Los mandamientos con una bendición

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(Lucas 6:37-42)

POR: REV. JULIO RUIZ*

Hoy seguimos escuchando a Jesús en su sermón, así que lo estamos trayendo sus pastores, es leer un sermón ya predicado por nuestro Maestro y Señor Jesucristo, proclamado en el “sermón del monte o de la llanura”, como se le ha llamado. Pero contrario a los mandamientos de la ley, los de Cristo no son gravosos. En todo caso, Él nos ha dicho que su “yugo es fácil, y ligera su carga” (Mateo 11:30). Con esto en mente veamos cómo los mandamientos de esta ocasión fueron dejados para la mayor bendición y satisfacción de nuestra vida. Usted debe estar siempre consciente que la manera cómo Jesús nos presente la búsqueda de la satisfacción y felicidad es toda una paradoja cuando lo comparamos con el placer y la comodidad que nos ofrece el mundo. Si Jesús nos dice “no” hacer algo, es porque te presenta lo que “si” debes hacer para una bendición mayor. Si sientes que su mandamiento es muy duro, recuerda la bendición al final de eso, si así lo practicas. Entonces ¿cómo descubrir una bendición en cada mandamiento de Jesús, especialmente en estos que nos está recomendando?

I.             EL NO JUZGAR PARA NO SER JUZGADOS

1. Lo que Jesús no dijo en este texto v. 37ª. Alguien ha dicho que este pudiera ser el versículo más conocido por todo pagano. A lo mejor no saben Juan 3:16, pero si saben de este. Por ejemplo, cada vez que la iglesia hace un comentario acerca de alguna práctica pecaminosa, alguien nos va a decir “no juzguéis”. Es más, ahora debemos prepararnos porque al juzgar ciertas prácticas pudiera ser motivo para ser demandamos por ir en contra de los “derechos humanos”. Esto está creando una gran confusión. Entonces, veamos en primer lugar lo que Jesús no estaba diciendo. El planeamiento de Jesús para discernir entre el bien y el mal. Determinar a menudo lo que es ético requiere un juicio agudo al analizar cada situación y luego llegar a la conclusión sobre lo que es correcto o incorrecto hacer.  Jesús no prohibió nuestro pensamiento al evaluar la ética en este texto. Esto significa que hay ocasiones cuando debemos exhortar a nuestros hermanos, especialmente cuando hay casos donde se quebranta la moral o hay una doctrina extraña en la iglesia. La iglesia debe determinar la disciplina que debe ser aplicable. Jesús no eliminó los tribunales civiles o eclesiásticos cuando dijo: “No juzguéis…”. No mal interpretemos a Jesús.

2. Lo que Jesús si dijo en este pasaje. Jesús está hablando de tener un espíritu juzgador, criticón y censurador. En este caso Jesús se estaba refiriendo a los fariseos, quienes por naturaleza eran legalistas y actuaban como jueces de prácticas no tan relevantes. Y la iglesia puede caer en ese espíritu legalista de reglas y regulaciones. Hay iglesias con tantas prohibiciones que hasta el mismo Señor Jesucristo se le prohibiría entrar allí. Y eso no es raro, porque a Jesucristo la iglesia de Laodicea hasta lo había sacado, y por eso ahora llama a la puerta para entrar (Apocalipsis 3:2). Jesús está hablando de no ser tan rápidos en el juicio del amor, y contrario a esto, nos pide huir pronto de ese espíritu de censura tan notorio en algunos.  Al hacer esto, nos está hablando de la regla de oro: hacer a los demás lo que nos gustaría que los demás hicieran por nosotros. Lo que Jesús nos está pidiendo es que antes de proceder a murmurar contra otros, debemos considerarnos a nosotros mismos, porque al juzgar a otros por su condición, nosotros mismos podemos estar haciendo lo mismo de lo que estamos juzgando. La recomendación de Pablo en Colosenses 3:13, nos ayudará en esto. Cuando soporto a otro, recuerdo cómo Cristo me ha soportado a mí.

