La inmigración, un obstáculo entre el Partido Republicano y los hispanos

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EEUU ELECCIONES

El Partido aprueba una plataforma política marcada por propuestas contra los inmigrantes indocumentados. La delegada de Puerto Rico en la convención es abucheada por numerosos asistentes

  El Partido Republicano aprobó esta semana en Tampa una plataforma política marcada por propuestas conservadoras que van desde la prohibición del aborto o el matrimonio homosexual hasta radicales medidas contra la inmigración ilegal. El texto, aprobado cada cuatro años en las convenciones nacionales de las agrupaciones, consiste en un conjunto de recomendaciones que reflejan los principios fundamentales del partido.

La mayoría de las sugerencias presentadas por los republicanos durante esta campaña son compartidas por gran parte del electorado hispano, un grupo de la población cada vez más significativo y con suficiente poder en algunos Estados para decidir el resultado de las elecciones. Los hispanos defienden valores más tradicionales y conservadores, coinciden con los republicanos en la necesidad de ayudar a los pequeños empresarios, y han quedado particularmente afectados por la falta de empleo. Sin embargo, la dureza de las medidas migratorias aprobadas por diversos gobiernos republicanos a nivel estatal siguen alejando a los votantes hispanos de la candidatura republicana.

Y las últimas aportaciones no hacen nada por acercar posturas. El partido acaba de respaldar leyes tan radicales y polémicas como la de Arizona y Alabama, cuyo único objetivo era complicar la vida de los indocumentados hasta tal punto que, en palabras del propio Mitt Romney, “se autodeportarían”. “Nos oponemos a cualquier forma de amnistía para aquellos que, al incumplir la ley intencionadamente, ponen en desventaja a aquellos que si la obedecen”, dice el texto, que también exige que el Departamento de Justicia abandone todas sus demandas contra diferentes por sus leyes de inmigración.

En otra de sus propuestas, el Partido afirma que los estudiantes indocumentados no deberían tener acceso al mismo precio de las matrículas universitarias del que disponen los residentes de cada uno de los Estados. Así, pasarán a ser considerados como estudiantes internacionales y podrían pagar entre tres y cuatro veces más que si se tratara de residentes en EE UU. La medida ya fue aprobada por el Estado de Florida y protagonizó también uno de los momentos de la candidatura de Rick Perry, gobernador de Tejas. En aquel Estado los indocumentados sí pagan matrículas reducidas, lo que le costó a Perry una explicación sobre su conservadurismo en materia de inmigración. La sugerencia de los republicanos ahora consiste en ir un paso más allá: retirar los fondos públicos a aquellas universidades que ofrezcan los mismos precios a indocumentados.

Ante la dureza de estas ideas, los políticos republicanos de origen hispano que esta semana participan en la convención tienen una doble tarea. Deben convencer a los hispanos de que su candidato en 2012 es Romney y de que el Partido cuenta con soluciones específicas para la comunidad. Entre ellos destaca Susana Martínez, gobernadora de Nuevo México y la primera mujer hispana en ocupar este cargo. Martínez ha criticado anteriormente las propuestas de Mitt Romney en materia de inmigración y, como otras voces dentro del partido, pide que se corrijan los planteamientos más radicales para recuperar el apoyo del electorado hispano. La tensión entre las diferentes posturas quedó reflejada el jueves cuando la responsable de la delegación de Puerto Rico subió al estrado para anunciar los votos a favor de Mitt Romney y fue interrumpida con gritos de ¡U.S.A.! ¡U.S.A.!

El exgobernador de Florida Jeb Bush, hermano del expresidente George W. Bush, afirmó también durante un acto esta semana en Tampa que los republicanos “deben dejar de hacer estupideces” y reconocer cuanto antes el poder de los latinos. “Son el futuro de nuestro partido”, afirmó. Sin embargo, el ascenso de secciones cada vez más conservadoras entre los republicanos impide que sigan las recomendaciones de Bush, que aboga por un tono “más abierto y hospitalario”.

El cambio demográfico que afecta a EE UU, donde uno de cada seis ciudadanos es de origen latino y cada mes 50.000 jóvenes hispanos alcanzan la mayoría de edad, convirtiéndose en posibles votantes en las presidenciales, supone un importante reto para el Partido Republicano. En 2008, Obama logró el apoyo de dos de cada tres votantes latinos, frente a un tercio que respaldó a John McCain. Según sondeos recientes, cuatro años después puede superar esa cifra, rebasando el 70% de votos del electorado hispano. (Fuente: Cristina F. Pereda, EL PAIS)