WASHINGTON
En una reunión el jueves en la Casa Blanca, el Presidente Barack Obama y altos funcionarios del gobierno se reunieron con hispanos influyentes de todo el país para hablar sobre la importancia de arreglar el sistema de inmigración a fin de atender las necesidades económicas y de seguridad del país en el siglo XXI, de manera que Estados Unidos pueda ganar el futuro.
El Presidente reiteró su gran decepción de que la actividad legislativa en el Congreso con respecto a la reforma de inmigración esté estancada y que el Senado no haya aprobado la Ley DREAM tras su aprobación en diciembre por una mayoría bipartidista en la Cámara de Representantes de Estados Unidos.
El Presidente habló sobre el sistema fallido de inmigración, incluyendo de inquietudes que escuchó de líderes del sector policial, religioso y empresarial cuando se reunió con ellos la semana pasada. El Presidente reiteró su preocupación de que educamos a los mejores y más brillantes jóvenes pero después los enviemos al extranjero o de que expulsemos a esos jóvenes de talento que han sido criados como estadounidenses y que quieren continuar sus estudios o unirse a nuestras Fuerzas Armadas.
Obama reiteró su compromiso con la reforma integral de inmigración que aumenta la seguridad en nuestras fronteras y a la vez restaura el rendimiento de cuentas en el fallido sistema inmigratorio, y señaló que perpetuar los problemas del sistema no es una opción si Estados Unidos ha de ganarse el futuro.
El Presidente también señaló que la única manera de arreglar nuestro sistema de inmigración es con medidas legislativas en el Congreso, y que él no puede cambiar las leyes unilateralmente. Dejó en claro que aunque este gobierno continúa mejorando nuestro sistema legal de inmigración, reforzando nuestras fronteras y mejorando la aplicación de nuestras leyes de inmigración para que se centren más eficaz y sensatamente en los criminales, es necesario que se escuchen más voces para hacer que el diálogo sobre inmigración vaya más allá de la política, los debates falsos y la retórica que han predominado con respecto a este asunto.
El Presidente instó a quienes participaron en la reunión a que ayuden a llevar el debate a un nivel más alto y, con ese fin, hagan un esfuerzo público, gracias a su singular posición, por forjar alianzas en todos los sectores y grupos demográficos.
Hubo un consenso generalizado de que es necesario contar con más voces para cambiar el tono del debate a fin de que el Congreso tome medidas para arreglar el sistema que respeten la historia de Estados Unidos como estado de derecho y nación de inmigrantes.
El Presidente reiteró que continuará trabajando para forjar un consenso bipartidista e intensificará los esfuerzos por encabezar un debate cortés sobre este tema en las semanas y meses venideros. Antes de reunirse con el Presidente, altos funcionarios del gobierno también informaron a los participantes sobre una variedad de asuntos de importancia para los hispanos y todos los estadounidenses, entre ellos la economía y educación.
El presentador de televisión José Díaz-Balart expresó su satisfacción por una reunión en la que Obama “claramente enfatizó que él está al cien por ciento a favor de una reforma migratoria integral y que en el futuro próximo veremos todos algunos pasos saliendo de su Gobierno para tratar de impulsar una reforma migratoria”.
En una reunión “para intercambiar ideas y opiniones sobre la realidad de la comunidad hispana a nivel nacional, y las preocupaciones y vicisitudes que esa comunidad afronta a diario”, el presidente, según Díaz-Balart, “habló poco y escuchó mucho” en un intercambio de “ideas y conceptos muy francos”.
Díaz-Balart subrayó que todos los invitados a la reunión enfatizaron las consecuencias, el “sufrimiento” y el “miedo” que se vive en la comunidad latina ante la falta de una reforma migratoria.
En la reunión participaron entre otros, el presentador de TV Don Francisco, la periodista María Elena Salinas, el locutor Eddie “Piolín” Sotelo, la presentador Lily Estefan, el empresario Emilio Estefan y las actrices América Ferrera, Rosario Dawson y Eva Longoria. (fuente: Casa Blanca)