuántos garrotazos le dio a la expresiva piñata. Recogió sus dulces, comió pastel, le dieron su regalo y terminó muy feliz.
Esta iglesia, cada año reúne a las niñas, niños y sus familias de esta comunidad, para darles felicidad. Antes de dar inicio a la fiesta navideña, reúnen a los invitados y hacen una oración. Les dan un mensaje reflexivo bíblico a los padres, para que cada día sean responsables con sus hijas e hijos, una tarde bonita, llena de oraciones, cantos, dinámicas y presentaciones bíblicas.
“Feliz tarde niñas, niños y padres de familia, que asisten a esta fiesta navideña, nuestra iglesia les da la bienvenida para que celebremos en familia, como lo hacemos todos los años. Como muchos saben, mi nombre es Francisco Flores, conocido desde la iglesia Estocolmo, como el primer anciano. Nosotros con la comunidad y los feligreses de la iglesia, nos encargamos de organizar los eventos de nuestra iglesia para que tenga un buen funcionamiento”.
“He asistido a esta iglesia desde que estaba pequeño, sigo en ella a mis 32 años de edad. Nacimos en un pequeño predio en el 2008, ya tenemos 14 años de existencia y desde el 2015, estamos celebrando la navidad a los niños y niñas de la comunidad. Estamos en una montaña del municipio de Ayutuxtepeque, a unos 700 metros del nivel del mar. Este lugar es fresco y desde aquí vemos el volcán y una parte de la ciudad de San Salvador”.
“A la fiesta han llegado unas 40 niñas y niños de diferentes edades juntos a sus madres. Estamos trabajando con algunos de ellos, en la parte psicológica porque sus padres fueron capturados en el régimen de excepción. Muchos de ellos asisten a la iglesia pero no hablan”.
“Vamos a desarrollar algunos proyectos, que vendrán a beneficiar a la comunidad, como por ejemplo, jornadas médicas, áreas recreativas, huertos familiares, cocina saludable, cultivar maíz y un grupo de apoyo emocional, para dar tratamiento psicológico a las niñas, niños y tercera edad,” asegura Flores.
Guiar una iglesia es interesante, la función de un anciano como ellos lo llaman, debe de ser carismático, honesto, sincero, identificarse y ayudar a los feligreses, hasta convertirse como un líder local, por la confianza que se ha ganado dentro de la comunidad. No deben de responder a intereses personales si no del más necesitado.
Por eso desde hace 14 años, siguen ayudando a esta comunidad, más a las niñas y niños en la parte educativa cuando ellos lo necesitan, porque son vulnerables a abandonar la escuela y pueden terminar en la calle.
“Hoy en día, como iglesia estamos preocupados, muchas niñas y niños, están abandonando la escuela e iglesia, quizás por la separación de sus padres o porque han sido capturado en el régimen de excepción. Estamos trabajando con ellos, les hacemos ver que dentro de la congregación, pueden tener recreación, educación, dinámicas de juegos y que no solo sirve para orar y cantar, es una forma de ver como los acercamos a Dios.”
“En la actualidad, ayudamos a 34 niñas y niños, en lo que se puede. A esta comunidad, le hace falta muchos recursos, tienen muchas necesidades. Por el momento estamos concentrados en la niñez y en los proyectos ya mencionados. Necesitamos ayuda de parte de la población y así seguir con la misión, que nos ha encomendado Jesús, ayudar al más necesitado y desprotegido,” concluye el religioso.
Si necesitan ayudar a esta iglesia para seguir haciendo proyectos en beneficio a las niñas y niños pueden ayudar llamando a Francisco Javier Flores Portillo, líder de la iglesia: 503-71069426