Un mal día para aprender

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Julio Rodríguez, periodista.

Por: Julio Rodríguez / Periodista

“Tan mal andan las cosas, que si mi mujer se va con otro, me voy con ellos” suelen expresar entre humor y seriedad las personas que dicen “nada me sale, ni el cadejo (un animal leyenda que aparece sorpresivamente y asusta a los caminantes de noche)”.

Todas las cosas tienen dos caras, un día malo, tiene lecciones; un día bueno satisfacciones y nuevos desafíos; todo inicio, tiene un fin; la vida misma, un día termina y en eso si ya no retorno.

No hay que lamentar los días vividos. Hubo buenos que nos alegraron; malos llenos de tristeza y experiencia, pero ambos fueron esenciales, para entender que la felicidad te mantiene alegre, seguir intentado es no rendirse, las penas nos ayudan a no perder la sensibilidad por los demás, caerse es una lección de humildad, levantarse un acto de heroísmo personal, todo tiene una satisfacción, un lamento, pero también una enseñanza y oportunidad para seguir confiando.

Por eso el sabio dice “todo tiene su tiempo”, y nosotros agregaríamos “y un propósito que Dios en su tiempo ha de revelarnos” para entender porque hemos vivido, sufrido y reído, según las circunstancias.

Así que si nos va mal este día, alegremos ganaremos experiencia y si nos va bien, no hay que estancarnos, el Maestro de Galilea nos enseña cómo capitalizarlo.