II.            EL NO CONDENAR PARA NO SER CONDENADOS

1. La prohibición de condenar a otros v. 38ª. El versículo 37 contiene otro mandamiento negativo: “No condenéis, y no seréis condenados”. Este mandamiento y el anterior son distintos. ¿En qué se diferencia el condenar de juzgar? Juzgar es criticar y encontrar faltas; condenar es dictar un castigo o una sentencia contra alguien. Es un llamado a no juzgar los errores, o a no condenar las acciones precipitadamente. Con frecuencia actuamos mal en nuestros corazones, cuando condenamos tan rápido las faltas de los demás. De acuerdo con Romanos 2:1 cuando condenamos a otros nos condenamos a nosotros mismos. David es un buen ejemplo en esto. Él cometió dos gravísimos pecados: adulterio y homicidio. El profeta Natán vino a él y le presentó la historia del hombre rico quien tomó la única corderita que tenía el hombre pobre para dársela a alguien que había venido de viaje, en lugar de tomar una de las suyas. La historia dice que David se puso muy bravo cuando escuchó esto según  2 Samuel 12:1-15. Con ese ejemplo, Natán enfrentó a David con su propio pecado, y le dijo: “Tú eres ese hombre” v. 7. ¡Qué mal se ven nuestros pecados en otras personas! ¡Qué fácil es condenar a otros cuando estamos haciendo lo mismo!

2. La bendición de no ser condenados v. 38b. Juan 3:17 nos dice que Dios “no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”.  Y en Juan 8:1-10, Jesús habló de aquella mujer sorprendida en el acto de adulterio. Cuando todos los que le acusaban y condenaban se retiraron, Jesús le dijo: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?  Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más”. Todos aquellos hombres, desde el menor hasta el mayor, salieron avergonzados, por sus conciencias culpables v. 9. Nada llega a ser más ruin en un corazón que tener una actitud condenatoria hacia otra persona. Si Jesús no nos condena, nosotros no deberíamos condenar a otras personas con una actitud crítica, buscando faltas y estableciendo juicios a priori. Recordemos siempre esto: Jesús con todo el poder, con toda la autoridad, con toda la soberanía y con todo el derecho de juzgarnos y condenarnos a una eternidad en el infierno, ha decido absorbernos y no condenarnos. La primera señal de un corazón que no ha sido condenado, si no que ha sido puesto en libertad, es tener la misma actitud para aquellos que esperan mi amor y mi compasión.

III.          EL PERDONAR PARA SER PERDONADOS

1. El mandamiento es de perdonar v. 38d. Jesús conocía nuestra naturaleza pecadora, y el pecado más fuerte de erradicar es el orgullo. Cuando Cristo nos alcanza, perdona nuestros pecados, pero el orgullo queda todavía en nuestros corazones, y aunque luchamos por ser humildes, este feo pecado aflora a menudo. Es interesante que la palabra para “perdonar”, usada por Cristo, es soltar o liberar. El pastor MacArthur en su libro “Perdonar y Amar de Nuevo”, dice que “perdonar es girar la llave, abrir la puerta de la celda y dejar que el prisionero salga libre”. En este momento usted se imagina quién es ese prisionero. El rostro de esa persona y su nombre viene a su mente, y entonces comienza a agitarse su ser interno; ya sabe, algo comienza a hervir por dentro mientras se te pide que perdones, que dejes libre al prisionero. Hemos hablado de amar a nuestros enemigos, y este mandamiento de Jesús va en esa dirección. No es fácil perdonar, pero tampoco es imposible. Jesucristo es el más grande ejemplo de hacer esto, quien sufriendo y oyendo las burlas de sus ejecutores, decía: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).

2.  El mandamiento es para ser perdonado v. 38e. Con esto Jesús está enfatizando que el perdón es un proceso de dos direcciones. Por un lado, debemos perdonar a los demás sus ofensas y faltas hacia nosotros, y al hacerlo somos beneficiados en ese perdón. Con frecuencia se nos olvida la parte de la oración de Jesús “así como nosotros perdonamos a los que pecan contra nosotros”. Una y otra vez la Biblia pareciera decirnos que el perdón de Dios está sujeto al perdón que yo tenga hacia los demás. Esta es una situación muy seria. Jesús habló que, si no perdonamos a los hombres sus ofensas, el Padre tampoco nos perdonaría (Mateo 6:14-15). La respuesta a nuestras oraciones está sujetas al perdón que ofrezco a otros, porque si esto hago, el Padre que está en los cielos también me perdonará (Marcos 11:25). Hay muchas bendiciones que emanan de la acción de perdonar, y la primera de ellas es la paz. Cristo desea que cada uno de nosotros sienta Su paz, de acuerdo con Juan 14:27. Pero la paz proveniente del perdón de mis pecados también está sujeta a mi capacidad de perdonar a otros. Alguien dijo: “Nunca te pareces más a Dios que cuando perdonas”. Y otro dijo: “La ansiedad del amor es perdonar en lugar de condenar”.

