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Muchos meses, grandes dosis de paciencia, cucharas y cuchillos robados de la cocina de la prisión, unas cabezas de muñecos y chubasqueros de varios internos para construir una especie de balsa. Estos son los elementos que necesitaron Frank Morris y John y Clarence Anglin para protagonizar la fuga más famosa de la cárcel de Alcatraz, la prisión de máxima seguridad considerada hasta entonces un lugar infranqueable.
Cincuenta años después de este episodio, que ha inspirado novelas y películas, el paradero de los tres hombres que se escaparon sigue siendo un misterio. Algunas teorías apuntan a que fallecieron en las aguas de la bahía de San Francisco. Pero otros, incluido el agente Michael Dyke, el único oficial que sigue destinado a investigar el caso, consideran que “lograron la hazaña”.
Parece imposible que con esos recursos y en ese entorno -Alcatraz está en una isla y sólo se puede salir por mar-, los tres presos tuvieran éxito. Pero según los datos que maneja Dyke y que ha contado a la prensa americana con motivo del 50 aniversario de la fuga, la estadística se pone de su parte. “Los cuerpos de dos de cada tres personas que no logran salir de la bahía de San Francisco se recuperan. Si los hermanos Anglin y Morris hubieran muerto, los cadáveres de dos de ellos tendrían que haber aparecido”.
También Marie Widner, hermana de John y Clarence Anglin, ha declarado al ‘San Francisco Chronicle’ que está convencida de que “los tres escaparon”. Una de las cosas por las que lo piensa es porque su madre estuvo recibiendo flores, sin tarjeta, durante varios años.
Ninguno de los tres era un delincuente de los considerados peligrosos. No eran asesinos ni violadores. Estaban en la cárcel por robar bancos, pero les trasladaron a la prisión de máxima seguridad entre 1960 y 1961 porque se habían fugado con facilidad de otros centros. De estar vivos, hoy serían octogenarios. Sus delitos prescribirán cuando cumplan 100 años.
El plan de escape
Los tres hombres que han pasado a la historia por su hazaña se encontraban en las celdas del bloque B. Al parecer, durante meses cavaron con cucharas y cuchillos un túnel a través de las paredes de sus celdas. El agujero lo iban tapando con pósters y postales, para que nadie sospechara nada.
La noche prevista para la fuga fue el 12 de junio de 1962. Para que los guardias que pasaban revista a las 9.30 de la noche no descubrieran el plan, colocaron en sus camas cabezas de muñecos a las que pintaron pelo para que parecieran reales. Después salieron por el túnel, y salieron por un conducto de ventilación hasta el tejado. Gracias a 50 chubasqueros construyeron una balsa para escapar de la isla.
Hasta la mañana siguiente, los guardias no dieron la señal de alarma. Tuvieron toda la noche para huir. (Fuente: El Mundo)