IV.          EL DAR PARA RECIBIR EN ABUNDANCIA

1. “Dad, y se os dará…”  v. 38.  La palabra “dar” en este contexto va más allá de nuestra generosidad, y se puede incluir el tiempo, amor, atención y cuidado a los demás. ¿Qué quiso decir Jesús en este texto? La frase “medida buena, apretada, remecida y rebosando” se refiere a la forma en que se mide la cantidad de algo que se da. En la cultura judía, se utilizaban medidas para medir los granos y otros productos. La “medida buena” es una medida justa y generosa, mientras que la “medida apretada” se refiere a una medida que es escasa y mezquina. La “medida remecida” se refiere a una medida que se ha sacudido para llenarla más, y la “medida rebosando” se refiere a una medida que está llena hasta el borde y rebosa. La pregunta acá es ¿cuál es nuestra medida al momento de dar y cuáles son los resultados? La idea es que cuando damos a los demás con generosidad y bondad, recibiremos de la misma manera. Si damos con una medida buena y generosa, recibiremos de acuerdo con esta medida. Si damos con una medida apretada y mezquina, recibiremos también de acuerdo con esa medida. He aquí el principio de la siembra y la cosecha, tratado por Pablo en 2 Corintios 9:6-11. La mezquindad es la primera causa de pobreza.

2. “La cantidad que den determinará la cantidad que recibirán a cambio” v. 38c. La forma literaria como Lucas describe estos cuatro niveles para la medición del resultado es asombrosa. Vamos a verlos de esta manera: a la “medida buena” se le aumenta  la “medida apretada” (más de lo que podemos contener). Después de esto nos lleva a aumentarse, a la “medida remecida”, para poder contener aún más. Entonces, cuando ya se llena los vacíos vamos a una “medida rebosada”. Con esto Lucas nos conduce de un aumento a otro, pero en orden ascendente. ¿Qué significa todo esto? Que usted y yo seremos bendecido según hemos medido a los demás. La abundancia de nuestra generosidad es recocida por Jesús como una de las mayores bendiciones. ¿A caso no dijo Él en alguna oportunidad “mas bienaventurado es dar que recibir?”. Entonces ¿qué recibo si doy? Por ejemplo, si doy mi tiempo, mis talentos, mi dinero, mi amor, mi perdón, o mis oraciones, me será devuelto en bendiciones espirituales, y no pocos casos, en bendiciones materiales. De esta manera, no debo aferrarme a un espíritu egoísta y avaro. Pedro y Juan eran muy pobres. Pero al paralitico le dijeron: “lo que tengo te doy”. Lo demás es una historia llena de bendición cuando se da.

CONCLUSIÓN: La pregunta que pronto surge aquí es cómo aplicar la parábola de los v. 39-42 dejada por Jesús en este texto, para que estos mandamientos sean una bendición. Si juzgamos, condenamos y no perdonamos, somos tan ciegos como los demás, y esto significa que no podemos guiar a otros, porque no tenemos claridad en nuestra propia vida. Si no hemos alcanzado un nivel de madures espiritual (y esto va cuando Jesús habló que el discípulo no puede ser superior a su maestro v. 40), reconociendo nuestras propias limitaciones, cómo podemos enseñar a otros. Pero, sobre todo, si no hemos examinado nuestra propia vida cómo pretendemos corregir. Cómo podemos sacarle la “paja” del ojo a mi hermano si tengo una “viga” en mi propio ojo. A quienes así actúan, Cristo los llamó duramente hipócritas v. 42.  Solo quien tenga sus ojos limpios podrá juzgar con justo juicio, no condenar a otros y, sobre todo, perdonar de corazón.  En el mismo pasaje donde Jesús aparece fuera de la iglesia, Él previamente había calificado a esa iglesia como ciega, y le recomienda a ungir sus “ojos con colirio, para que veas” (Apocalipsis 3:18). ¿A caso nos está haciendo el mismo llamado a nosotros hoy?